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PARTIDOS EN BUSCA DE DIRIGENCIAS
Las
tres principales fuerzas políticas del país se encuentran
actualmente en distintos momentos del recambio de sus respectivas dirigencias.
El hecho sería destacable en cualquier circunstancia porque, siendo
los partidos institutos de interés público subvencionados
con fondos del Estado, sus actividades internas han de estar sujetas al
escrutinio de la sociedad en general.
Adicionalmente, en la circunstancia actual, la renovación
de liderazgos en los partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional
y de la Revolución Democrática, requiere de la atención
pública porque se trata de circunstancias inéditas para esas
tres formaciones: el PAN se encuentra, por primera vez en su historia,
en la condición de partido gobernante; el segundo intenta realizar
su primera sucesión de dirigentes sin el agobio, protección
e imposición de la figura presidencial, y el tercero se enfrenta
a la desaparición de su antagonista fundacional: la presidencia
priísta y el régimen que la rodeaba.
Ninguno de los tres parece haber superado plenamente aún
la desorientación y el desconcierto de la caída de lo que
se conoció durante siete décadas como sistema político
mexicano.
Los procesos de renovación de dirigencias son muy
diferentes en los tres partidos, pero hay entre ellos un denominador común:
en los tres casos se realizan bajo la mirada de una opinión pública
que ha aprendido a distinguir con nitidez entre los usos partidistas democráticos
y transparentes y los desaseos cupulares y componendas que marginan a militantes
y simpatizantes. Por ello, de la limpieza con que se realice la selección
de liderazgos en cada uno de ellos --y de la impresión que causen
a la sociedad sus respectivos procesos internos-- dependerá, en
gran medida, la suerte y desempeño de esas organizaciones en los
comicios del año entrante.
En términos generales, cabe esperar que el nuevo
entorno político nacional --es decir, la primera presidencia no
surgida del PRI en siete décadas-- permita redefinir y clarificar
el papel de los partidos en la vida política. Es indudable la necesidad
de tales organismos, así como la pertinencia de seguirlos considerando
entidades de interés público.
En este sentido, y si se tiene una mínima noción
de los terribles excesos del autoritarismo y el hegemonismo, los costos
económicos de la democracia resultan inevitables, necesarios y hasta
deseables. Al mismo tiempo, es claro que la normatividad vigente del régimen
de partidos debe afinarse para evitar distorsiones de la vida pública,
como la fundación y operación de supuestos organismos partidistas
y asociaciones políticas que son, en realidad, negocios de particulares
realizados a expensas del erario.
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