El neoliberalismo se quita la máscara
Vázquez Montalbán: el 11 de septiembre,
coartada para EU
LUIS HERNANDEZ NAVARRO ENVIADO
Porto Alegre, Brasil, febrero. Conocido sobre todo
por su obra como escritor, Manuel Vázquez Montalbán es también
analista político excepcional. Su Panfleto desde el planeta de
los simios es una obra clave en el análisis de la naturaleza
del neoliberalismo. En entrevista con La Jornada, el prolífico
autor analiza la naturaleza e implicaciones del Foro Social de Porto Alegre
para la izquierda internacional.
Expuso que en el encuentro hubo convergencia de la vieja
izquierda y los nuevos movimientos populares, al tiempo que se realizó
el inventario de las necesidades reales y la creación de cimientos
para el desarrollo de una nueva trama cultural.
El escritor catalán sostiene que la propuesta zapatista
de sociedad civil se parece bastante a las conclusiones que aparecieron
en el foro y que ve en ese movimiento un punto clave de las transformaciones
que vive la sociedad mexicana.
-¿Hay espacio para el pensamiento y práctica
de una nueva izquierda?
-Este foro es un encuentro y un diálogo entre lo
que queda de la antigua izquierda y los nuevos movimientos poscomunistas.
La vieja izquierda puede hallar aquí un nuevo código de acción
política, un inventario de necesidades reales, una fotografía
de la nueva realidad.
''Sin embargo, no se deben subestimar las dificultades
del foro. Se parte de códigos culturales diferentes e intenciones
distintas. Los mismos movimientos sociales que participan están
muy diferenciados en su interior. Están aquí lo mismo las
organizaciones de mujeres campesinas que una asociación que lucha
en contra del capitalismo especulativo, como es ATTAC. Los frentes de lucha
son muy diversos. Deberán avanzar en la constitución de centros
de información permanentes para promover la acción que nace
de la información. Los grandes medios no se ocupan de esta realidad,
salvo cuando los conflictos estallan y la forma en que lo hacen no es la
mejor. Se requieren centrales de datos, abastecidas por la red, que faciliten
las respuestas solidarias y ayuden a romper el aislamiento, semejantes
a lo que en México se hace alrededor de Chiapas''.
-Que el foro se realice después del 11 de septiembre
y de las protestas argentinas, ¿cómo influye en su desenvolvimiento?
-Acabo de escribir una crónica para El País
que se llama ''Entre Davos y Guantánamo''. Allí explico
cómo el 11 de septiembre se ha convertido en una coartada del neoliberalismo
para actuar como neoautoritarismo bajo la coartada de la neoseguridad.
Se busca restringir las libertades pretextando la fragilidad de la democracia,
utilizando casi la misma excusa que usó en su momento el fascismo.
No sería extraño que en este clima se lanzara una campaña
de descrédito en contra del foro, presentándolo como un elemento
distorsionador de la trama democrática, y que se buscara criminalizar
al FSM haciéndolo aparecer como factor de desestabilización
política en un momento clave. Ya usaron la violencia en Génova
y mataron a un joven. Hubo allí una advertencia para quienes creían
que las protestas eran divertidas. Ahora se les está diciendo: ''cuidado:
esto es serio''.
''La cobertura que ha dado la CNN en español a
Davos-Nueva York y a Porto Alegre es ejemplar. Informa profusamente sobre
la cumbre económica y el encuentro de aquí lo presenta como
si fuera resultado del espontaneísmo callejero. Están realmente
intranquilos con lo que sucede. En la reunión de Davos-Nueva York
hay una preocupación por dejar de ser los talibanes neoliberales
y presentarse con rostro social, interesados en atender a los pobres. Obviamente
se trata de maquillaje, pero el hecho de que se haya planteado el tema
de la pobreza es muy sintomático de que se aprecia que está
pasando algo que no sospechaban que se pudiera abrir''.
Una nueva trama dialéctica
-¿Qué impacto cree usted que tendrá
este foro?
-Hay aquí una fuerza organizativa muy difícil
de ignorar: muchísimos voluntarios críticos de la globalización,
con voluntad y capacidad para llevar adelante iniciativas solidarias. Se
trata de una red organizativa extraordinaria, imparable en muchos sentidos.
