Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 13 de enero de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas

Política
016a1pol

Antonio Gershenson

Amenazas y apagones

Los apagones se dieron, pero en lugares en los que se habían vendido las empresas públicas, o en sitios en los que se decidió desregular la industria para que el mercado fuera el único regulador

Líderes patronales amenazan con que no habrá inversiones, pero sí quiebras y pérdida de empleos, porque el Congreso de la Unión sustituyó el ingreso público que el gobierno federal quería obtener de cobrar IVA a alimentos no procesados, medicinas y otros bienes necesarios, con otros gravámenes más selectivos, que no afectan a la canasta básica y que tienen objetivos específicos.

En unos casos se gravan artículos y servicios de lujo. En otros, como el de los refrescos endulzados con fructosa importada en vez del azúcar de caña de producción nacional, se busca evitar el cierre de fuentes de trabajo, como los ingenios azucareros, en crisis por el desplazamiento del azúcar por la fructosa en refrescos. En otros más, son productos nocivos para la salud.

Aunque haya errores, producto de las carreras de última hora, el sentido de los cambios al proyecto de cambios fiscales enviado por la Secretaría de Hacienda es básicamente correcto. Incluso esas prisas no se deben a que no se haya trabajado durante meses, sino a la terquedad de los partidarios del IVA a alimentos y demás, que llevó las definiciones hasta el último momento.

Llama la atención que los líderes patronales en cuestión no hayan tronado contra los elementos que sí generaron la crisis que vivimos, antes de la reforma mencionada. Cuando la apertura apresurada a las importaciones hizo que quebraran miles de fuentes de trabajo. Y durante todo 2001, cuando los recortes presupuestales y el retiro diario de dinero por el Banco de México agravaron la crisis.

Esto recuerda las amenazas de apagones, por parte de funcionarios del antiguo régimen, en caso de que no se aprobaran cambios a la Constitución para poder vender a pedacitos la industria eléctrica pública, y que el mercado regulara esa industria y los precios de la electricidad. Los apagones se dieron, pero en lugares en los que se habían vendido las empresas públicas, o en sitios en los que se decidió desregular la industria para que el mercado fuera el único regulador: más de dos semanas de apagón en parte de la capital argentina, y la crisis energética de California, son sólo dos ejemplos. La insuficiencia en la generación de electricidad se dio donde siguieron completas las recetas ultraliberales, y no acá.

Ahora tenemos apagones aquí, pero nada tienen que ver con que falte electricidad en el país. El problema está en el sistema de distribución local. Ha crecido la demanda en muchas zonas del área metropolitana. Hay más edificios con elevadores, hay más aparatos eléctricos, hay más gente también. Y muchos se han conectado de la red eléctrica sin pago, sobrecargando más los circuitos. La entidad que presta el servicio público de energía eléctrica en esta región del país, Luz y Fuerza del Centro, ha cambiado, en algunas partes de la ciudad, los equipos y componentes de la red de distribución por otros de mayor capacidad. Pero los recursos han sido insuficientes, y en muchas partes de la ciudad las instalaciones están sobrecargadas. Se baja el voltaje, especialmente cuando se conectan aparatos de gran consumo, y también se va la energía, y con ella la luz. Además, los equipos se han envejecido y no ha habido suficiente presupuesto para su renovación. El apagón más extenso se originó por una falla en una subestación de Luz y Fuerza en el área conurbada del estado de México.

Como en el caso de los apagones, la amenaza de los citados declarantes se cumple, pero sólo si se hace lo que ellos quieren. En 1995 vimos cómo el haber subido el IVA empeoró la crisis, al reducirse el mercado interno. Con el cambio votado en el Congreso se evita este problema. Eso ayuda a las empresas que producen para el consumo interno de bienes de uso generalizado, que son muchas. Si se hubiera dejado al gobierno sin recursos suficientes también se habría agravado la crisis, con nuevos y más profundos recortes presupuestales.

El esquema aprobado por los legisladores afecta a algunas empresas, pero no tanto. La Coca-Cola ya anunció que no va a cerrar, sino a usar, en adelante, azúcar en vez de fructosa en sus refrescos, que era de lo que se trataba. Y empresas como Telmex no van a cerrar porque se cobre un impuesto moderado a las empresas que usan sus servicios, por una parte de los conceptos de cobro. Ť

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año