EUROPA Y EL SIMPLISMO ESTADUNIDENSE
El
ministro francés del Exterior, Hubert Vedrine, formuló ayer
una severa y justificada crítica a la política de Estados
Unidos en Medio Oriente y a su visión "simplista" en la lucha contra
el terrorismo, en lo que constituye la primera evidencia de una fractura
en el frente occidental, formado luego de los atentados criminales --y
hasta ahora inexplicados-- del 11 de septiembre.
El canciller francés destacó la incapacidad
de Washington de percibir las razones profundas de la hostilidad antiestadunidense
y antioccidental que persiste y se incrementa en numerosos puntos de Asia,
Africa y América Latina --la pobreza y la injusticia-- y lamentó
que el gobierno de George W. Bush se empecine en actuar de manera "unilateral
y sin consultar a nadie", en clara referencia a los aliados europeos de
Estados Unidos, y en lo que parece ser una reacción a los demenciales
señalamientos formulados por el propio Bush la semana pasada, cuando
se refirió a la existencia de un supuesto "eje del mal" formado,
presuntamente, por Irak, Irán y Corea del Norte.
En otro sentido, el titular de la diplomacia francesa
tomó distancia del respaldo ciego e incondicional del presidente
estadunidense al belicoso gobierno israelí, que parece haber logrado
su propósito de llevar los procesos de paz iniciados la década
pasada entre Tel Aviv y los palestinos a un deterioro irremediable. Al
respecto, Vedrine habló por su país y por los otros estados
europeos, los cuales, dijo, "son unánimes en su rechazo a la política
de la Casa Blanca en Medio Oriente".
Los señalamientos provenientes del Quai d'Orsay
tienen una autoridad moral indudable, habida cuenta de que, pese a sus
reservas y diferencias tradicionales sobre la política exterior
de Estados Unidos, Francia se solidarizó plenamente con ese país
tras los ataques de septiembre del año pasado, e incluso brindó
facilidades logísticas a Washington para su devastadora incursión
bélica contra Afganistán.
Independientemente de lo dicho ayer por Vedrine, el desatino
y la manifiesta improcedencia de la reacción estadunidense a los
atentados referidos fueron evidenciados ayer mismo nada menos que por el
director general de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), George Tenet,
quien sostuvo en una comparecencia legislativa que la red Al Qaeda --señalada
por Washington de haber perpetrado los ataques contra las Torres Gemelas
y el Pentágono-- prepara nuevos ataques contra "blancos en Estados
Unidos y nuestros aliados en Europa, Medio Oriente, Africa y el sudeste
de Asia".
Si las afirmaciones del jefe de la CIA fueran ciertas,
resultaría obligado concluir que no sirvieron de nada los miles
de millones de dólares invertidos por Estados Unidos en la destrucción
de esa organización fundamentalista y del país que la acogía;
que fueron vanos --también-- los esfuerzos, presiones y gestiones
diplomáticas para alinear al mundo contra "el terrorismo internacional";
que los portentosos adelantos tecnológicos empleados en la persecución
de Osama Bin Laden y sus secuaces son apenas algo más que juguetes
carísimos e inservibles, y que los bombardeos contra Afganistán
provocaron, en forma completamente inútil, miles de muertos, una
vasta destrucción material y un enorme sufrimiento humano.