Ť Rompió el programa y acompañó a Vicente Fox en todas sus actividades en la isla
Castro logró reanimar las relaciones diplomáticas entre México y Cuba
Ť Quedaron atrás ''dudas'' y acusaciones mutuas entre funcionarios de los dos gobiernos
GERARDO ARREOLA Y JUAN MANUEL VENEGAS CORRESPONSAL Y ENVIADO
La Habana, 3 de febrero. Largos periodos de conversaciones -casi siempre a solas- provocados por la decisión de Fidel Castro de romper con el programa y acompañar todas las actividades de Vicente Fox Quesada en la isla, terminaron por reanimar una relación bilateral tensa en los meses recientes por las ''dudas'' y las acusaciones entre funcionarios de México y Cuba.
La visita del mandatario mexicano empezó con sequedad, apenas rebasando los límites de la cortesía elemental de uno y otro lados. Sólo con el transcurso de las horas se abrió espacio al discurso de la buena voluntad y lo que se pretende en términos diplomáticos y coloquiales: una relación entre México y Cuba ''estable, profunda... caliente''.
A las 10:30 el presidente de México, Vicente Fox Quesada, y su comitiva fueron recibidos en el aeropuerto internacional por el canciller cubano Felipe Pérez Roque, sin grupos populares, banderitas ni dirigentes del Estado o del Partido Comunista, ni Fidel Castro en persona, que hubieran sido, en el lenguaje cubano de los símbolos, síntomas de grados elevados de aprecio.
Requerido por la prensa, Fox salió del paso diciendo que consideraba su visita ''muy importante'', a los cien años de relaciones entre los dos países. Nada, pues, que despejara las ''dudas'' en la isla -y que el propio secretario de Relaciones Exteriores mexicano, Jorge Castañeda, reconocería más tarde- respecto a un eventual voto de condena de México a Cuba en materia de derechos humanos en la próxima sesión de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Empezó así la rápida ''visita oficial de trabajo'' de Fox por La Habana. Y entre la frialdad y la desconfianza que generaron aquellas dudas, acompañado por Pérez Roque, el mandatario llegó casi a las 11 de la mañana al Palacio de la Revolución, sede del Consejo de Estado y del gobierno. Subió la escalinata central, dispuesta con alfombra roja, y pasó a un salón donde lo recibió Fidel Castro.
De nuevo se reflejó la distancia. Castro estaba en uniforme ordinario. No salió a recibir a su invitado al pie ni al final de la escalinata, como en otros casos. No llevaba atuendo militar de gala ni el traje civil oscuro con el que subraya desde hace unos años su estima por escenarios o interlocutores. Estrechó la mano de Fox y conversó con su invitado unos tres minutos (''cómo va la agricultura'', fue el tema del inicial saludo), antes de pasar a otro salón, donde el visitante recibió honores militares.
El Presidente mexicano pasó revista a una guardia de honor, a los acordes del Himno del 26 de Julio, la marcha que acompañó al movimiento guerrillero que detonó la revolución cubana. Luego, los dos jefes de Estado saludaron a sus respectivas comitivas. Los cubanos, de riguroso traje oscuro. Varios mexicanos, de combinaciones o trajes claros, de tono informal. Fox mantuvo la formalidad con un terno azul oscuro y corbata perlada.
Castro estrechó manos. Con el canciller Jorge G. Castañeda fue breve. Al empresario Carlos Slim (que vino aquí ''interesado'' por el proyecto de rescate del Centro Histórico de La Habana) le dirigió unas cuantas palabras y le dejó caer el dorso en la solapa, en señal de familiaridad.
Los mandatarios pasaron a un tercer recinto para tomarse la foto oficial, y en una sala de juntas se reunieron con sus funcionarios en torno a una mesa de trabajo rectangular, donde efectuaron la primera ronda de conversaciones. Slim, en el extremo izquierdo del lado mexicano, protagonizaba en ese momento el insólito caso de un particular, sin cargo institucional, que formaba parte de una delegación oficial en pláticas privadas con representantes de otro gobierno.
Después de las conversaciones y una comida, y con un retraso de media hora sobre el ajustadísimo programa, Fox salió unos metros frente al palacio para depositar una ofrenda floral ante la estatua monumental de José Martí, que domina la Plaza de la Revolución de La Habana, el escenario de las grandes concentraciones en las últimas cuatro décadas.
