Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 16 de enero de 2002
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Política
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Ť Las anomalías de 99, descrédito a superar en marzo

Evitar rompimiento interno, desafío inmediato del PRD

Ť Amarres y descalificaciones rumbo al relevo del CEN

RENATO DAVALOS

El proceso interno del PRD rumbo a marzo se dirime entre profecías de fragmentación, el espectro de irregularidades de la elección de 1999 y la búsqueda de superar la cuota electoral de 20 por ciento en los comicios intermedios de 2003.

La caída de Armando Quintero y los encuentros sin resultados tangibles entre candidatos, gobernadores y directiva saliente configuran el escenario de las contradicciones históricas que esta vez sólo le garantizan al ganador la necesidad de establecer alianzas y pactos.

Las tribus han definido ya tres eventuales candidatos, hasta ahora. Los amalios están en la búsqueda de una justificación histórica, estigmatizados y criticados por sus "acercamientos al gobierno, negociaciones oscuras e incluso traiciones". Los chuchos, a su vez, resienten la sombra del voto en materia de reforma indígena.

Ambos representan el híbrido amachuchos que perdura bajo una "simbiosis tendente a fortalecerse rumbo a una candidatura común para hacer frente a Rosario Robles". La ex jefa del GDF parte de la rosca (Rosario-Cárdenas), con la apertura que le ofrece el "padrón histórico" y una sana distancia con Andrés Manuel López Obrador, quien prefiere la expectación. En el futuro necesitará un partido fuerte.

El resto de las corrientes, en tanto, buscan espacios que les permitan sortear el trance político más allá del 17 de marzo. Las voces de los cívicos, de los misoles, de los redires, de los mobis y del resto de corrientes, incluidas las protagonistas, hacen definiciones y predicciones acerca de la elección venidera. Ruptura o unidad, parece ser el dilema.

La historia de la izquierda está atada a los movimientos que se consumen y resurgen en las contradicciones. Es la historia de las matrices de los grupos que dieron vida al PRD y corrientes que perviven, y otras ya extintas.

En la trayectoria del perredismo todavía existen las remembranzas de los arco iris, de los priístas que provinieron de la Corriente Democrática con Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo a la cabeza, de los puntos, de Punto Crítico, que incluyó a Raúl Alvarez Garín, Marco Rascón y otros.

De los peces, del Partido Comunista, con Amalia García, Gilberto Rincón Gallardo; de la Corriente de Izquierda Democrática, que derivó en la trisecta, que incluía a la Asociación Nacional Cívica Revolucionaria, los cívicos de hoy, con Mario Saucedo; del Movimiento Revolucionario del Pueblo y del Partido Patriótico Revolucionario; de la Organización Izquierda Revolucionaria, Línea de Masas, en la que estaban Robles y Saúl Escobar; Partido de la Revolución Socialista, de los partidos Socialista y Revolucionario de los Trabajadores; de los movimientos sociales urbanos, como Nueva Tenochtitlan y Asamblea de Barrios; los foráneos, con Rosalbina Garavito, y los renés. Sigue un largo etcétera que pasó por la Corriente por el Cambio Democrático, en la que estaba Heberto Castillo, y los mapaches, con Rolando Cordera y José Woldenberg. Una dilatada historia política de grupos sin la que hoy no podría explicarse el PRD.

El fantasma de la impugnación

La directiva saliente de Amalia García llegó en medio de la impugnación de un proceso electoral irregular. Hoy ese fantasma se advierte como un riesgo para el 17 de marzo. La directiva se va en medio de los cuestionamientos por el "entreguismo" y el espíritu negociador extremo con el gobierno foxista, que linda en la traición, como acusan integrantes del Movimiento de Bases Insurgentes (Mobi).

Amalios y chuchos, distanciados al principio y a punto de culminar una candidatura común, se defienden. Entre ambos controlan 80 por ciento del Consejo Nacional. Los roscas cuentan con 15 por ciento y las corrientes encabezadas por Héctor Sánchez y Saúl Vicente el resto.

La del 17 de marzo será una elección gigantesca. Los perredistas sufragarán para escoger a su nuevo presidente y secretario general; los 32 dirigentes y secretarios estatales, los municipales, los de los comités de base; los consejeros nacionales, estatales y municipales, y los delegados al congreso. En total, el elector tendrá ocho boletas, por lo que se debe imprimir 27 millones de ellas.

En seis entidades se centrará la etapa definitoria del futuro perredista: estado de México, Tabasco, Michoacán, Zacatecas, Tlaxcala y Distrito Federal.

Un protagonista numérico es el grupo Corriente de Izquierda Democrática, de René Bejarano, hoy funcionario del GDF. Tiene el control de las principales organizaciones urbanas citadinas y sin su apoyo no podría explicarse parte importante del triunfo de López Obrador en la capital.

