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El proyecto de Teodoro González de León
y Alberto Kalach
El aeropuerto: una isla en la zona lacustre
JORGE LEGORRETA ESPECIAL
Durante el último año del siglo pasado,
este proyecto fue planteado como una utopía. Hoy, la moneda está
en el aire, pues en medio del debate y las protestas originadas por la
decisión de construir ahí el nuevo aeropuerto para la ciudad
de México, podría transitar de la utopía a la realidad.
Se trata de un audaz proyecto de un grupo de arquitectos
encabezados por Teodoro González de León y Alberto Kalach,
que forma parte de un plan urbanístico denominado Vuelta a la ciudad
lacustre, cuyo propósito es dar continuidad al Proyecto Lago de
Texcoco.
El
plan general surge en realidad en el seno de un taller de la Facultad de
Arquitectura de la UNAM. Tomando como base el pensamiento del doctor Nabor
Carrillo, proseguido por el ingeniero Gerardo Cruickshank, el proyecto
plantea que "el futuro desarrollo urbano de la ciudad deberá estar
regido por un plan de rescate hidrológico ambiental", destacando
el rescate de los lagos Texcoco, Chalco y Zumpango, así como diversos
ríos y canales existentes.
González de León define el propósito
del plan como una "reinvención de la ciudad lacustre" a raíz
del estudio sobre el proyecto original de Texcoco, el cual se proponía
la creación de una serie de lagos en el valle de México para
formar un sistema de regulación que evitara inundaciones, abasteciera
de agua potable a la ciudad y reciclara las aguas usadas para el campo
y la industria. En aquellos años, en los que era común desaguar
los lagos -escribe- la propuesta de Nabor Carillo de crear nuevos lagos
despertó su entusiasmo y su imaginación de una nueva ciudad
posible que recuperara la ciudad lacustre originaria y reviviera el gran
plan de los lagos como una solución integral del problema del agua.
(La ciudad y sus lagos, ed. Clío, pág. 9.)
Del plan general presentado, destaca lo mucho que hoy
ocupa y preocupa a millones de ciudadanos la construcción del nuevo
aeropuerto, las propuestas respecto al ex lago de Texcoco: Kalasch plantea
convertirlo en el polo de desarrollo más importante del Valle de
México a través de las siguientes acciones:
- Inundar a una profundidad de cuatro metros las 12 mil
hectáreas de tierras salinas y desérticas libres. Es decir,
crear un sistema de lagos para almacenar agua tratada que contribuya a
mejorar mediante su vaporización las condiciones ambientales de
la ciudad. Este nuevo sistema hidráulico crearía al mismo
tiempo, un nuevo litoral de 75 kilómetros (tres veces la bahía
de Acapulco) para usos urbanos y rurales, como centros culturales y deportivos,
hospitales, universidades, estadios, comercios, viviendas, talleres, industrias,
reservas ecológicas, entre otros.
- La recuperación de poblados y áreas deprimidas
de Ecatepec, Ciudad Azteca, Aragón, Nezahualcóyotl y Chimalhuacán,
transformando sus alrededor de 40 kilometros de litorales con lagos, parques,
calzadas y canales.
- Creación de islas para diversos usos y actividades,
entre la que destaca una para alojar ahí un nuevo aeropuerto.
- La comercialización para diversos usos, y con
enfoque inmobiliario, de aproximadamente 5 mil hectáreas recuperadas,
incluyendo las áreas de los litorales de la zona lacustre, las 800
del aeropuerto y otras 2 mil como áreas de reserva ecológica
para usos recreativos.
Con la excepción de ubicar en el agua un aeropuerto,
el proyecto de González de León y Kalash, retoma los planteamientos
hidráulicos de Nabor Carillo en el sentido de proponer la construcción
de un sistema de lagos interconectados para almacenar y regular agua tratada
y pluvial; aunque también excluye otros, como aprovechar la industria
del álcali y la venta de agua tratada a la industria.
La base económica del proyecto
Pero independientemente de las coincidencias para la recuperación
hidráulica, la base económica del proyecto radica en la venta
de nuevas zonas recuperadas que busca, según sus autores, reactivar
la industria de la construcción y el mercado inmobiliario. Es decir,
que su carácter autofinanciable no es ajeno, guardando las dimensiones
y los tiempos a los propósitos originales y el pensamiento de Nabor
Carrillo.
El problema central radica en saber sí todavía
existen los recursos suficientes para edificar un nuevo aeropuerto, con
toda la infraestructura hidráulica propuesta por el proyecto en
cuestión; principalmente por la reducción de inversiones
financieras internacionales a raíz de los acontecimientos del 11
de septiembre en Nueva York.
Para Cruickshank, actual titular del Proyecto Texcoco,
no hay duda de que el nuevo aeropuerto se acompañará de tales
recursos y las voluntades políticas para concluir las obras hidráulicas
en Texcoco. Sin embargo, la aparición reciente de proyectos del
aeropuerto sin áreas lacustres a su alrededor generan la incertidumbre
e indicios de que podría edificarse sin lagos a su alrededor.
De cumplirse este último escenario, la urbanización
de los terrenos del ex vaso del antiguo lago, perteneciente al municipio
y ejido San Francisco Atenco, así como los de propiedad federal
correspondientes al Proyecto Texcoco, representaría un serio peligro
para la sustentabilidad hidráulica de toda la zona metropolitana
de la ciudad de México. El mayor peligro de reducir o incluso suprimir
la capacidad de salida y regulación de las aguas negras y pluviales
se presentaría, ante una inminente inundación, hacia la zona
central de la ciudad de México, ubicada 5 metros abajo del nivel
del ex vaso de Texcoco. Estaríamos al borde de una catástrofe
hidráulica de proporciones inimaginables. De ahí que no esté
por demás dedicar un tiempo al análisis y la reflexión
del problema más allá de las pasiones financieras y partidarias.