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Ť Cerca de 600 personas asistieron a su presentación
Ofreció The Trey Gunn Band concierto no apto
para convencionales del rock
JUAN JOSE OLIVARES
The
Trey Gunn Band ofreció la noche del miércoles en el Salón
21 ante sólo unos 600 escuchas un concierto no apto para públicos
convencionales; es decir, fue ecléptico.
Los cuatro músicos -Trey, Joe Mendelson, Tony Geballe
y Bob Muller- dedicaron las casi dos horas a interpretar la música
de sus discos One thousand years, The third star, The joy of Molybdenum,
Playing with borrow time, Food for thought and (other vicious circles),
pero con sus versiones en directo.
Este fue el primer concierto ofrecido por la banda luego
de un año de inactividad en los escenarios, en el que Gunn giraba
con King Crimson y sus colegas, acompañando a diferentes artistas
por Estados Unidos.
Inició el refuego roquero la agrupación
La Barranca, comandada por José Manuel Aguilera y Alfonso André,
con la complicidad de Alejandro Otaloa (Santa Sabina) y Alonso Arreola,
para regalar sus rolas bien elaboradas, que iban construyendo un nicho
especial para la música de la banda estadunidense.
El inconveniente fue la falta de público, que pudo
haberse enriquecido con un grupo que recrea ambientaciones espaciales con
el uso de dos touch guitars, o warp guitars de ocho y diez
cuerdas, que fungen como bajos y guitarras al mismo tiempo, y tienen un
amplio rango de sonoridad.
No se quedó atrás el baterista y percusionista
Bob Muller que en cada oportunidad inyectaba ruidos de la India o Pakistán
con sus tablas, para facilitar el traslado mental de los presentes.
Pero la comunicación sideral la proporcionaron
los dos touch guitarreros, Gunn y Mendelson, así como el
guitarrista Tony Geballe, que lo mismo sonaban pesados como levitantes,
mezclando los leves toques de sus manos a su instrumento, con los sonidos
de las cajas de ritmos.
Musica instrumental con rock
Viajes siderales y de distorsión pueden ser los
calificativos que causó este grupo de apariencia sencilla, sin tanta
parafernalia, pero de intensa profundidad, que lo mismo nos remontó
a alguna villa celta de siglos anteriores que a ciertos a parajes de películas
como 2001: Odisea del espacio o Solaris.
"Básicamente somos un grupo de música instrumental
que desarrolla cierto tipo de rock. Estamos en el camino que nos ha llevado
el rock progresivo, el de una experimentación sonora de características
mundiales, pero que tiene como principio la improvisación; por eso
amamos tocar muchas veces en vivo", dijo Gunn a este diario en días
previos. Y en realidad lo cumplió, porque el gusto de tocar en vivo
afloraba de su rostro y su sensibilidad pudo respirarse.
Algunos en plan de broma gritaron a Trey que cantara.
Nunca hizo falta una voz, ya que las guitarras cantaron, y de una manera
hipnotizante, como para escucharlas en el más cómodo sofá
y volar.
The Trey Gunn Band sin duda diseñó cocteles
musicales con fuertes dosis de improvisación que dejaron rico sabor
de boca.