Falta reconocer ante la ley la inocencia de
los liberados y reparar el daño: Centro Pro
Justicia a medias en excarcelaciones ordenadas por
Fox
Presión del exterior sí hubo, dice la
Comisión Mexicana de Defensa de Derechos Humanos
BLANCHE PETRICH
El Ejecutivo federal ha ejercido en los últimos
cuatro meses sus facultades para liberar a cinco presos y descargar los
pendientes en materia de derechos humanos, que le representaban un alto
costo político ante organismos internacionales, pero en ninguno
de los casos -los dos campesinos ecologistas de Petatlán, dos purépechas
del lago de Pátzcuaro y el general José Francisco Gallardo-
hubo pleno cumplimiento de la justicia.
La inocencia de los liberados no quedó legalmente
establecida; no hubo rectificación de los viciados procesos judiciales,
y para los servidores públicos que intervinieron en los procedimientos
-desde policías y militares hasta agentes del Ministerio Público
y jueces?-no hay obligación alguna de responder por sus acciones,
a pesar de que al menos en un caso, el de Guerrero, hay denuncias de tortura.
Otros casos significativos de presos que reclaman solución
lejos de los reflectores internacionales, como el de Erika Zamora, presa
en Chilpancigo, o los dos dirigentes del Frente Independiente de Organizaciones
Zapatistas (FIOZ), Sergio Jerónimo Sánchez y Anselmo Robles,
encarcelados en Querétaro desde hace cuatro años, esperan
mientras tanto la revisión de sus expedientes.
Las excarcelaciones recientes son "tres signos de buena
voluntad, pero ninguna de estas gestiones presidenciales tiene impacto
en la deficiente estructura de procuración de justicia", a juicio
de Mario Patrón, del departamento jurídico del Centro de
Derechos Humanos Agustín Pro.
Según el análisis de este abogado ?que se
encargaba junto con Digna Ochoa de la defensa de los campesinos guerrerenses
presos en Iguala?, a pesar de sus orígenes tan diversos, las soluciones
a los casos de Petatlán, Pátzcuaro y Gallardo tienen denominadores
comunes: no reconocen la inocencia de las víctimas ante la ley,
no cumplen con el requisito de reparación del daño y no garantizan
que desaparezca la violación al derecho humanitario.
Petatlán: con la credibilidad herida
El
asesinato de la abogada Digna Ochoa puso en un serio entredicho la capacidad
del gobierno foxista de crear una nueva situación de respeto a los
derechos humanos. A partir de ese atentado, las consultas que tenían
lugar entre las organizaciones defensoras de las garantías individuales
y la cancillería, para analizar las líneas de acción
ante los organismos internacionales, se intensificaron e incorporaron a
representantes de la Secretaría de Gobernación.
Fue en ese marco cuando se hizo el anuncio de la orden
presidencial de excarcelación de Rodolfo Montiel y Teodoro Cabrera,
"por razones humanitarias".
Era un caso típico de la injusticia nacional. Montiel
era líder de un movimiento de resistencia en contra de la depredación
forestal, en la que comparten complicidades compañías madereras
extranjeras
y caciques locales en Petatlán. Entre varios hechos de sangre, el
2 de mayo de 1999 fue atacada la casa de Cabrera. Ambos fueron detenidos
por soldados y retenidos ilegalmente en cuarteles militares, donde fueron
torturados. Se les fabricó el delito de cultivo de droga, a pesar
de que ninguno de los dos tiene tierras propias.
El caso logró atraer los reflectores del extranjero.
Amnistía Internacional los declaró presos de conciencia,
y tres importantes organismos de ambientalistas les otorgaron reconocimientos.
El Centro Agustín Pro, mediante la abogada Digna Ochoa, asumió
su defensa. En el proceso fueron puestos en evidencia los militares que
habían torturado a los detenidos, lo que se tradujo en una campaña
de amenazas de muerte que la persiguió hasta que se cumplió
el peor de los pronósticos, su asesinato, tres años después.
Desde los inicios del gobierno foxista se comentaba que
el Ejecutivo "en algún momento" iba a liberar a los ecologistas.
Pero la actuación del Ejército estaba en juego, y el general
Rafael Macedo de la Concha hizo explícita su posición cuando
la PGR ratificó su denuncia en contra de los presos, condenados
a 10 años de cárcel.
Dos semanas después del asesinato de Digna Ochoa,
Fox debía comparecer ante la Asamblea General de la ONU. El contexto
interno no podía ser peor para su imagen externa. Era necesario
un golpe de efecto y lo dio. La fórmula para ordenar la excarcelación
de Montiel y Cabrera fue por "razones humanitarias".