Estamos ante una nueva trama dialéctica, similar a la que en el
pasado enfrentó a amos y esclavos o a proletarios contra burgueses.
Una trama en la que se encaran globalizados contra globalizadores. Los
globalizados son todos aquellos que viven la alienación dentro de
un sistema (similar al de los obreros que viven con la venta de su fuerza
de trabajo) al que sólo pueden enfrentar desde las solidaridades
colectivas.
''La izquierda vivió las derrotas de los noventa
(que no se circunscribieron sólo a la caída del muro de Berlín)
como falta de expectativas. Durante años pareció que cualquier
multinacional sabía más sobre la realidad que esta fuerza
política. Este foro muestra que ese pesimismo se está remontando''.
-¿Se puede hablar de la existencia de un nuevo
sujeto social alternativo?
-Este movimiento tiene conciencia de que la globalización
es una máscara del antiguo imperialismo. La globalización
convierte al globalizado en un consumidor de mercancías que no consume,
o de consumidor de cosas que no necesita consumir, consumidor de una democracia
restringida y corrupta. El movimiento hereda y desarrolla una conciencia
crítica contra la globalización.
''Los nuevos sujetos coinciden, en parte, con las características
que tuvo el gran sujeto histórico del cambio de los siglos XIX y
XX, que fue la clase obrera, pero no se reúne en un sitio para trabajar.
No puede oponer la huelga como instrumento de lucha para cuestionar al
sistema; algunos sí, pero otros no. Ahora se da una mezcla de sujetos
de cambio a niveles diferentes y con gran pluralidad ideológica.
En este movimiento hay desde posanarquistas, poscomunistas, neoestatalistas
hasta nacionalistas oprimidos. Todos tienen en común denunciar el
desorden establecido que se presenta disfrazado de nuevo orden.
''La propuesta zapatista de la sociedad civil se parece
bastante a las conclusiones que están apareciendo aquí. Me
recuerda mucho una propuesta de los años setenta que decía
que había que luchar en las instituciones democráticas para
conquistarlas, pero también como órganos de combate social.
Se trata de una doble acción: la institucional-democrática
y la presión social.
''Además han asumido algo importante: no pueden
sólo quejarse. Tienen que dar opciones. Pasar de la actitud de la
queja a la cultura de la propuesta alternativa. En este sentido, las propuestas
de ATTAC son muy interesantes: eligen la acción del mercado como
deux ex machina de la nueva situación, o la necesidad de
corregir el sistema de comunicación. Han emprendido la realización
del inventario de las necesidades reales; han buscado convertir la necesidad
en el factor fundamental de la producción. Todo esto ya forma parte
de un saber que compite, que tratan de venderte los antagonistas''.
Argentina, prueba del fracaso del neoliberalismo
-¿Qué dicen los actuales sucesos de Argentina
a este movimiento?
-Es una prueba del fracaso del neoliberalismo. El gran
éxito del neoliberalismo lo consiguió en Chile, bajo una
dictadura militar. Los muchachos de Friedman y de la escuela de Chicago
enseñan la reforma económica de Chile bajo la batuta de un
régimen militar. En cambio, en otros lugares donde se han aplicado
las privatizaciones locas, el desarme de la capacidad regulatoria del Estado
y la pérdida de cualquier perspectiva social, como ha sido en Argentina,
la bancarrota ha sido total. Además ha habido factores añadidos:
la corrupción del poder político, las redes del narcotráfico,
el uso de la policía como elemento de control. Todo eso está
allí.
''En el encuentro de Nueva York la cuestión de
Argentina es un asunto fundamental. Es una prueba del fracaso del sistema.
''Observo que la CNN está transmitiendo los resultados
de unas encuestas para demostrar que la sociedad en general acepta la globalización.
En cambio, en el capítulo de negación, la mayoría
de los entrevistados se queja de la pobreza, de la desigualdad. Esto es
una contradicción y lleva a una pregunta: ¿a quién
se han hecho las encuestas? Los sondeos son previsibles.
