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¤ Mientras la crisis no cede, trabajadores y pobladores
se organizan para subsistir
Amenaza con volver a desbordarse la situación
social en varias provincias de Argentina
¤ Ex funcionarios de los gobiernos de Menem y De la Rúa,
escondidos por el enojo popular
¤ Debido a la desaparición del circulante, se afianzan
los clubes de trueque en las colonias
STELLA CALLONI CORRESPONSAL
Buenos Aires, 4 de enero. El hombre desesperado
se puso la pistola en la boca y disparó. Unas horas antes había
tomado como rehén al pa-trón que lo había despedido
pese a que era el único sostén de una familia numerosa.
Esto ocurrió este viernes en Córdoba, mientras
en la que llaman City, el centro fi-nanciero de esta capital, la
población esperaba aún el anuncio de las nuevas medidas,
para ver cómo doblan la mano del gobierno y éste continúa
favoreciendo a las grandes empresas privatizadas.
Y la mayoría aún trata de saber si pueden
vencer al corralito, donde están sus únicos pesos.
Pero en los arrabales, como dice Ignacio J., de los desocupados de la Zona
Sur, "estamos viendo si se come mañana".
Este día miles de desocupados organizados en la
provincia de Buenos Aires se manifestaron con sus hijos frente a la casa
de gobierno, dejada en estos días por el flamante canciller Carlos
Ruckauf.
No reciben alimentos ni subsidios, y la desocupación
añade a cientos de personas por día a esas filas. Se han
agotado los alimentos que se había programado repartir un mes antes,
pero pese a todo cada vez hay más asambleas como ésta.
Ignacio se ufana de que este tipo de asambleas, donde
se trazan planes de lucha, de resistencia civil y pacífica, o simplemente
se debate la solidaridad, se ha extendido a los barrios de la combativa
Córdoba.
"Dimos el ejemplo", señala el desem- pleado, quien
explica apresuradamente que los desocupados no han salido de las calles
de la capital desde que estalló la crisis económica y política.
Se extienden las protestas
Sin
embargo, en varias provincias del país sudamericano, donde se adeudan
hasta cuatro meses de salarios, la situación vuelve a amenazar con
desbordarse.
En las últimas horas la modalidad del es-crache
(acusación pública) a los militares de la dictadura, una
denuncia pública im-placable, se extendió a los que son señalados
como responsables de esta situación.
Hace unos días Rodolfo Barra, ministro de Justicia
en el gobierno del ex presidente Carlos Menem, tuvo que huir de un lujoso
bar en un centro comercial de clase media alta después de que un
grupo de gente lo acusó de corrupto.
Ayer el economista Horacio Liendo, ex asesor del ex ministro
de Economía Do-mingo Cavallo, bajó de un taxi y fue reconocido
por una persona que había perdido todos sus ahorros.
La furia no esperó y un derechazo a la mandíbula
de Liendo lo dijo todo, mientras alrededor todos aplaudieron. Por esto,
muchos de los ex funcionarios menemistas y del entorno de Cavallo o Fernando
de la Rúa tratan de no mostrarse públicamente.
"Son tiempos de bronca", dice María An-gélica
S. Ella está en una de las asambleas barriales, donde se discute
"qué habrá más allá de las cacerolas si nada
cambia en forma rápida para la gente desesperada". ¿Qué
estrategias adoptaremos si se devalúa y se remarcan los precios?",
dice.
¿Cómo monitorear los pasos del gobierno
actual y hacerle saber qué cosas serán inaceptables? Para
eso, aseguran, sólo existe la organización en serio.
María Angélica redacta el cálculo
de ho-ras que la gente pierde en las colas de los bancos para pagos que
no llegan, y agrega un cuadro de lo que ganó la banca extranjera
y las empresas en los años recientes.
Estos datos pasan de mano en mano y son útiles
para las asambleas, que se multiplican en las provincias de Rosario, Santa
Fe, Entre Ríos, en el noroeste.
Lo mismo ocurre con clubes de trueque, actividad comunitaria
de red que comenzó en 1995 cuando se vivió el pico histórico
del desempleo. En ese entonces el zarpazo a la clase media dejó
a millones en la calle junto a los marginados eternos.
Así, en un barrio un médico comenzó
a atender a cambio de tomates, y al poco tiempo el herrero empezó
a trabajar por co-mida. Estas redes de trueque van creciendo en Argentina,
donde en los pasados 12 me-ses surgieron 3 millones de nuevos pobres.
En 1995 los clubes de trueque lograron reunir a más
de 300 mil personas. Ahora son mucho más de un millón los
que se han unido así en en todo el país.
Hay otros que funcionan como pueden con la creatividad
de los vecinos. Incluso hay maestras que dan clases en casas a niños
que no pueden ir a la escuela por la miseria familiar, y en pago reciben,
cuando se puede, huevos, fruta o verdura.
"Es un gesto de amor", dice la maestra Luciana Ruiz, que
durante toda su vida sólo supo enseñar y ahora apenas sobrevive
en la casa de unos amigos.
Es la otra cara de un país quebrado y "fundido",
como dijo este viernes el presidente Eduardo Duhalde al pedir al Congreso
que le otorgue poderes especiales que le permitan devaluar el peso.
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