Ť Para muchos fue el único alimento de ayer

Reparten en el Zócalo a necesitados miles de desayunos navideños

SUSANA GONZALEZ G.

En lugar de pavo, picadillo; de bacalao y romeritos, arroz rojo y frijoles refritos; de ensalada de manzana con betabel, una naranja y un plátano; y de sidra, agua en vaso de unicel. En eso consistió la comida que 11 horas después de la Nochebuena recibieron decenas de indigentes, mendigos, discapacitados, boleros, ancianos echados de su casa por familiares, niños de la calle, mujeres indígenas con dos o tres hijos, vendedores de dulces y campesinos.

Como ocurre desde hace ocho años, mientras la mayoría de los capitalinos dormía durante gran parte de la mañana para reponerse del festejo del 24 de diciembre, la Plaza de la Constitución fue utilizada por la organización evangélica La Familia para repartir "entre la gente necesitada" un desayuno navideño, elaborado con seis toneladas de alimentos donados por 50 pequeños comerciantes y empresarios. Para este año la meta es repartir 10 mil raciones, mil más que el año pasado y diez veces más que en 1994, cuando se inició esta práctica, según explicó Carlos Cedillo, vocero de la organización.

Aunque para muchos fue el único alimento que probaron en Navidad -como fue el caso de Crispín Méndez Reyes, ex hojalatero de 79 años, quien desde hace seis meses se dedica a pedir limosna en silla de ruedas, a raíz de que su familia lo corrió de su casa, y el de tres mujeres de la sierra de Guerrero que se dedican a vender chicles junto con sus hijos-, hubo también familias de provincia y paseantes que aprovecharon la ocasión para recibir el desayuno.

En las calles aledañas al Zócalo, como Madero, varios indigentes pedían limosna "para un taco". Fue el caso de un niño de unos ocho años que tocaba el acordeón, y dos mujeres indígenas que no se enteraron de la repartición de alimentos, porque difícilmente hablan español y mucho menos pudieron entender alguno de los 15 mil volantes que los miembros de dicha organización repartieron durante los tres días previos en el Centro Histórico para anunciar el "desayuno gratuito".

Sin embargo, en Madero e Isabel la Católica, una mujer amamantaba a su bebé mientras un niño de menos de dos años jugaba a su lado. Muy cerca, debajo de una camioneta estacionada, estaba tirado uno de los platos repartidos por La Familia, con gran parte de la comida intacta.

Quienes hicieron cola frente a las mesas de repartición, atendidas por 70 voluntarios, en su mayoría optaron por sentarse en la plancha del Zócalo, a pleno sol, para comer frijoles, arroz y picadillo con tortillas; la fruta y las gruesas rebanadas de rosca de reyes que también recibieron, muchos los guardaban como itacate. Otros aprovecharon la sombra de la carpa de los Hermanos Saldaña, donde titiriteros y payasos ofrecieron un espectáculo a los comensales.