Hoy ha decidido apoyar a Rosario Robles y algunos interpretan que cuantitativamente la elección se ha cargado de un lado, aunque otros ponderan que los chuchos y los amalios tienen la estructura partidista. Bejarano de un lado, pero un par de delegados capitalinos, René Arce y Carlos Rosales, del lado de los chuchos. Y en ese vaivén político, Higinio Martínez, un ex chucho, que ahora es rosca.

Los cívicos, encabezados por Mario Saucedo y Humberto Zazueta, que favorecen a Rosario Robles, critican a la directiva saliente. "Vamos por el rescate del partido, de los principios de la izquierda", expresan. Junto con el Mobi, censuran que Amalia García haya firmado el acuerdo político nacional con el gobierno foxista, en una "nueva demostración de la negociación sin cortapisa que ha caracterizado a la directiva".

Los amalios responden: lo del fraude en el 99 es un "argumento bajo" que podría salir en la campaña que se avecina. Aunque fue una elección cuestionada, "nunca hubo pruebas de las irregularidades".

Tampoco puede acusarse a Amalia García, argumentan, de que pretenda manipular el proceso interno mediante la reafiliación, porque al final "ha sido una presidenta que ha sometido a consideración todas sus decisiones al comité". En una medida que se apeló ante el IFE, la Comisión de Reafiliación aprobó el uso del padrón histórico, que incluye más de 3 millones de nombres.

Integrantes de las corrientes plantearon que fue un triunfo para Rosario Robles. Sus seguidores habían insistido en este punto. Apenas unos días después de la decisión, se conoció la destitución de Armando Quintero, un abierto partidario de Robles. Son los escarceos de la contienda que vendrá, vaticinan algunos.

La voz de los chuchos también contrasta con las críticas a los integrantes del Comité Ejecutivo. Los que denuestan el acercamiento con el gobierno son los que en marzo de 99 quisieron hacer presidenta a García. Añoran los tiempos de las decisiones mesiánicas, se dice.

"No fuimos nosotros los que definimos las direcciones por cuotas. López Obrador integró esa fórmula. El riesgo del pleito interno puede derivar en una confrontación canibalesca. Nos anquilosamos en el discurso y cuidamos más el voto duro que a las clases medias", admiten.

Lo importante es evitar que esto termine en una lucha interna. "Entre nuestras virtudes -añaden los chuchos- figuran las propuestas alternativas. No estuvimos exentos de errores." ƑLos defectos? Condescender y habernos dejado llevar por cuotas internas y no haber defendido la necesidad de construir un partido, dicen.

Los cívicos, según los chuchos, hacen exactamente lo contrario de lo que postulan. Satanizan a quienes plantean visiones distintas a las suyas y los ponen en plan de traidores. Se erigen en inquisidores. Son guerrilleros de palabra. El grupo de Bejarano, indican, ha construido una fuerza con extensión territorial, soporte de López Obrador, pero es demasiado corporativo y con algunos escándalos encima.

Uno de los personajes cercanos a López Obrador estableció que él se mantendrá al margen. Con enorme escepticismo, aprecia la posibilidad de que se concrete la candidatura de un tercero en discordia en acuerdo con amalios y chuchos, que algunos han identificado: Alejandro Encinas.

Pero ese personaje citó que los "amarres" de Robles son débiles. Lo de Quintero, opinó, nada tuvo que ver con Rosario. Habrá sólo dos candidatos: Robles y Ortega. Pero si la diferencia es mínima habrá un gran pleito. La "sana distancia" de López Obrador con Robles, señaló, se definió con la exculpación de ésta. En el registro quedó la ausencia de la ex jefa del GDF y de Cárdenas en el informe del ahora gobernante capitalino.

En este rompecabezas la elección michoacana trazó rumbos con los intercambios entre García y Cárdenas. Las posteriores reuniones de la directiva con gobernadores y candidatos no han podido acordar "reglas claras" para evitar la descalificación y la eventual fragmentación.

El grupo de Héctor Sánchez, Saúl Vicente y otros miembros de la COCEI está en la disyuntiva de si lanza o no un candidato propio, lo que dependerá de las negociaciones. "Pensamos -reflexionó uno de sus integrantes- que el partido debe tener un perfil nítido a la izquierda. No de oposición a ultranza. El problema estriba en recuperar credibilidad ante la sociedad. Un partido que sepa conjugar habilidades políticas con sus planteamientos programáticos."

Se critica que las posturas políticas de quienes hacen mayoría en el comité han confundido a un partido moderno quitándole el sesgo social. Las resonancias de la corriente de Camilo Valenzuela y José Rueda anticipan que no apoyan a Robles. Le han ofrecido la candidatura a Martí Batres, pero no descartan una propia.

Para ellos, el asunto del padrón generará conflicto. No comparten visiones extremas como la del "rescate del partido", pero tampoco la "visión suave" de la actual directiva, si bien declinan señalar como traidor al comité que se despide.

Es la dialéctica de la izquierda mexicana que se consume y resurge en grupos. Una posibilidad no cancelada para el 17 de marzo con la disyuntiva entre ruptura o unidad para dejar la marginalidad electoral de 20 por ciento.

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