"Lo que falta" en este caso es, en primer lugar, la consignación
y juicio a los responsables de la tortura. El Pro representa a los dos
acusadores en su demanda en contra de los militares Artemio Nazario y Calixto
Ramírez Salmerón. Una recomendación de la Comisión
Nacional de Derechos Humanos atribuye también responsabilidad de
este acto a los comandantes del 40 Batallón de Infantería,
de la 35 Zona Militar y de la novena Región Militar.
Pátzcuaro: solución inconclusa
En el caso de los pescadores de Pátzcuaro, señala
Héctor de Jesús, asesor de la Unión de Pescadores,
"el indulto no es lo que esperábamos, pero queríamos tener
afuera a los compañeros y se aceptó esa solución,
aunque implicara reconocer que se cometió un delito".
El primero de febrero, el presidente Vicente Fox sorprendió
con otra excarcelación, la de Aurelio Guzmán, presidente
de bienes comunales de Pátzcuaro, y el pescador Leocadio Ascencio
Amaya. En esta ocasión recurrió a su facultad de indulto,
ya que revertir una sentencia de 20 años de prisión por "privación
de la libertad" representaba una enorme complicación jurídica.
Pero la fotografía de los sonrientes excarcelados
no marca el final feliz de la historia. Por el contrario, a la vuelta de
la esquina, ya en marzo, asoman nuevos problemas. El conflicto se originó
hace dos años, cuando dos técnicos de la Procuraduría
Federal de Protección al Ambiente (Profepa), sin la autorización
correspondiente, pretendieron confiscar redes de los pescadores, pero fueron
retenidos por la población. Guzmán y Leocadio fueron acusados
de secuestro y sentenciados a 20 años de prisión.
Este
proceso, señala Héctor de Jesús, "refleja el choque
del derecho indígena con la jurisdicción federal y las prácticas
arbitrarias de las autoridades". A pesar del indulto, ambos quedan privados
de sus derechos de ser postulados para un cargo de elección popular.
En los próximos días, la Unión de Pescadores intentará
negociar con la Secretaría de Gobernación y otras instancias
una fórmula de amnistía, ya que además están
pendientes dos órdenes de aprehensión, por la causa ya indultada,
de dos pescadores más, Galdino Quiroz y Gamaliel Ascencio Amaya,
hasta hoy prófugos.
"Más que opinar si el indulto es una solución
regular o irregular ?opina el asesor de la unión?, nos interesa
solucionar lo más urgente, que es la suspensión de la veda
que podría reanudarse en marzo. Y el trasfondo: las formas de largo
plazo para garantizar la producción pesquera y la sobrevivencia
de los pescadores de Pátzcuaro". Para lograrlo están dispuestos
a tocar todas las puertas que sean necesarias. Para ello estarán
en el Distrito Federal la próxima semana.
Gallardo, salida irregular
La excarcelación del general José Francisco
Gallardo sacó algunas de las castañas más quemadas
del fuego de la presión internacional, pero las secuelas del irregular
proceso que protagonizó la Secretaría de la Defensa en 1977
todavía tiene cabos sueltos que solucionar. Fabián Sánchez,
de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de Derechos
Humanos, niega que la solución jurídica al caso Gallardo
?reducción de pena? sea una "salida irregular". Al contrario, aclara,
fue propuesta por la propia comisión, que hasta hace poco más
de un año era dirigida por Mariclaire Acosta, actual subsecretaria
de Derechos Humanos de la cancillería.
Oficialmente esta ONG ha puntualizado que la medida que
permitió la excarcelación del militar es "un avance", pero
es todavía una solución parcial. El organismo se ha manifestado
dispuesto a seguir acompañando las gestiones de Gallardo ante la
Suprema Corte y ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
para impugnar, aun estando libre, el fallo del consejo de guerra que lo
declaró culpable de malversación de fondos y enriquecimiento
ilícito.
"Todavía quedan vías abiertas para lograr
que el Poder Judicial se pronuncie en torno a su inocencia", aclara. Sin
embargo, admite que la irregularidad de origen, que fue un acto de arbitrariedad
por parte del Ejército, según el fallo de la Corte Interamericana,
ya no tiene posibilidades de rectificación. "Para la Secretaría
de la Defensa es un caso cerrado. El amparo que todavía podría
interponer el general serviría para demostrar ante la justicia civil
que las sentencias del fuero militar no fueron apegadas a derecho".
Agrega que "si el presidente Fox actuó movido por
razones de presión política más que por sus convicciones
y por un razonamiento jurídico, solo él lo sabe. Lo cierto
es que presión política sí hubo, y mucha". Más
de 30 mil cartas de 22 países fueron dirigidas al Ejecutivo para
exigir la libertad del general. Además, el gobierno estaba obligado
a cumplir el fallo de la CIDH.