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Ť El director egipcio se dice furioso con Washington por su respuesta a los ataques
Los jóvenes estadunidenses no tienen idea de lo que sucede en el mundo: Youssef Chahine
TEWFIK HAKEM
Youssef Chahine nació en Alejandría, en 1926, y comenzó su carrera de director de cine en 1950, a su regreso de Estados Unidos, donde estudió en la Playhouse de Pasadena. Ha rodado hasta hoy 34 largometrajes y tres documentales. Ha incursionado en la comedia musical y en el cine social (Estación central, de 1958, consolida su reputación internacional). Desde 1979, y después de ƑAlejandría, por qué?, relato de su juventud cristiana durante la lucha anticolonialista, Chahine transita de la nostalgia a la historia, y elabora la crónica del choque de culturas, la francesa y la árabe en Adiós Bonaparte y la judía y la egipcia en El emigrado. Su tono libertario le ha valido diversos problemas con la censura oficial y religiosa de su país, Egipto.
-ƑPor qué expresa su cólera contra Estados Unidos?
-No le tengo odio a Estados Unidos. Amo demasiadas cosas en ese país y no olvido que ahí me formé y me despabilé. Estoy, eso sí, furioso contra el gobierno estadounidense. Luego de los atentados del 11 de septiembre fue muy perturbador ver a sus ciudadanos en estado de shock por lo que había sucedido, incapaces de entender las causas de tal desbordamiento de odio. Sin legitimar esa violencia, creo saber de dónde proviene. Pero los estadunidenses parecen ignorarlo: šsu gobierno ha decidido por ellos que no habrían de enterarse de lo que sucede en el mundo!
''La idea de la trama de mi película El destino me vino leyendo en la prensa cómo los terroristas habían padecido lavados de cerebro. En cuanto a la colusión de millonarios y terroristas, la mostré explícitamente en El otro, película que terminaba con un baño de sangre. Estas dos cintas jamás se han visto en Estados Unidos, porque ese país se niega a aceptar la competencia a sus productos. De golpe, los jóvenes estadunidenses no tienen idea alguna de lo que sucede en el resto del mundo.
''Sharon suena bastante ridículo cuando trata a Arafat de terrorista, siendo él mismo uno de los mayores terroristas de la historia. Si queremos la paz tenemos que detener primero la colonización, ya que es eso lo que inevitablemente provoca la violencia. Los regímenes árabes no son democráticos en absoluto, pero Ƒquién los sostiene contra la voluntad de los pueblos? Los estadunidenses. Son ellos quienes hicieron a los talibanes, los crearon y financiaron, como si hubieran así querido construir un nuevo imperio del mal: šla amenaza árabe musulmana!''
-Sin embargo la Casa Blanca no ha dejado de repetir que está en guerra contra los terroristas y no contra los musulmanes.
-Escuché un discurso de Bush antes de la caída de Mazar-e-Charif y antes de la liberación de Kabul. Había en sus palabras cierta mesura. Pero una vez que se ganó la batalla militar en el terreno, Bush volvió a ostentar una arrogancia increíble. šAhora desea matarlos!, en contra de todas las convenciones internacionales de guerra. Si lo que quiere son tribunales militares, sólo tiene que pedirle un consejo a Mubarak, quien los utiliza desde hace veinte años con el éxito que ya conocemos: Egipto no ha acabado de terminar con los integristas. No creo que sea esa la mejor manera de imponer la justicia y la democracia en el mundo.
-El ala radical del Congreso estadunidense desea ardientemente que después de la guerra contra Al-Qaeda, Bush ataque a Irak...
-Si lo hacen tendremos la evidencia de que han decidido hacer de los musulmanes sus enemigos. šY a mí, que no soy musulmán, eso me llenará de rabia!
-Este verano lo condecoró el presidente tunecino Ben Alli, quien dista mucho de ser un ejemplo en materia de respeto a los derechos humanos...
-ƑY quién lo es en el mundo árabe? Incluso comienzo a dudar de Bouteflika, quien me parecía muy bien al principio. Todos los mandatarios árabes, comenzando por Arafat, toman decisiones mediocres y llenas de desprecio hacia sus pueblos. No voy a escupir el rostro de quienes me quieren hacer un homenaje. Pero eso no va más lejos. En Egipto me dieron dos veces el Gran Premio de Estado. ƑPara comprarme? Eso no cambiará nada en mí.
-Cada vez se implica usted menos en la política interior de los países árabes...
-Lo hago cuando hay que hacerlo. Cuando los tiburones del negocio inmobiliario querían expulsar y expropiar a los fellahs del Dahab, una isla en el Nilo, y afear El Cairo enriqueciéndose, fui con periodistas a llevarle mi apoyo a los campesinos, y puedo decir que hubo un cambio en la situación.
-No se le oyó, en cambio, denunciar el proceso medieval que hace poco se hizo en Egipto contra homosexuales.
-Me escandalizó ver las imágenes por la BBC. En Egipto padecemos un lavado de cerebro continuo con la televisión y los periódicos locales. El asunto era confuso, se acusaba a los inculpados de organizar misas negras. En nuestro país no existen leyes contra la homosexualidad. Pero ahora están inventándolas. Inventan cualquier cosa, probablemente para esconder algo más grave, como de costumbre...
-Son cada vez más los coptos que se exilian. Y por su parte, los cristianos paquistaníes no disimulan su deseo de abandonar el país...
-Siempre he tenido un sentimiento pro musulmán, quiero a muchos musulmanes y estoy convencido de que el Islam es una religión más generosa, me atrevo a decirlo, que las otras. Con todo, ha habido matanzas, eso es un hecho. Y no dejo de condenarlas porque hayan ocurrido lejos de mi realidad. Pero en lugar de criticar a un régimen déspota porque no protege lo suficiente a sus minorías religiosas, prefiero criticarlo porque es déspota, punto.
-A la industria fílmica estadunidense se le invita a participar en el esfuerzo bélico. En su opinión, Ƒqué aspecto tendrán las películas después del 11 de septiembre?
-Ignoro qué tipo de cine se va a realizar, pero Hollywood apoyará siempre a la Casa Blanca. Washington protege y defiende a tal punto a la industria cinematográfica que esto resulta perfectamente normal. Todos los presidentes han exigido, en nombre del libre comercio, el derecho a la hegemonía del cine estadunidense. Incluso Bill Clinton era intransigente al respecto. La Casa Blanca defiende muy bien los intereses de Hollywood. Jamás sus suertes habrán estado tan estrechamente ligadas.
Tomado del diario francés Le Monde Traducción: Carlos Bonfil
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