ASTILLERO
Julio Hernández López
EL NOMBRAMIENTO de Marcelo Ebrard como subsecretario de Seguridad Pública es una maniobra de emergencia que ayudará a Andrés Manuel López Obrador a ganar tiempo y a recuperar presencia en el partidizado duelo de formalismos que él hubo abierto, con aparente impericia, a la hora de decirle adiós a Leonel Godoy y de pretender la imposición de Francisco Garduño como bateador designado.
EBRARD HABIA SIDO el hombre elegido por López Obrador para ocupar desde el principio de su periodo la Secretaría de Seguridad Pública. Pero a Marcelo no le pareció suficiente ni atractivo el cargo, no sólo por haber ocupado antes el de secretario general de Gobierno, con Manuel Camacho Solís, sino, además, porque su formación y sus objetivos están más cercanos a la teoría y a la práctica netamente políticas, que no a la ingrata tarea de lidiar con uno de los cuerpos policiacos de la ciudad de México. A algunos de quienes observaban con cuidado los a veces inexplicables descartes y encartes con que López Obrador iba formando su equipo original, les pareció que el habilidoso tabasqueño había ofrecido intencionalmente a Ebrard -una especie de Robin de las aventuras del Batman Camacho en Ciudad Gótica- un puesto claramente inaceptable, para así despojarse de la carga simbólica y real que significaría al gabinete capitalino la concesión de una cuota de poder al políticamente siempre apetitoso presidente de lo que se da en llamar Partido de Centro Democrático. Ebrard tuvo la elegancia de no aceptar ni ese cargo de primer nivel ni otro de menor jerarquía, como sí lo hizo algún otro candidato a la jefatura capitalina que había declinado su endeble postulación para apoyar a López Obrador.
AHORA, LUEGO DE DEDICARSE activamente a la defensa de ahorradores defraudados, Ebrard llega a Seguridad Pública, pero no como secretario, aunque sí en condiciones políticas diferentes. Arriba al cargo de subsecretario para darle un respiro a López Obrador, y a Manuel Camacho Solís la posibilidad nostálgica de restaurar en miniatura las glorias del comisionado para la Paz y la Reconciliación, no para asuntos chiapanecos sino capitalinos, esta vez entre el Presidente de la República y el jefe del gobierno chilango, con el neopanista Alfonso Durazo nuevamente en el papel de secretario particular incómodo.
LOPEZ OBRADOR TIENE, por tanto, desde ahora, una alianza política a la que falta mucho para ver si llegará hasta el 2006 pero que, por lo pronto, le permitirá eludir sin desdoro el cerco que le fueron tendiendo desde Los Pinos para aprovechar su más reciente pifia. Usese el tono declamatorio que se quiera, y barnícese el alegato con los agregados que se desee -uno de ellos, argüir que el revire presidencial se debió a la oposición del gobernante capitalino a los incrementos al cobro de energía eléctrica-, pero no es posible ocultar el hecho palmario de que Andrés Manuel actuó con imprudencia -o soberbia, o tal vez, como se explicará líneas adelante, visión o información privilegiada- en el caso Godoy-Garduño. Es indefendible la tesis de que una llamada telefónica a un secretario particular, para informarle sobre decisiones políticas tomadas unilateralmente, puede entenderse como la notificación formal de un asunto cuya facultad decisoria reside precisamente en el tardía, impropia y dolosamente informado. Al Presidente de la República no se le puede avisar telefónicamente, por la vía del secretario particular, de que ya cesaron los efectos de un nombramiento que él había hecho -Godoy, a propuesta de López Obrador- y que ya está listo el nombre de quien deberá suplirlo. Mucho menos si esa llamada se hizo horas después de que en rueda de prensa se había dado tal información.
LA PATINADA TROPICAL fue tomada al vuelo por Los Pinos y Bucareli. Tal vez sea cierto que Gobernación se ha convertido en la secretaría de la facción panista jefaturada por Diego Fernández de Cevallos, pero en este lance el tabasqueño fue quien se puso, como tal vez diría el presidente Fox en su lenguaje coloquial, "de a pechito". En la casa presidencial, según eso, el enojo fue mayúsculo por lo que se entendió como una grave falta de respeto al Ejecutivo y sus facultades legales. De allí se enderezó la campaña que incluyó a diputados federales panistas pidiéndole al Presidente que actuara sin presiones para retomar el control de la seguridad pública en el Distrito Federal. El delegado en Miguel Hidalgo, Arne aus den Ruthen Haag -quien ayer tuvo un numerito más, ahora riñendo con un guardia privado cuando encabezaba retiros de automóviles mal estacionados-, confeccionó de inmediato un expediente negro contra el candidato del gobierno perredista a suceder a Godoy, Francisco Garduño. La idea era impedir que el perredista pusiera a alguien de su entera confianza y obligarlo a presentar una terna de la que el Presidente habría de escoger al definitivo.
DE TAL EMBROLLO está saliendo el tabasqueño con menos raspones de los merecidos. Con Ebrard virtualmente al frente de la secretaría, puede llevarse el tiempo que sea necesario la recomposición de los entendimientos entre Fox y López Obrador, que éste llama "tregua". Luego, en lugar de la guerra abierta entre ambos, la designación convenida de Ebrard, que sería un secretario neutral, aceptable para ambas partes. Y ahí es donde encaja la posibilidad de que, a fin de cuentas, esta no haya sido sino una tempestad intencionalmente provocada en un vaso de aguas telefónicas y mediáticas, con la cual López Obrador se habría adelantado a la intención presidencial de pelearle la designación del nuevo secretario de Seguridad Pública y, al echar por delante a Garduño, quemándolo, acabar negociando el pago extemporáneo de deudas políticas de campaña con Ebrard-Camacho y hacerse de un ambiente de confrontación contenida que le permita días más delante declararse el mártir del segundo piso si es que la mayoría legislativa de la Asamblea capitalina le niega fondos para su obra magna.
PERO, MIENTRAS TANTO, hoy en Morelia Lázaro Cárdenas Batel toma posesión de la gubernatura de Michoacán, con un equipo en el que destaca un disciplinado militante de partido, un político partidista y no profesional: Leonel Godoy.
ASTILLAS: CONVOCADA POR LA ONU, va ganando presencia en los medios de comunicación la conferencia sobre "financiación" del desarrollo que se realizará en Monterrey del 18 al 22 de marzo. Algunos lectores han ingresado al correo electrónico de esta aula literaria para preguntarse si tal palabra es correcta. Lo es. La Real Academia Española define indistintamente "financiación" y "financiamiento" como "acción y efecto de financiar". Sin embargo, en México es más usada la segunda, y por ello parece rara o incorrecta la primera... De la Madrid dice que está dispuesto a hablar ante autoridades respecto del 68. Luis Echeverría, mientras tanto, da una entrevista a una cadena de diarios en la que, entre otras cosas, alerta a los mexicanos ante los riesgos de una tercera guerra mundial... Y, por esta semana, es todo. El próximo lunes volverá este folletín, con la pena de que Beto y Bety siempre no debatirán...
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