03an2cul
Ciberespasmos
Seguir en su destino manifiesto a una radiofrecuencia
que es parte de la educación sentimental y cultural de una muy buena
parte de la ciudadanía es toda una aventura cibernética llena
de espasmos, porque una vez enfilado el timón de los enters, arrobos
y arrobas, uno ya está en la página de la XELA en la web
pero, ¡helas! debe uno ''bajar" un dispositivo posicionador (RealPlayer)
y someterse a varios coitus interruptus (¡y sus cráis!)
insoportables.
Las constantes interrupciones, informa el amable científico
que nos ayudó a ''tutorear" (vaya léxico el de las compus)
el asunto para sintonizar la XELA en Internet, son consecuencia de que
la emisora carece de suficientes recursos técnicos para ofrecer
una transmisión adecuada al escucha (¿en lugar de radioescuchas
ahora ciberescuchas?). Chale, buena onda eso de escuchar la Sinfonía
Resurrección de Mahler en la red, en la XELA cibernética,
pero en el ciberespacio hay una oferta formidable de estaciones de música
clásica que hacen no sólo palidecer, sino desaparecer enterita
a la otrora estación de buena música desde México.
Entre la buena oferta ciberespacial está, por ejemplo,
una estación que difunde desde Praga y en vez de comerciales una
chava recita poemas o textos de Kafka y entonces uno está como en
la escena de A fish called Wanda, de los Monthy Pyton, cuando
John Cleese recita en ruso y ella, Jamie Lee Curtis, le pide ¡más,
más, más! Mil veces mejor que sintonizar, en la radio de
AM, el 830, donde antes estaba la XELA y ahora está una bola de
insultadores al sentido común, a la inteligencia y a la dignidad
humana. Dicen hablar de deportes pero en realidad dicen puras sandeces.
El título del filme de Aronofsky viene bien para esta tragedia,
la muerte de la XELA: Requiem for a Dream. O como dice el crítico
musical de La Jornada, Juan Arturo Brennan: réquiem por una
frecuencia.
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