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Ť La empresa contribuyó con recursos para fondear la campaña a la Presidencia
Investigarán el gobierno y el Congreso de EU la bancarrota de Enron, pesadilla política de Bush
Ť Sospechas de que el mandatario habría conocido del problema financiero antes de diciembre
JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES
Washington y Nueva York, 10 de enero. Los efectos del derrumbe de una de las principales empresas de Estados Unidos han llegado hasta las puertas de la Casa Blanca en lo que promete convertirse en un caso de gran controversia en la cúpula política de este país.
El presidente George W. Bush anunció que su gobierno lanzará una investigación criminal a fondo sobre el caso de la empresa comercializadora de energía Enron, la cual en diciembre pasado se convirtió en la empresa más grande en declararse en quiebra en la historia del país, pero el caso podría convertirse en el primer gran escándalo político para la propia Casa Blanca por sus vínculos íntimos con esa entidad texana.
Tan cercana era la relación entre Enron y el gobierno de Bush que, como hoy reveló la Casa Blanca, el presidente de Enron tenía suficiente confianza y acceso como para comunicarse con el gobierno de Bush para solicitar un rescate financiero de su empresa a mediados de octubre, unos dos meses antes de que se declarara en quiebra. Esta divulgación, después de semanas en que el vocero de la Casa Blanca había negado que el presidente hubiera sostenido cualquier conversación sobre la bancarrota que se aproximaba con los directivos de Enron, provocó una nueva e intensa ronda de interrogantes sobre si el presidente sabía, y cuándo, de la quiebra de una de las empresas más importantes del país.
"Nunca discutí los problemas financieros de la empresa con el señor Lay (presidente de Enron)", insistió Bush hoy. Pero reporteros en la conferencia de prensa diaria de la Casa Blanca expresaron sorpresa de que dos miembros del gabinete no hubieran reportado al presidente la inminente quiebra de la séptima empresa más rica del país y la principal contribuyente electoral de Bush. Cuando reporteros preguntaron a Ari Fleischer, el vocero, cómo se enteró Bush de los problemas graves de la empresa, respondió que no sabía.
La investigación criminal será realizada por el Departamento de Justicia, y Bush también ordenó otra investigación por separado sobre el impacto de este tipo de bancarrota para sus trabajadores, que en este caso son también accionistas y cuyos ahorros y fondos de jubilación desaparecieron con la crisis de la empresa, mientras sus directivos vendieron millones de dólares de sus propias acciones poco antes del desplome catastrófico del valor de la empresa.
Además se evaluarán medidas para evitar este tipo de desastres empresariales en el futuro, anunció hoy el presidente. Al mismo tiempo se han anunciado varias investigaciones sobre Enron por el Congreso y dentro de éstas las relaciones entre Bush y su equipo de gobierno con la empresa para evaluar si hubo cualquier comportamiento ilícito o cuestionable por el gobierno. Además se abren investigaciones sobre el comportamiento financiero de la empresa por la Junta de la Reserva Federal y por la Comisión de Valores e Intercambio, la agencia encargada de vigilar los mercados bursátiles.
Esto promete ser sólo el principio de un muy largo proceso y tal vez una pugna política que podría convertirse en el Whitewater del gobierno de Bush, como se llamó el escándalo sobre inversiones cuestionables de la familia Clinton que sujetó a ese gobierno a una investigación de años y que fue utilizado como arma política por sus enemigos y críticos.
El gran problema para Bush no es necesariamente que haya cometido alguna violación legal, sino la imagen pública de un gobierno en manos de intereses privados poderosos. Lo conocido, y por lo tanto la razón por la cual este gobierno es vulnerable ante la opinión publica, es que el propio Bush y varios de sus principales secretarios tienen una larga y cercana asociación con Enron y sus directivos, incluido Ken Lay, presidente de la empresa. Enron y sus ejecutivos han sido los contribuyentes más importantes de Bush a lo largo de su trayectoria política, desde su intento para elegirse como diputado, su campaña exitosa para gobernador de Texas y su llegada a la Casa Blanca.
Pero las relaciones entre la empresa y el gobierno no acaban ahí: el vicepresidente Dick Cheney también ha mantenido una relación cercana con el presidente de Enron, Ken Lay, e invitó a la empresa a participar en una comisión a puertas cerradas para desarrollar la política sobre el sector energético del gobierno de Bush, y se reunió en varias ocasiones con Enron sólo seis meses antes de la bancarrota. Además, reportó ABC News esta noche, otros cuatro altos funcionarios del gobierno de Bush fueron asesores o empleados de Enron en algún momento, incluyendo el representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Zoellick, y el secretario del Ejército, Thomas White.
El vocero de la Casa Blanca, Ari Fleischer, informó hoy que en octubre el secretario del Tesoro, Paul O'Neill, y el secretario de Comercio, Donald Evans, habían tenido contacto directo con Ken Lay y el ejecutivo les avisó de crecientes problemas financieros que enfrentaba su empresa, parecidos a los de un caso de otra campañía anteriormente rescatada de la bancarrota por el gobierno federal. Fleischer, respondiendo a una intensa ola de preguntas por reporteros que huelen la próxima gran veta de controversia política en Washington, informó que ambos, O'Neill y Evans, decidieron no intervenir en apoyo de Enron después de evaluar sus conversaciones con Lay, e insistió en que los dos secretarios jamás comentaron o compartieron esta información con el presidente Bush.
Hoy, estas relaciones entre el gobierno de Bush y Enron se complicaron aún más cuando el jefe de la entidad encargada de realizar la investigación federal de Enron anunció que tendría que apartarse de ésta. John Ashcroft, procurador general de Estados Unidos y jefe del Departamento de Justicia, anunció que se mantendrá ajeno a la investigación, ya que como candidato al Senado en 2000 aceptó una contribución de 25 mil dólares de Enron para su campaña. Su jefe de asesores también anunció que se mantendrá ajeno a la investigación.
Y para nutrir el escándalo y añadir una nota de suspenso a lo de Enron, hoy circularon versiones en los medios de que un número significativo de documentos de contabilidad de Enron fueron destruidos.