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Ť El nexo entre los repertorios de Cuba y México,
tema de su segundo disco
La pianista Yleana Bautista adopta la música
latinoamericana como su vertiente vital
Ť Más que lo perfecto, prefiere la emoción;
''oír más con el corazón que con la cabeza''
ANGEL VARGAS
Formada en la tradición pianística clásica,
en escuelas del ex bloque socialista, Yleana Bautista encontró que
su verdadera vertiente era la música latinoamericana, con mayor
apego a los autores de Cuba y los mexicanos de finales del siglo XIX y
las primeras décadas del XX.
Este
''descubrimiento" de la intérprete ?nacida hace 54 años en
La Habana y naturalizada mexicana?, ocurrió hace una década,
platica, cuando se avecindó de manera definitiva en México
y tuvo por vez primera la oportunidad de confrontarse con el repertorio
que más la definía vivencial y anímicamente.
La técnica no debe ser un fin
Bautista explica que sólo tenía como parámetros
los que se le impusieron durante su formación: Bach, Beethoven,
Mozart, Schumann, Rachmaninov, autores de los cuales no reniega; por el
contrario: no sólo los asume como indispensables sino asegura que
le pertenecen, pero ninguno de ellos le ofrece de manera tan pura, dice,
lo que los latinoamericanos: la posibilidad de dialogar sobre temas en
común.
Esa afinidad por autores de Latinoamérica y la
conciencia de que es una música poco difundida la inducen a promoverla
y así diseñó un proyecto discográfico que a
la fecha cuenta con dos álbumes: Música cubana (Quindecim),
presentado en 1998, e Impresiones, de reciente aparición.
La realización de este último disco fue
posible gracias al apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes,
y si el anterior se distinguió por ser un homenaje a la música
isleña, con temas de Ernesto Lecuona, Manuel Saumell e Ignacio Cervantes,
este nuevo material representa el enlace sonoro de Cuba con México
y también otros puntos del continente.
Producido de manera independiente, está integrado
por tres obras poco escuchadas de Ernesto Lecuona; la Serenata cubana,
de Cervantes; cuatro obras de Manuel M. Ponce, entre ellas Rapsodia
cubana, y seis danzas de Mario Ruiz Armengol. También incluye
tres danzas de Alberto Ginastera y la pieza Impressoes sereteiras,
de Heitor Villa-Lobos.
Asegura que no le interesa definirse como intérprete
clásica o popular, sino ''sólo como Yleana Bautista", y desaprueba
que se encasille la música:
Haberse formado en la rigidez y al disciplina de escuelas
y conservatorios de la ex Unión Soviética no es algo que
haya padecido la pianista, pero acepta que dentro de ese sistema ''existían
músicos que se maquinizaban, se obsesionaban por la perfección
y ponían a la técnica como fin y no como medio".
Pero ''eso depende de cada quien", agrega, y ''mi búsqueda
siempre ha sido encontrar aquello que haga vibrar el corazón, porque
si uno se deja guiar sólo por la cabeza, lo único que ambicionará
es el poder".
Rubrica: ''La música es una expresión del
ser humano y como tal no se debe buscar ese circo que representa la perfección,
sino la emoción que se es capaz de transmitir".