20an1esp
Ť Forman parte del elenco del Circo Atayde
Los Nocks, acróbatas que se juegan la vida a
más de 20 metros de altura
JAIME WHALEY
Indiscutiblemente que es gente de altos vuelos. Por encima
de todos se ganan el pan, desde donde tienen una visión de privilegio.
Se trata de los Nocks, cuarteto de intrépidos que
no se andan por las ramas en esto de desafiar el peligro.
Trepados en lo alto de sus perchas flexibles, a poco más
de 20 metros de alto, estos cirqueros de cepas, mantienen en un suspiro
a los espectadores con su acto culminante en la actual temporada del Circo
Atayde.
Carolina, Michelangelo y su esposa -de nacionalidad mexicana
y de apellido España- y Eugene Nock, ya se colocan sobre una superficie
pequeña pero lo suficientemente grande para que se puedan mantener
en posición vertical, ya sea de pie o de manos, y se empiezan a
mecer a esa altura, sin protección alguna más que un enorme
poder de concentración, para que las perchas de acero se empiecen
a agitar en ángulo de casi 45 grados que les permite acercarlas
entre si para que ellos se logren asir de las próxima y se cambien
de sitio ante el asombro de la concurrencia que literalmente permanece
al filo de sus asientos.
''O nos concentramos o nos rompemos la madre''
El circo, quizás la forma más antigua de
esparcimiento en el mundo, ha sido la vida de estos artistas de ascendencia
suiza pero avecindados en la península de Florida. Desde 1840, cuando
su bisabuelo fundó en Europa el cirque Equinox, ocho generaciones
más se han dedicado a ser artistas de altos vuelos, pues adicionalmente
a sus presentaciones en las carpas realizan actos a cielo abierto en helicópteros
y tienen su propia compañía aérea.
''No podemos distraernos en nuestro acto, requerimos de
una total concentración. Afortunadamente no hemos tenido ningún
accidente que lamentar''. explica Michelangelo al tiempo que su hermano,
Eugene, añade que en el acto que realizan no tienen protección
alguna, pues, compara, ellos son artistas profesionales que se juegan la
vida en cada intervención, al contrario de los cirqueros rusos o
chinos ?a los que no les resta mérito alguno?, que reglamentariamente
actúan con cables o redes de seguridad, debido a que muchos son
nada más practicantes pasajeros de las suertes en el redondel.
Su acto, recuerdan, tuvo sus orígenes hace siglos
cuando campesinos suizos se trepaban a los árboles y sostenían
competencias para ver quien lograba descender de lo alto de los pinos con
un canasto cargado con 60 kilos.
Para mantenerse en forma se someten a un riguroso régimen
de ejercicio que incluye levantamiento de pesas, dominadas en la barra,
carrera de 4 kilómetros, entre otros.
''Desde luego que estar fuerte es necesario pero cuenta
más la habilidad'', pues para finalizar su actuación se deslizan
de cabeza por el tubo practicamente en caída libre, ''y así
es muy fácil romperte la madre, por lo que hay que tener buenos
reflejos'', dicen.
Los Nocks, con la inclusión de su hermana Susana,
abren la función con otro temerario número, éste con
motocicletas en un cable a 12 metros de altura.