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Ť Una afección pulmonar la mantuvo hospitalizada
durante mes y medio
Falleció Amparo Montes, una de las grandes divas
de la música en México
Ť Con ella termina la época del bolero como
proyección autobiográfica, dice Carlos Monsiváis
ERICKA MONTAÑO Y ANGEL VARGAS
Amparo Montes, una de las grandes divas del bolero, falleció
este sábado a los 78 años, luego de una afección pulmonar
que la mantuvo en terapia intensiva durante mes y medio.
Su nombre verdadero es Amparo Meza Cruz, nació
en Tapachula, Chiapas, en 1924. A los 14 años debutó en el
programa Quiero trabajar de la XEQ. En 1943, cuando cantaba en la
XEW, Emilio Azcárraga Vidaurreta cambió el nombre de la intérprete
y desde entonces quedó asociado al bolero que, en sus palabras,
"nació indiscutiblemente en Cuba, pero se hizo grande en México".
Dedicó
su vida a difundir ese género romántico y desde hace más
de 30 años cantaba en su propio espacio: La Cueva de Amparo Montes,
siempre acompañada de una guitarra y un piano. Del lugar, la intérprete
decía: "es un refugio de la canción romántica".
Recientemente grabó un disco con sus éxitos
al lado de Pepe Jara, quien la calificaba de "la única gema que
queda de la corona de la canción mexicana".
Para Carlos Monsiváis, la muerte de la cantante
representa el fin de una etapa de la canción en México: "Se
acostumbra decir, a la muerte de una persona prominente, que con él
o con ella termina una época. Muchas veces es simplemente retórica.
En el caso de Amparo Montes efectivamente termina una época, la
del bolero como proyección autobiográfica, biografía
de multitudes, sinceridad interpretativa, emoción genuina que las
canciones mismas renuevan.
"Fue intérprete de compositores muy centrales:
Agustín Lara, Gabriel Ruiz, Gonzalo Curiel, Alvaro Carrillo hasta
llegar a Armando Manzanero, pasando por autores menos conocidos pero igualmente
relevantes, como Mario Ruiz Armengol, Miguel Prado, Miguel Pous, los cubanos
y los puertorriqueños."
Rubrica el escritor y cronista: "Tenía una dicción
magnífica, sabía de los sitios en dónde enviar la
voz y hasta lo último fue cálida y convincente en sus interpretaciones".
Tania Libertad subrayó que la de Amparo Montes
es una figura central en la música y bohemia mexicanas.
"Gracias a ella se ha conocido y difundido gran parte
de la labor de Agustín Lara. Tiene un estilo bolerístico
muy personal. La suya es una personalidad muy fuerte", señala.
"Su principal legado, para los que tuvimos oportunidad
de verla y compartir a su lado, es haber aprendido y disfrutado de la autenticidad
de una artista de temperamento. Tenía una voz estupenda y una forma
de interpretar que no dejaba duda alguna a quien la escuchaba. A los cantantes
nos ha heredado el ejemplo de querer emularla."
La Cueva de Amparo Montes, según la intérprete
peruana, siempre se destacó como un referente de la vida bohemia
e intelectual: "Era visitada no sólo por músicos sino también
por intelectuales. Allí hemos tenido oportunidad de ir con Gabriel
García Márquez y Alfredo Bryce Echenique. Todo mundo gustaba
de ese ambiente, porque se cantaban canciones que difícilmente se
escuchan en otro lado. Se va a extrañar mucho ese ambiente que ella
propició en ese lugar".
''Quiero cantar hasta el último día
de mi vida''
En entrevista con La Jornada, Amparo Meza Cruz
definió así, en 1985, cuando celebró los 15 años
de uno de los templos de la cultura mexicana, La Cueva de Amparo Montes,
la realidad del país que rodeaba aquella metáfora de útero
donde volvía a nacer cada noche el romanticismo en forma de boleros,
ese pequeño local pletórico de sentimientos y emociones en
San Angel:
"Lo que me da un poco de tristeza es ver a mi país
como desamparado. Estamos llenos de problemas, todos tenemos miedo y esto
no lo había visto nunca, desde que tengo uso de razón.
"No sé, serán nuestros guías, no
sé qué será, pero yo siento a veces como una sicosis
de miedo que nunca había sentido ni de niña ni de joven ni
de madura. Había visto muchos problemas, sí, pero nunca había
experimentado esta inquietud. ¿Qué hace falta para hallar
una solución? Hombres. Mexicanos que amen a su país. Eso
necesitamos. Y volvemos a la palabra refugio. Aquí, a La Cueva,
vienen muchos a buscar sus recuerdos. Hay de todo aquí: millonarios,
jóvenes, gente humilde, viejos, artistas, muchos extranjeros latinoamericanos,
intelectuales. Este lugar es eso, un refugio."
Desglosaba la bolerista: "A La Cueva vienen muchos jóvenes
a conocer la canción romántica mexicana. Es sorprendente
la cantidad de muchachas y muchachos que se interesan por esta música.
Pero este pequeño lugar no es el adecuado para difundirla. Por su
desventaja ante la música gringa y la española ?la
que difunden los medios masivos de comunicación? la canción
romántica mexicana puede desaparecer".
Definía: "A los intelectuales los admiro muchísimo,
me parecen las personas más importantes en un país; la gente
que tiene ocupado el cerebro sabe dar muchas cosas. Hablo del intelectual
sincero, el que lo aprende lo sabe dar y no lo usa. Porque todos sabemos
que hay intereses creados. Pero la gente intelecual es la que necesita
el país".
Es el mes de julio de 1985. Amparo Montes, en su Cueva,
tamborilea con sus uñas blancas la mesa, retira los anteojos y quita
las marcas del puente de su nariz:
Se retrató: "soy una especie de... pues qué
le diré... pues de vieja cancionera que afortunadamente se ha mantenido
en un sitio que considero muy importante para mí. Quiero cantar
hasta el último día de mi vida. Por eso esta trinchera, que
es La Cueva, la defendemos mucho, porque es el refugio de quienes buscan
sus recuerdos y es el refugio, también, de muchos artistas que se
dedican a este género.
"Muchos vienen a este lugar buscando su pasado, porque
en el pasado encuentras mucho apoyo, cierta ternura, pero eso no significa
que seas un retrógrada o no quieras ya luchar para el futuro, no.
Todo esto es algo estrictamente sentimental. Además, hay mucha gente
que sólo tiene pasado y no tiene presente."