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Censura y persecución en Tribunal Superior
de Justicia del DF, acusa
Señora directora: Soy juez de primera instancia,
adscrito al juzgado vigésimo de lo civil del Tribunal Superior de
Justicia del Distrito Federal.
El pasado 12 de diciembre de 2001, antes del cierre solemne
del pleno sobre el informe anual del presidente del tribunal, interrumpí
el acto para denunciar la política de persecución que ejerce
el Consejo de la Judicatura del DF contra jueces y funcionarios judiciales.
Asimismo solicité que se considere reformar el
Código Penal, toda vez que a los funcionarios judiciales se les
trata como delincuentes de alta peligrosidad al no permitírsenos
el derecho a la libertad bajo fianza, sobre todo porque las averiguaciones
previas y los juicios penales, en consecuencia, se han convertido en vehículos
de venganza de aquellos que, al no verse favorecidos con las resoluciones
dictadas en estricto apego a derecho, inician las averiguaciones contra
los funcionarios judiciales.
El día 13 de diciembre de 2001, la síntesis
informativa de la coordinación de prensa del tribunal no publicó
la información que La Jornada y otros medios incluyeron.
Cabe destacar que el único medio que se tomó en cuenta en
la síntesis fue El Universal. La coordinación de prensa
del tribunal censuró la parte relativa a la denuncia pública
hecha, de donde se desprende que en este tribunal, a través del
Consejo de la Judicatura del DF, no sólo se sigue una política
de persecución en contra de los jueces y funcionarios judiciales,
sino que además se practica la censura, regresando a los tiempos
de la intolerancia y el autoritarismo. Además, se viola la garantía
constitucional del derecho a la información.
La denuncia que hago es porque como ciudadano, como abogado,
y aún más como juez, no puedo quedarme callado ante la violación
del derecho, ya que estudié para hacerlo valer y en mi función
pública tengo la obligación de aplicarlo y defenderlo.
Los funcionarios judiciales también tenemos derecho
a ser escuchados. Es ésta la razón por la que acudo a su
medio, ya que con lo que le he expuesto demuestro que no podemos hablar
dentro del tribunal, pues no se respetan nuestros elementales derechos
de ser escuchados.
Anexo la síntesis informativa del Tribunal Superior
de Justicia del DF del 13 de diciembre del 2001 para acreditar la censura
dentro de la institución.
Carlos de la Rosa Jiménez
Irresponsable, posponer pagos a pensionados
Señora directora: Estoy seguro de que, como
a mí me ocurrió, muchos mexicanos, así como la opinión
pública internacional, experimentaron lo mismo: se quedaron pasmados
por la falta de responsabilidad y compromiso de los encargados de hacer
posible el pago a jubilados y pensionados, empezando por el director general
del ISSSTE, quien no dio la cara en principio para por lo menos informar
con oportunidad que se difería la fecha de pago de enero y la segunda
parte de los aguinaldos, que eso sí, en nada se parecen a los exagerados
emolumentos que perciben muchísimos "sacrificados" funcionarios.
Lo anterior sin meternos a averiguar si se justifica o
no la falta de pago puntual, que se antoja difícil de lograr si
suponemos que los funcionarios deben saber el significado de las palabras
planeación, organización y programación.
Estas criticables omisiones revisten especial trascendencia
porque faltaron al cumplimiento de un mandato legal. Destaca el desprecio
y la falta de consideración a esos ex trabajadores, quienes no necesitan
mendigar que se dé cabal y puntual cumplimiento a sus derechos.
Resulta lamentable que esto ocurra cuando los responsables
de la administración pública dicen una y otra vez que el
humanismo es uno de los más importantes principios que conforman
su mística de trabajo.
Ramiro Amezcua Cervantes
Descontento por cierre de negocio familiar
Señora directora: Nos atrevemos a escribirle
por el simple hecho de que el 3 de enero de 2002 a nuestros familiares
les fue cerrado su negocio, llamado Matisse Condesa. Sé que como
el negocio de mi familia hay muchos, pero su característica primordial
es que se ha fundado con el esfuerzo de muchas personas que han dedicado
parte de su vida a procurar que el público en general disfrute de
un rato agradable.
