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Ť Tiene un domo que cubre la mitad del cráter
Posible, una explosión violenta en el Volcán de Colima: experto
Ť También podrían ocurrir varias erupciones menores con expulsión de lava, dice geólogo de la universidad estatal
VERONICA GONZALEZ CARDENAS CORRESPONSAL
Colima, Col., 10 de enero. Desde octubre pasado, la inyección de material incandescente que proviene del interior del Volcán de Colima comenzó a formar un domo que cubre la mitad del cráter, el cual podría fracturarse en una explosión violenta o fragmentarse en varias explosiones de menor magnitud con salida de lava, según el geólogo Carlos Navarro Ochoa, técnico académico del Observatorio Vulcanológico de la Universidad de Colima.
El especialista explicó que aunque la química del magma no indica un cambio significativo en su composición (como ocurre antes de una gran explosión), el macizo volcánico podría estar en la antesala de una erupción pliniana, como se conoce al tipo de explosiones que sepultó a la ciudad de Pompeya y que describió Plinio, pues en los pasados 500 años el volcán colimense ha tenido más de 30 erupciones de ese tipo; la más reciente ocurrió en 1913.
En una explosión pliniana, que de acuerdo con los registros históricos se presenta en el Volcán de Colima con una periodicidad de 100 a 150 años, se levanta una columna de ceniza de 15 o 20 kilómetros de altura a una velocidad de salida de rocas y gases hasta de 100 metros por segundo, y forma una gran nube.
La erupción puede durar horas y producir una lluvia de ceniza en un radio mayor a 30 kilómetros, generando además flujos piroclásticos por las pendientes hasta en un radio de 15 kilómetros, como ocurrió en 1818 y 1913.
En 1913, el Volcán de Fuego de Colima -que en realidad se ubica en el estado de Jalisco, pero toma el nombre de esta entidad- produjo un cráter de aproximadamente 500 metros de profundidad, que se ha llenado lentamente de lava, formando cíclicamente un domo o tapón que impide la salida del material desde el interior.
En 1991 el domo creció en varios bloques de lava y generó un colapso parcial de su cuerpo, ocasionando derrumbes de material incandescente y avalanchas de lodo y piedras (lahares). El 20 de noviembre de 1998 el volcán tuvo una erupción de carácter efusivo, con salida de lava, y demostró que su actividad interna sigue el comportamiento de siglos anteriores, en los cuales el ciclo eruptivo termina con un cambio en el estilo de actividad y produce una erupción de tipo subpliniana o pliniana.
Navarro añadió que en 1998 el volcán registró un patrón explosivo, pero a partir de mayo de 2001 empezó un proceso efusivo formativo de lava (roca fundida a más de mil grados centígrados), que al depositarse en el cráter y enfriarse con el aire comenzó a formar el domo o tapón. El volcán tiene acumulados 742 mil metros cúbicos de lava y cubre la mitad del cráter, cuyo volumen es de 1.4 millones de metros cúbicos.
Según el geólogo, en las condiciones actuales del volcán podrían presentarse dos escenarios: "el más probable, que el domo siga creciendo, llegue a la orilla del cráter y empiece a derramarse formando un flujo de lava; y dos, que el domo deje de crecer y se acumule presión de gas porque el cráter está tapado y produzca una serie de explosiones (como las ocurridas en 1999) que rompan poco a poco el tapón".
En el segundo escenario, cuando ocurre una explosión el volcán expulsa rocas y el radio al que llegan los bloques incandescentes no sobrepasa los 3.5 o cuatro kilómetros, pero el límite de seguridad es de cinco kilómetros de radio. Las poblaciones más cercanas son la colimense La Yerbabuena y la jalisciense Juan Barragán, ubicadas ambas a ocho kilómetros del volcán.
Este mes, reunión internacional
El coordinador del área de riesgo volcánico del Observatorio Vulcanológico, Mauricio Bretón González, informó que del 22 al 25 de enero se realizará la octava Reunión Internacional del Volcán de Colima, en la que participarán 130 investigadores y especialistas de 11 países.
Entre ellos se encuentran Servando de la Cruz, del Instituto de Geofísica de la UNAM; Robert I. Tilling, del Servicio Geológico de Estados Unidos, autor del libro Los peligros volcánicos; Ramón Ortiz, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, e Izumi Yokoyama, experto japonés.