Lo acompañaba el vicepresidente cubano, Carlos Lage, quien al final de la ceremonia reseñó para el mandatario mexicano y su esposa, Marta Sahagún, el perfil urbano de la capital que se aprecia desde esa elevación.
El ''hielo empieza a calentarse''
Las comitivas se dieron unos minutos para echar un vistazo al Memorial José Martí, museo dedicado al héroe nacional al pie del monumento. Al salir del recinto, Castro apareció -inesperadamente fuera del programa oficial- invitando a Fox a subir a su automóvil. Arrancó la caravana rumbo al casco antiguo de la ciudad, mientras los dos mandatarios prolongaban la plática durante los 15 minutos de trayecto.
La aparente tensión en el trato de los gobernantes pasó a relajarse. Eran las tres de la tarde.
-ƑTodavía están fríos? -se le alcanzó a preguntar al Presidente mexicano.
-No, no, al revés, (las relaciones) van calentándose muy bien y volviéndose más profundas. Son cien años los que hay detrás, así es de que esto habla del potencial que tenemos por delante.
En el Palacio de los Capitanes Generales, reliquia de la ciudad colonial, el historiador de la ciudad, Eusebio Leal Spengler, recibió la Orden del Aguila Azteca, con Castro como testigo. En un discurso formal, Fox elogió el trabajo del galardonado como promotor activo de la restauración del Centro Histórico de La Habana y de las relaciones bilaterales, como presidente de la Sociedad Cultural México-Cuba y del Grupo Parlamentario de Amistad entre ambos países.
''México y la amistad cubano-mexicana ocupan un lugar muy especial en su corazón'', dijo Fox de Leal, a quien reconoció su empeño en conmemorar los cien años (''cien años'', repitió) de relaciones diplomáticas entre los dos países. ''Un siglo de relaciones diplomáticas es símbolo de la fortaleza, de los lazos de fraternidad que unen a los pueblos de Cuba y México'', señaló.
''Las relaciones entre los dos gobiernos, estrechas, sólidas, han superado las más duras pruebas históricas gracias a la amistad entrañable que se profesan nuestras sociedades'', dijo Fox. Leal agradeció el honor en un discurso erudito, de memoria, como suele, sin tropiezos y con perfecta sintaxis.
La recuperación de La Habana vieja, dijo Leal, no es obra propia, sino ''de mi pueblo, de mi gente, de todos mis colaboradores que están aquí y de todos aquellos que en la estructura del Estado, encabezados por su presidente, han tenido la sensibilidad, la grandeza de poder ampliar hasta lo indecible el espacio en libertad en que habita la poesía creadora, única que es capaz de regenerar, de salvar, transformar, cambiar las leyes de la sociedad y de la historia''.
Castro y Fox ya no se separarían. Concluido el acto, nuevamente Fidel rompería el programa para dar toda su atención a su visitante y esposa.
''Pues a caminar todos''
Atrapado por un torbellino humano -cálido, festivo- que lo detuvo a las puertas del museo, repartía abrazos y saludos cuando fue alcanzado por Fox, quien se disponía a recorrer el centro de La Habana vieja, en proceso de restauración sus edificios y calles.
-šPero ya viene usted cambiado! šQué barbaridad! -llamó la sorpresa del gobernante cubano el cambio de ropa (ahora informal) del guanajuatense.
-Es una muda... para estar más cómodo... por el calor -convino Fox Quesada.
''Pues a caminar todos, Leal'', dijo el comandante para sumarse al recorrido, flanqueando a la esposa de Fox. El historiador de La Habana mostró entonces el camino que empezaría por la calle de Los Oficios y terminaría luego de casi media hora en el convento de San Francisco de Asis.
Por sus posiciones, el condecorado historiador concentró su atención en Vicente Fox; recordaron la visita que en 1999 hizo todavía como gobernador de Guanajuato, y destacaron la importancia de estos proyectos de rescate urbano de las ''joyas coloniales'' de los pueblos del continente.
