045n1soc
OBSERVATORIO CIUDADANO DE LA EDUCACION
Comunicado No. 69
El impacto educativo de 2002
Ť Recursos insuficientes por segundo año consecutivo
Ť La propuesta del gobierno federal fue de la SHCP
El pasado primero de enero, en un ambiente de tensión
entre las diversas fuerzas políticas representadas en el Congreso
de la Unión, las Cámaras aprobaron la Ley de Ingresos y el
Presupuesto de Egresos para 2002. No es novedad la incertidumbre que genera
el paquete económico de la Federación. Existe un complejo
dispositivo normativo que prevé la elaboración de la propuesta
por el gobierno federal y la aprobación por parte de los legisladores;
pero la Ley de Ingresos es sancionada por diputados y senadores, mientras
el Presupuesto de Egresos sólo requiere la aprobación de
los primeros. Además, en los últimos cinco años el
Congreso, conforme se modificó la composición parlamentaria,
ha adquirido mayor responsabilidad en la definición presupuestal,
pero ha llevado al límite del plazo las negociaciones.
Se debate ahora si el procedimiento y las modificaciones
realizadas por los legisladores fueron las adecuadas. La mayor controversia
se ha centrado en el marco tributario previsto en la nueva Ley de Ingresos,
pero en la discusión poco se ha reparado en la distribución
del gasto. Debe recordarse que éste es el segundo año de
la actual administración y también el segundo en el que los
legisladores realizan importantes modificaciones a la propuesta del ejecutivo
federal. Observatorio se ocupa en este comunicado de analizar el
presupuesto educativo 2002 comparándolo con el del año anterior
y precisando los cambios realizados por los legisladores.
El proyecto presidencial
La propuesta del gobierno federal planteó un gasto
total para el sector educativo de 258.7 mil millones de pesos. En cifras
redondas y en términos corrientes (sin descontar el efecto de la
inflación), el presupuesto apenas se incrementaba en 9 mil millones
de pesos respecto al del año anterior. Este raquítico incremento,
inferior a cuatro puntos porcentuales, apenas alcanzaría para cubrir
el gasto ordinario, principalmente salarios, y limitaba considerablemente
las posibilidades de inversión en nuevos programas o en infraestructura.
Respecto al PIB la proporción del gasto público educativo
quedaba inmóvil en torno a la proporción de 4 por ciento,
tomando en cuenta el crecimiento nulo del producto en 2001.
Según la exposición de motivos que acompañó
a la propuesta del gobierno, el total de gasto educativo se distribuía
por función educativa así: 170 mil 953 millones de pesos
(66.3 por ciento) para educación básica; 26 mil 404 millones
de pesos (10.2 por ciento) para media superior; 32 mil 419 millones (12.6
por ciento) para superior; 2 mil 698 millones (uno por ciento) para posgrado;
4 mil 466 millones (1.7 por ciento) para educación de adultos, y
9 mil 315 millones (3.6 por ciento) para ciencia y tecnología.
También había previsión financiera
para los "programas innovadores" de esta administración, como el
de educación permanente (454.9 millones de pesos), el de tecnologías
educativas (661.7 millones de pesos), el de becas (702.3 millones de pesos)
o para el proyectado Instituto Nacional de Evaluación (241 millones
de pesos). Vale la pena recordar que el proyecto de presupuesto de 2001
también incluía una asignación financiera (100 millones
de pesos) para la creación del instituto, pero transcurrió
el año y el organismo no se puso en marcha.
Para educación superior y ciencia y tecnología
los montos eran inferiores al año anterior. En el presupuesto de
2001 el nivel superior tenía una participación relativa en
el total del gasto educativo de 14 por ciento, en el de este año
apenas alcanzaba 12.6 por ciento; más grave, el de ciencia descendió
en más de 4 mil millones de pesos. Los rectores de las universidades
públicas plantearon su inconformidad e hicieron notar el riesgo
de un presupuesto insuficiente para atender los incrementos de salario
previstos para este año. También en el sector científico
se escucharon voces de insatisfacción con la política de
distribución del gasto, notoriamente discordante con las premisas
de desarrollo científico y tecnológico enunciadas por el
propio Conacyt y otras instancias del gobierno.
Es suma, la Cámara de Diputados juzgó que
un incremento de 9 mil millones de pesos al gasto educativo era notoriamente
insuficiente. El aumento distaba de los 65 mil millones de pesos que el
subsecretario de Planeación y Coordinación de la SEP había
planteado como necesarios para alcanzar la meta de 8 por ciento del PIB
al final del sexenio y aun de la previsión más reciente de
20 mil millones de pesos que el secretario de Educación había
anotado como indispensable para enfrentar los retos (La Jornada,
25/8/01)
Rectificaciones del poder legislativo
Tras la posibilidad de obtener mayores ingresos a partir
de las reformas fiscales y un nuevo marco tributario, el Congreso reformuló
el presupuesto. Canalizó a educación, entre reasignaciones
y aumentos, más de 15 mil millones de pesos; en total, el presupuesto
educativo se incrementó 5.5 por ciento respecto al proyecto original.
En el decreto de los diputados se especifica cómo
se distribuyen los 15 mil millones adicionales. En números redondos,
9 mil millones van al ramo 11 (gasto de la SEP), 2 mil millones al ramo
25 (aportaciones a educación básica, normal, tecnológica
y de adultos), y 4 mil millones al ramo 33 (aportaciones a las entidades
federativas y municipios) (ver cuadro anexo). Sin embargo, a diferencia
de lo que ha ocurrido en años anteriores, ni en el dictamen en que
se basa el decreto ni en éste mismo se indica la distribución
del gasto por funciones o programas.