''La aparición de estas tramas críticas
que estallan en Praga o en Barcelona (donde tuvieron que cancelar la reunión)
es muy reveladora de cómo se pueden sentir impugnados. Esa impugnación,
si no hay violencia, porque la violencia atemoriza a muchos sectores sociales,
es tremendamente concientizadora, ayuda a la gente a pensar y a darse cuenta
de que está viviendo una situación no deseable''.
-¿Significa eso que desde su punto de vista la
violencia tiene función desmovilizadora para la participación
popular?
-Depende de lo que se quiera. Yo creo que en estos momentos,
desde una perspectiva europea, tiene efectos negativos. Se está
en la fase de sumar y de convocatoria, de despertar a sectores dormidos
que con la excusa de la violencia dirían no a la participación
en el movimiento. Hoy no se puede jugar con tanta prepotencia mesiánica
como se podía jugar hace 50 o 60 años. La gente debe estar
convencida de lo que hace. La violencia podría ser negativa, no
la presión social, no la desobediencia civil. La violencia física
aterra a la sociedad civil.
-¿Este movimiento tiene potencialidades para contener,
transformar o reformar al neoliberalismo?
?Por lo pronto no. Tendría que alcanzar muchísima
más envergadura y estar en condiciones de discutir la hegemonía
aplastante del discurso neoliberal. Este discurso se ejerce en la mayoría
de los centros de formación, ha penetrado totalmente en las universidades.
La sabiduría convencional de la gente está contaminada de
neoliberalismo. Yo le he oído decir a un empleado de Telefónica,
a la que he reclamado para reparar una avería: ''no sé si
lo pueda arreglar... pero dentro de poco esto será privado y ya
verá cómo todo va a ser mejor...'' A este hombre igual lo
han echado cuando ha llegado la privatización. El mito de que lo
privado funciona mejor ha afectado a capas sociales muy amplias. Han tenido
25 años de hegemonía cultural indiscutible. La falta de un
canon antagónico de la izquierda lo ha facilitado.
-¿Cómo ve el papel de los intelectuales
en este momento?
-Hemos estado durante mucho tiempo pidiendo perdón
por ser intelectuales, hasta que nos hemos dado cuenta de que ese papel
no ha desaparecido. El lugar que ocupaba Sartre, el papel de gurú
de lo que debemos tener, aficionar, desear, hoy lo tiene el secretario
de la Bundesbank.
''El intelectual que creó ideología en España
durante el socialismo fue Solchaga, que era un hombre que aconsejaba que
teníamos que ser liberales. Ante eso hay que explicar que en la
división del trabajo hay quienes están en condiciones de
usar el lenguaje para decir algo, no se lo guardan para sí mismos.
Hay que hacer ciertas reconsideraciones, por supuesto, sin presuponer que
una palabra de Sartre va a cambiar la historia. Y ya que hay división
del trabajo y unos cuantos estamos en disposición de dedicarnos
a escribir y a pensar, valdría la pena hacer algo.
México, empantanado
-¿Cómo ve a México después
de poco más de un año de gobierno de Vicente Fox?
-Está pasando por un periodo de empantanamiento.
Un pantano del que no sabe muy bien cómo salir. Al zapatismo le
doy bastante importancia en lo que significa como elemento de ruptura.
No sólo como revuelta indígena, sino como una reforma de
lo que significaba un movimiento revolucionario. Es muy sensato lo que
dice: rechaza tener un orden social o dirigir un movimiento mesiánico
destinado a cambiar la historia o convocado por la historia para ser cambiado,
y propone que la sociedad civil profundice la democracia, la igualdad de
todos los mexicanos, incluyendo a las minorías étnicas. Eso
sigue siendo el principal desafío cultural, unido a un país
que tiene aspectos de primer mundo.
''Vicente Fox encarna como personaje una gran contradicción.
Llega a presidente de México representando a la Coca-Cola, pero
tiene que resolver todo lo que significa el zapatismo para que las reformas
que quiere impulsar puedan prosperar. Así es que tiene que ponerse
de acuerdo con los zapatistas. Los teóricos del posmodernismo dirían
que es un pastiche: Coca-Cola, zapatismo y Fox como ranchero''.