ANDANZAS
Glass, las alas del espíritu
Colombia Moya
LARGAMENTE ANUNCIADO, EL maestro Philip Glass por fin
se presentó en el Palacio de las Bellas Artes el miércoles
6 de febrero a las 20 horas en una secuencia de funciones que continuará
diariamente hasta hoy, en el mismo recinto. Algo insólito y afortunado
para un público que bien sabe lo que no hay que perderse.
SU FASCINANTE MUSICA adquiere perfiles trascendentales
en el matrimonio de alma, corazón y vida con la imagen cinematográfica,
misma a la que está dedicada esta serie de conciertos, encabezada
por el gran compositor y el Philip Glass Ensemble bajo el título
de Philip on film. Cinco películas han mostrado la portentosa
relación de la música y la imagen en movimiento, en la que
la creatividad, el talento y una asombrosa percepción del mundo
y sus criaturas en manos de realizadores cinematográficos como Peter
Greenaway, Godfrey Reggio, Shirin Neshat, Atom Egoyan y Michael Ronver
son capaces de mostrarnos en las alas asombrosas de la música de
Philip Glass.
CON AGUDISIMA MIRADA recogen las más recónditas
expresiones de bestias y seres humanos en la obra Shorts, para transportarnos
al corazón mismo del mundo prodigioso que habitamos y cómo,
de manera implacable, una fuerza diabólica nos obliga a ir destruyendo
las fuentes esenciales de la vida, la belleza derrotada de la naturaleza,
la pureza virginal de la conciencia infantil allanada implacablemente por
la televisión.
SI ESTA GENTE fuera marxista en su mejor época,
tal vez no habría podido hacer una mejor y más serena y auténtica
reflexión sobre el contenido, la dinámica el ritmo y el espacio
del mundo que nos rodea y las graves implicaciones que nuestra condición
indefensa, inerme y vulnerable producen en las más insospechadas
regiones del planeta.
Espectáculo arrasador
LA PODEROSA BELLEZA de la música de Glass y de
las imágenes cinematográficas que, paralelamente a la ejecución,
se suceden en una gran pantalla en el escenario de nuestro máximo
foro, hace volar nuestro espíritu en un vértigo inevitable
de manera sobrecogedora, pues tanto en Shorts como en Powaqqatsi,
con el aliento contenido y las entrañas estrujadas asistimos de
lleno al espectáculo arrasador de la condición de la criatura
humana en situaciones infrahumanas en las cuales posiblemente los esclavos
faraónicos se ven pálidos ante la violencia del mundo de
hoy.
EN PO-WAQ-QA-TSI, QUE en la antigua lengua hopi significa:
powaq, hechicero, y qatsi, vida, lo que significaría "una identidad,
o forma de vida que consume la energía de otros seres para continuar
con la propia", el director Godfrey Reggio nos muestra de inmediato y sin
preámbulos un hormiguero humano convertido en tamemes enlodados
de pies a cabeza transportando la pesada carga que en un país sin
nombre, tal vez Brasil, remontan la empinada ladera resbalosa y mortal,
para apenas ganar un salario miserable, donde Dante tal vez no hubiera
podido describir mejor el infierno de la tecnología. "El impacto
de la sociedad tecnológica del hemisferio norte sobre las culturas
tradicionales del hemisferio sur, es lo que quiso mostrarnos el señor
Reggio y que condujo a Philip Glass a utilizar música regional de
muchas partes del mundo dando como resultado un peculiar estilo de música".
Millones y millones de criaturas convertidas en simples bestias de carga
para consumir apenas unos granos y llenar el estómago del mundo,
el poder.
UN SENTIMIENTO DE VERGÜENZA e impotencia irremediable
parece invadir la conciencia de la gente, pues la genealogía de
los bienes materiales, de nuestro pan y alimento, parecen haber sido amasados,
creados y construidos con sangre y lodo; indiferencia y una repugnante
impotencia de quienes para vivir, involuntariamente, debemos exprimir a
seres humanos, aun desde la más tierna edad, dejando claramente
de manifiesto que Po waq qatsi, el vampiro del mundo moderno y su sistema
de vida es el clímax, la cumbre de todos los horrores de la humanidad,
ahora refinados, corregidos y aumentados en su crueldad y violencia, porque
sustrae el alma, el espíritu y la esperanza de los seres humanos
y del planeta que habitamos.
CONTRASTA, SIN EMBARGO, la imagen poderosa, el glorioso
himno de las imágenes de estas culturas doblegadas y explotadas,
mancilladas, pero no vencidas. La fuerza de sus vidas, su color y sus pies
descalzos aún golpeando la sagrada tierra en el rito ancestral de
sus ceremonias y rituales, fiestas y regocijos para celebrar el sol, la
cosecha, la vida de quienes evidentemente no necesitan el becerro de oro
para celebrar el prodigio de la simple existencia en las tumbas-cárceles
de calles estrechas y rascacielos apiñados, grises como lápidas,
bajo el sordo cotorreo de las imágenes de la publicidad y sus productos,
apenas vidrios y cuentas de colores. La celebración optimista y
formidable de Reggio y Glass consuela nuestro corazón apachurrado,
la sorda rabia de tanta injusticia y desazón, tanta ceguera y voracidad
que parecen habernos robado la esperanza para siempre. Así pues,
Philip Glass, como artista, con el cine, aunque también ha hecho
mucha música para danza y es favorito de coreógrafos en el
mundo actualmente, rebasa las fronteras de su especialidad para convertirse
en un visionario, un filósofo; un hombre genial y humilde, con cara
de sacerdote que percibe la fuerza, la belleza y la tragedia de esta pobre
humanidad doliente. Hoy, Glass en Bellas Artes.