Ť Poco aplaudible, abrir con esa producción germano-estadunidense el Festival de Berlín
Heaven, la nueva cinta de Tom Tykwer, deja asomar el lado cursi de un idealista romántico
Ť El realizador ni siquiera ensaya el tono lúdico de Corre Lola corre o el rebuscamiento formal de La princesa y el guerrero Ť La organización de la Berlinale, con cambios positivos
LEONARDO GARCIA TSAO ENVIADO
Berlin, 6 de febrero. Desde hace unos años, el festival de Berlín tiene la costumbre de abrir con una película alemana de atractivo internacional. Lo que no se traduce necesariamente en calidad. En 2000, le tocó a Wim Wenders evidenciar nuevamente su agotamiento expresivo con Million dollar hotel (aún no exhibida en México, lo cual puede ser una suerte); el año pasado, la elección de estrenar Enemigo al acecho, del francés Jean-Jacques Annaud, fue sonoramente abucheada (a nadie le importaba si fue filmada en Berlín con inversión germana), y esta vez, tampoco puede aplaudirse la decisión de abrir con un producto multinacional -y carente de personalidad- como Heaven (Cielo), nueva realización de Tom Tykwer.
Aunque es una producción germano-estadunidense, los diferentes créditos están respaldados por prestigio internacional: la acción se sitúa en Italia según el guión de los polacos Krzysztof Kieslowski y su tocayo Piesewicz; los actores principales son la australiana Cate Blanchett y el gringo Giovanni Ribisi, el director es el alemán Tykwer, pero sus productores ejecutivos son los también realizadores Sydney Pollack y Anthony Minghella. En su inicio, Heaven establece una serie de casualidades promisorias de un interesante desarrollo dramático, como era común en el cine de Kieslowski. Sin embargo, pronto se abre la sospecha de que el proyecto significó, quizás, una tarde de trabajo para el fallecido cineasta polaco y alguien decidió resucitarlo apoyado en su nombre.
Lo que Tykwer ha querido desarrollar es el encuentro amoroso entre dos almas gemelas en una comisaría de Turín: la inglesa Philippa, que ha querido matar a un narcotraficante con una bomba, y el policía italiano Filippo, enamorado de ella a primera vista y deseoso de ayudarla a escapar. El realizador ni siquiera ensaya el tono lúdico de Corre, Lola, corre o el rebuscamiento formal de La princesa y el guerrero para disfrazar su habitual carencia de una historia o de personajes complejos. En cambio, deja asomar el lado cursi que suele rondar a quien se presenta como un idealista romántico. Ya empezó mal la Berlinale 52, pero digamos que es parte de la tradición.
Extremas medidas de seguridad
Aunque no se siente un ambiente de paranoia, como en el territorio estadunidense, sí se han tomado extremas medidas de seguridad. Por ejemplo, se ha pedido a los invitados a la función y la fiesta de inauguración que muestren una identificación a la entrada. Lo más raro es que la invitación a la fiesta porta la leyenda "prohibido fumar en el salón", cosa realmente inaudita en Europa. ƑSerá para evitar que alguien encienda explosivos ocultos en los zapatos?
Por otra parte, se advierten algunos cambios positivos en la organización. Hay más proyecciones para la prensa y se han ampliado los espacios para el desempeño de su trabajo (la oficina de redacción ya no parece jaula, digamos). Lo que sí no se ha visto por ningún lado es el transporte gratuito que, en teoría, hace el recorrido entre hoteles alejados y el centro del festival. Nomás el banderazo del taxi ya sale en varios euros.