Seguramente los aumentos convenidos por los diputados
servirán para atender demandas urgentes, como las presentadas por
las universidades públicas del interior del país, y para
enfrentar algunas de las previsiones del PNE. Pero es muy poco probable
que tal asignación resulte adecuada para restituir la pérdida
del poder adquisitivo del salario magisterial, para revertir el deterioro
físico de los planteles, para dotar de recursos didácticos
a las escuelas o para mejorar la calidad de la educación en su conjunto.
Por cierto, las autoridades de la SEP no se han pronunciado aún
sobre si el presupuesto asignado les será o no suficiente.
En lo que respecta a ciencia y tecnología, que
fuera uno de los renglones más golpeados en la propuesta original
del Ejecutivo, también se aumentaron los recursos, aunque sin resarcir
el déficit inicial. Conviene señalar al menos tres aspectos
preocupantes. Uno es la escasa sensibilidad de la Secretaría de
Hacienda sobre la importancia de la educación y el desarrollo científico
de México. No obstante la retórica presidencial y el trabajo
de la SEP en materia de pla-neación, para las autoridades de la
hacienda pública el gasto en educación no amerita un refuerzo
significativo, no es visto como un rubro estratégico para el desarrollo
del país y es materia de recortes a la primera oportunidad. Otro,
la falta de coordinación entre las secretarías del gobierno
federal y entre éstas y el Poder Legislativo. Las decisiones en
materia de presupuesto parecen ser independientes de los requerimientos
y los planes sectoriales, como lo expresan las aspiraciones en materia
de recursos formuladas por las autoridades educativas y el proyecto elaborado
por Hacienda. En este sentido cabe preguntarse si el proyecto de Hacienda
es realmente un proyecto del Ejecutivo federal en su conjunto o representa
sólo los puntos de vista de esa secretaría. También
es de notar, tanto en el presupuesto del año anterior como en éste,
la importancia de las modificaciones realizadas por los legisladores a
la propuesta del gobierno federal, lo que indica una creciente responsabilidad
del Congreso y la importancia no sólo de una relación respetuosa
e informada, que no se aprecia entre poderes, sino mayor coherencia y corresponsabilidad
entre ellos y, si no fuera mucho pedir, mayor nivel de conocimiento técnico
y sustantivo de las comisiones legislativas.
Finalmente, son de preocupar el tiempo y el mecanismo
que emplea el Congreso para revisar, dictaminar y aprobar el paquete económico.
El margen de tiempo es muy estrecho e inevitablemente provoca negociaciones
y decisiones apresuradas que pueden ser desafortunadas. La Ley de Ingresos
y el Presupuesto de Egresos ameritan un examen más detenido en el
Congreso y un mecanismo de consulta funcional, activo e independiente de
los intereses corporativos vigentes en el sector educativo.
Interrogantes
A la SHCP: parece que el proceso interno de elaboración
del presupuesto es bastante deficiente. ¿Cómo evalúa
esta secretaría que funcionarios del propio Ejecutivo planteen públicamente
al Congreso demandas presupuestales adicionales a la propuesta del Ejecutivo?
A los señores diputados: siendo evidente el apresuramiento
con que procedieron en asunto tan complejo como el presupuesto del gobierno
federal, ¿tomarán alguna providencia para que, a fines de
este año, se disponga de mayor plazo y conocimiento por parte de
las respectivas comisiones? ¿Cuáles fueron las razones para
asignar a los gastos generales de la SEP alrededor de 60 por ciento de
los recursos que agregaron al presupuesto formulado por el Ejecutivo, y
no a los programas operados por esa secretaría?
A la SEP: no ha aclarado si en 2001 hubo, como se presume,
un subejercicio presupuestal. En caso afirmativo: ¿a cuánto
ascienden los recursos no ejercidos?, ¿se devolvieron a Hacienda
o se aplicarán este año y en qué programas? En función
del presupuesto aprobado ¿corregirán algunos de los programas
y metas del Programa Nacional de Educación 2001-2006? (A partir
de este comunicado se integra al grupo de redacción de Observatorio
Leonel Zúñiga, a quien damos una cordial bienvenida.)
Comparativo del Presupuesto para Educación
(millones de pesos)
Presupuesto aprobado en 2001
|
Presupuesto 2002
|
|
Proyecto del
Ejecutivo federal
|
Decreto del
Legislativo
|
Diferencia
|
Total $249,989.8 |
$258,715.4 |
$273,752.9 |
$15,037.5 |
Ramo 11 97,568.6 |
101,657.9 |
110,376.5 |
8,718.6 |
Ramo 25 24,943.0 |
19,852.9 |
21,807.9 |
1,955.0 |
Ramo 33 127,478.2 |
137,204.6 |
141,568.5 |
4,363.9 |
¿QUIENES SOMOS?
Nuestros comunicados aparecen en el primer y el tercer
viernes de cada mes en este espacio periodístico; se pueden reproducir
en cualquier medio indicando su procedencia. Todos los ciudadanos están
cordialmente invitados a sumarse a nuestra iniciativa. Favor de enviar
sus nombres con sus datos de localización e identificación
a: La Jornada Observatorio Ciudadano de la Educación, Apartado
Postal 20-423, San Angel, México, D.F. C.P. 01001. Fax: 55 54 86
55. Correo electrónico:
[email protected]
Visítenos en:
http://www.observatorio.org
Grupo de redacción (en orden alfabético):
Alberto Aziz Nassif, Alejandro Canales, Pedro Flores Crespo, María
de Ibarrola, Pablo Latapí Sarre, Felipe Martínez Rizo, Humberto
Muñoz García, Carlos Muñoz Izquierdo, Roberto Rodríguez,
Lorenza Villa Lever y Leonel Zúñiga.
Otros integrantes: 671firmas de 32 entidades federativas.
Véanse en la página de Observatorio en Internet.