Fidel Castro iba atento junto a la señora Sahagún, que escuchaba los comentarios del jefe revolucionario casi al oído. ''Maravilloso... estupendo... qué bien... qué bello'', se oyó la voz de Marta Sahagún, que en el convento, frente a la imagen de San Cristóbal, presumió al anfitrión: ''šEs San Cristóbal, comandante! Y así, San Cristóbal, se llama el rancho de Vicente''.
Y Fidel, sonriente, querido siempre por su pueblo, deslizaba sus manos al ritmo de Sobre las olas, el vals de Juventino Rosas interpretado por un pianista al pie del óleo de San Cristóbal...
Inversión extranjera en el proyecto petrolero cubano
La agenda siguió con una visita a la planta exploradora de petróleo y gas (Energas), lugar en que Fox recibió una amplia explicación del proyecto cubano para abrir a la inversión extranjera la explotación de esos recursos.
Conoció los términos a partir de los cuales Cubapetróleo (Cupet) fue autorizada (en 1995) por la Asamblea Nacional a llevar a cabo la exploración y la producción de hidrocarburos por sí sola o en asociación con compañías foráneas.
Cupet abarca las áreas de exploración, producción, refinería, lubricantes, suministro de gas, investigación y desarrollo, comercialización, ingeniería y exportación e importación. A partir de la política de apertura en estos sectores, la empresa cubana tiene contratados 17 bloques en tierra y aguas someras, con compañías de Francia, Suecia y España, que han significado una inversión de más de 650 millones de dólares en exploración y producción de crudo y gas natural.
La apertura, sin embargo, no implica que el Estado cubano haya perdido el control de la industria, pues existen los suficientes candados legales para asegurar que el gobierno resuelva y apruebe cada uno de los contratos y asociaciones; el modelo estipula plazos cortos para la recuperación de la inversión, y nunca una empresa extranjera podrá tener mayoría en las sociedades.
Cabe señalar que el interés del presidente Fox de visitar Energas, y conocer el modelo de apertura cubano, no conlleva el objetivo de alguna empresa mexicana por invertir en la isla, sino estrictamente el de ''conocer la experiencia'' cubana en este caso, sobre todo ahora que en México está a punto de abrirse el debate legislativo en torno a la reforma energética foxista.
La gira del mandatario mexicano por la isla concluyó con un recorrido por el Centro Internacional de Restauración Neurológica (Ciren) y una cena que Fidel Castro le ofreció en el Palacio de la Revolución.
Este mismo lunes, el presidente Vicente Fox regresó a la ciudad de México, luego de desayunar con representantes de la comunidad mexicana asentada en el país caribeño.
México, al margen de cualquier condena a la isla
México no promoverá directamente o con otros países un proyecto de resolución sobre Cuba en el próximo periodo de sesiones de la Comisión de Derechos Humanos (CDH) de las Naciones Unidas, que empezará en marzo en Ginebra, anunció aquí hoy el canciller Jorge G. Castañeda.
El secretario de Relaciones Exteriores, que acompaña al presidente Vicente Fox en su visita de trabajo a la isla, dijo a la prensa que en una reunión con su homólogo cubano, Felipe Pérez Roque, precisó la posición mexicana al respecto y mencionó la eventualidad de que la misma se traduzca en una abstención.
Pérez Roque afirmó la semana pasada, en declaraciones públicas, que cancillerías latinoamericanas promueven, presionadas por Estados Unidos, un proyecto que condena a Cuba en la CDH, sin descartar que una de ellas fuera la de México.
La precisión mexicana fue ofrecida en una reunión entre cancilleres, luego de que Fox y su anfitrión, el presidente Fidel Castro, abordaran el asunto ''tangencialmente'', en un comentario ''breve pero importante'', informó Castañeda.
''El gobierno mexicano, el gobierno del presidente Vicente Fox, no patrocinará ni copatrocinará ningún proyecto de resolución sobre el tema de Cuba, y votará sobre proyectos que presenten otros en función del contenido de esos proyectos'', dijo Jorge G. Castañeda. ''Y si dichos proyectos se parecen a los del año pasado, pues probablemente el voto mexicano también se parezca al del año pasado'', agregó el canciller, en alusión a la abstención mexicana en el tema. ''Fue importante la aclaración, porque entendí que quizás había una cierta desinformación aquí sobre la verdadera postura del gobierno mexicano''.