El cierre del negocio me indigna, ya que las autoridades
deberían ocuparse en dar mayor seguridad y calidad de vida a los
ciudadanos, y dejar que los negocios como el de mi familia y otros, en
los que se ha invertido toda una vida, sigan adelante, pues no sólo
están afectando a familias como la mía, sino a quienes laboran
en Matisse y que han hecho de ese lugar lo que ahora es.
Familia Dávila
Respuesta del gobierno de Chiapas al MOCRI
Señora directora: En la edición del
4 de enero se publicó una carta de Francisco Jiménez Pablo,
quien "aclara" hechos relacionados con el delito de secuestro y tortura
sicológica, de los que es el autor intelectual en el municipio de
Marqués de Comillas.
La lucha social nada tiene que ver con actos de delincuencia,
barbarie y violación a los derechos humanos que se cometen en su
nombre. Los verdaderos luchadores sociales que permane-cían en las
cárceles a la llegada del actual gobierno han sido liberados como
resultado de un proceso de revisión conjunta con ONG, proceso que,
por cierto, no ha concluido. En el caso de los militantes del MOCRI, no
ingresaron a la prisión por su militancia política sino por
cometer el delito de secuestro, uno de los actos más reprobados
por la sociedad y, en consecuencia, más castigados por las leyes
del país.
El 21 de julio de 2001, Francisco Jiménez promovió
y ordenó el secuestro de seis funcionarios del gobierno del estado,
mujeres y hombres, quienes se encontraban en la casa ejidal de Zamora Pico
de Oro, Marqués de Comillas, para dar a conocer el nuevo Programa
Integral de Desarrollo Sustentable de la Selva.
El acta levantada con la firma de 24 comunidades de la
región describe que a la reunión se presentó un grupo
con palos y machetes "quienes irrumpieron de manera violenta a la asamblea
tomando como rehén y secuestrando" a seis personas.
Hasta este día nadie ha probado los supuestos actos
de tortura y prácticas de guerra sucia, porque no existieron.
En esa medida, no son más que propaganda. Contrariamente se cuenta
con testimonios de los secuestrados, quienes antes de ser trabajadores
del gobierno son seres humanos que fueron tratados como rehenes de guerra.
Mientras duró el cautiverio nunca durmieron dos noches en el mismo
sitio; se les retenía en casas de seguridad a las que eran trasladados
y camuflajeados; a las mujeres se les intimidó diariamente con la
amenaza de violación sexual, incluso una de ellas fue obligada a
hablar a una televisora local para decir que se encontraba bien física
y emocionalmente. Estas medidas se inscriben en el patrón típico
de delincuencia organizada en Chiapas o en cualquier parte del mundo.
Francisco Jiménez miente intencionalmente: en el
operativo de rescate no participaron el Ejército ni la PGR. De esto
estuvo totalmente enterado porque él dirigió, desde Tuxtla
Gutiérrez, por radio, toda la operación para burlar a los
agentes policiacos. En sus manos estuvo evitar la acción institucional
porque se reiteró el diálogo hasta el último momento.
Incluso se instaló una mesa de alto nivel con secretarios de Estado,
en Benemérito de las Américas. Jiménez Pablo rechazó,
en todo momento, la liberación de las personas. Aun más:
con una no del todo explicable capacidad de mando y prácticas de
tipo militar pretendió llevar a la policía a un lugar diferente
de donde tenían a los secuestrados, así como arrinconar a
los cuerpos de seguridad en espera de que se ocultara la luz del día
y se tuviera otro desenlace.
La realidad contundente es que si hubo violaciones a los
derechos humanos no provinieron del gobierno sino de particulares y eso
constituye un delito que obligó a las medidas correspondientes.
A diferencia del pasado, el estado actuó para preservar las garantías
fundamentales de los secuestrados.
Qué bueno que Francisco Jiménez reconozca
la valiosa labor del CDHFBC y ojalá se mantenga en esta expresión
cuando finalmente la prestigiada ONG desahogue otros expedientes que señalan
a miembros de su organización como responsables de una serie de
hechos criminales cometidos en la región y que nada tienen que ver
con la lucha social.
José Domingo Pérez Sarmiento, director
de comunicación social de la PGJ de Chiapas
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