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CESACION DE PAGOS EN ARGENTINA
El
virtual presidente provisional de Argentina, Adolfo Rodríguez Saá,
anunció que funcionarios de Hacienda viajarán de inmediato
a Estados Unidos para anunciar la cesación de los pagos de la insostenible
deuda externa que desangra a su país. El ministro de Economía
en turno dijo que tal decisión no afectará, sin embargo,
la situación patrimonial de los argentinos.
Lo anterior se puede interpretar como una transformación
en pesos de las deudas en dólares que muchos arrastran desde hace
tiempo, pero también como una devaluación importante y gradual,
quizá mediante un sistema de cambios móviles como propone
el presidente de Brasil, que es el principal socio de Argentina en el Mercosur.
La decisión, sin duda, reducirá las fuentes
de crédito para esta nación, aunque en los hechos esta situación
estaba presente desde hace meses. También acelerará la fuga
de capitales, calculada en la mitad de la deuda externa, que asciende a
132 mil millones de dólares (cinco veces el monto de las exportaciones
nacionales), y que obliga al Estado argentino a destinar 58.7 pesos de
cada 100 para pagar intereses sobre intereses de una suma multiplicada
casi por cuatro durante la dictadura militar y gobiernos sucesivos que
hicieron pagar al contribuyente la deuda privada empresarial.
Contra tal fuga de capitales es probable que el gobierno
argentino adopte medidas de control de cambios e intervenga en las transacciones
bursátiles, ya que muchas empresas están comprando bonos
que se cotizan en Estados Unidos para después venderlos en dólares
en este país sudamericano, evadiendo impuestos y exportando capitales.
Es posible que la cesación de pagos de su deuda
tenga fuertes repercusiones regionales y mundiales. Regionales, dado el
golpe que significaría para el Mercosur y que ha obligado a uno
de sus integrantes, Brasil, a ofrecer amplia solidaridad a Buenos Aires
-al igual que a otros países amenazados como Uruguay, Paraguay,
Chile y Bolivia-, contrariamente a la actitud mostrada por el FMI y Washington.
Y mundiales porque la decisión estadunidense de
dejar que Argentina se hunda en su crisis para hacer inviable el Mercosur,
además de influir en favor de la derecha económica y política
de ese país en las próximas elecciones y arrancar la aprobación
del ALCA, puede tener un efecto bumerán. Argentina y Brasil no son
sólo dos de las tres mayores economías del hemisferio (la
otra es México), sino que se cuenta entre los principales países
emergentes receptores de capital, y es posible que la fuga de los inversionistas
agrave la recesión mundial.
La situación política en Argentina, en lo
inmediato, es compleja, dadas las divisiones en el seno del peronismo y
del partido radical en cuanto a las elecciones, en virtud de que este último
rechaza que se lleven a cabo en marzo y propone en cambio que sean celebradas
en 2003, puesto que fue expulsado del gobierno por la rebelión popular.
El debate por la ocupación del poder entre los
políticos que no tienen popularidad alguna contamina las decisiones
económicas, que resienten también los propietarios de bancos
extranjeros, acreedores e importadores, todos los cuales presionan sobre
los funcionarios, presos del pánico.
Pero los hechos son necios y Argentina no puede pagar
su deuda ni puede mantener la política que le exige el FMI y que
teorizaban los fundamentalistas neoliberales como Domingo Cavallo.
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