"Por razones de género" las internas
viven en peores condiciones que los hombres
Recomienda la CNDH a gobernadores y a la SSP mejorar
la situación de reclusas
Carecen de servicios de salud, áreas ventiladas
y algunas son víctimas de explotación sexual
Sólo 11 de los 446 penales del país fueron
construidos para albergar a mujeres
VICTOR BALLINAS
En las prisiones del país las mujeres son discriminadas.
Viven en peores condiciones que los hombres, y conviven en áreas
reducidas y hacinadas. Carecen de servicios de salud, áreas ventiladas
y, en algunos casos, padecen explotación sexual. Sus condiciones
de vida violan los derechos humanos y los artículos 4, 18 y 29 de
la Constitución.
La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH)
sostiene lo anterior en la recomendación general tres, sobre mujeres
reclusas, que emitió ayer a gobernadores, al jefe de Gobierno del
Distrito Federal y al titular de la Secretaría de Seguridad Pública
federal. José Luis Soberanes, presidente de la comisión,
sostiene que además de violarse la Constitución se trasgreden
ordenamientos internacionales, entre ellos la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, la Convención sobre la Eliminación
de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, los Derechos
de los Niños y la Ley de Normas Mínimas sobre Readaptación
Social.
La
comisión señala que en el país existen 446 centros
de readaptación social, pero sólo 11 fueron construidos ex
profeso para mujeres. Durante 2000 y 2001 la tercera visitaduría
general acudió a 311 centros, donde detectó que en 124 conviven
hombres y mujeres presos. Estas penitenciarías están en 24
estados:
Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur,
Campeche, Coahuila, Chiapas, Chihuahua, Distrito Federal, Guerrero, Hidalgo,
Jalisco, estado de México, Michoacán, Morelos, Nuevo León,
Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora, Tabasco,
Tamaulipas, Veracruz y Yucatán.
En las 446 cárceles del país, hasta el 31
de diciembre de 2001, había 165 mil 687 internos, de los cuales
7 mil 207 eran mujeres. De éstas, 3 mil 572 están recluidas
por delitos del fuero federal y 3 mil 335 por ilícitos del orden
común.
Las condiciones de vida de las mujeres "son preocupantes
por las desigualdades de que son víctimas, sólo por razón
de género". La CNDH asegura que las presas no cuentan con las mismas
oportunidades que los hombres, para acceder a determinados derechos. Es
necesario, subraya, llamar la atención sobre estas distintas condiciones
de vida a que son expuestas, porque se violan sus derechos humanos y constitucionales.
La comisión afirma que entre los derechos humanos
que se violan están: de igualdad, trato digno, separación
entre procesados y sentenciados, salud, readaptación social y derechos
de niñas y niños.
El diagnóstico en el que la CNDH se basó
para emitir la recomendación, mediante la cual se solicita a los
gobernadores y al secretario de Seguridad Pública federal terminar
con la discriminación y dar a las internas un trato digno y respetuoso,
plantea que se constató que las reclusas tienen espacios reducidos
para dormir, cocinar y desarrollar sus actividades diarias.
Sólo se "adaptan" estancias
En las cárceles municipales y distritales, así
como en algunos centros estatales, las autoridades penitenciarias sólo
"adaptan" una o más estancias del centro de varones para recluir
a las mujeres. Dichas áreas pueden ser: gobierno, aduana de vehículos,
consultorios, estancia de visita conyugal, habitación que se utiliza
para la revisión de la visita femenina o la zona de sanciones administrativas.
En su mayoría, las estancias que ocupan tienen poca ventilación
e iluminación natural, carecen de agua y, en general, las condiciones
de habitabilidad en comparación con la de los internos son peores.
En muchas cárceles las reclusas no tienen servicio
sanitario, por lo que deben compartirlo con hombres. En algunos casos las
regaderas no funcionan y las mujeres deben bañarse en el área
de varones. En otros, la estancia para ellas se improvisó en bodegas,
por lo que deben soportar olores a cloro, pino y detergente.
Además, la CNDH constató que en muchas cárceles
no hay custodia femenina. Esta actividad la realizan varones, y las reclusas
manifiestan que "son más autoritarios con ellas que con los hombres".
Los servicios de salud son prácticamente inexistentes. En pocos
reclusorios existen programas permanentes de detección oportuna
de cáncer cérvico-uterino y mamario, así como educación
para la salud reproductiva y la prevención de enfermedades. La atención
médica se reduce a tratar padecimientos y escasean las medicinas,
incluso aquellas para tratar los males más comunes, como gastrointestinales,
respiratorios y de la piel.
Las internas manifestaron que se les hacen exámenes
para detectar el sida sin su consentimiento, no se respeta la confidencialidad
y se les aísla en forma discriminatoria, además de que no
se les proporcionan los medicamentos necesarios para prevenir tuberculosis,
neumonía o micosis. En varios centros penitenciarios visitados,
las internas con padecimientos mentales "no reciben atención siquiátrica
ni medicamentos". Se corroboró, dice la CNDH, que es práctica
común mantenerlas aisladas del resto de la población.
La comisión resalta que la separación de
los hijos, el abandono familiar, los problemas económicos y la nula
existencia de actividades educativas y laborales originan alteraciones
emocionales y de salud; sin embargo, son obligadas a acudir al servicio
médico ubicado en las aéreas varoniles, sin tomar en cuenta
su condición de mujeres.
No hay cifras de cuántos niños viven
en las cárceles con sus madres
En el diagnóstico, la CNDH destaca que es práctica
cotidiana la permanencia de niños y niñas en las cárceles,
ya que las madres prefieren tenerlos a su lado. Otras más no tienen
otra opción por falta de familiares que puedan o quieran cuidarlos
y mantenerlos.
Lo cierto es que, subraya Soberones, no se sabe a ciencia
cierta cuántos menores conviven con sus madres en las cárceles.
En algunos centros la edad límite para que los menores permanezcan
con sus madres es el periodo de lactancia. En otros, al cumplir 15 años.
Se pudo constatar que no hay criterios definidos, por parte de las autoridades,
sobre qué edad es la conveniente. Es común ver a niños
y niñas de todas las edades deambular sin restricciones por los
penales. Solamente tres de los 446 centros penitenciarios cuentan con espacios
suficientes para que las internas con bebés coloquen cunas. En los
demás, la mayoría, los niños duermen en el mismo colchón
con su madre.
En el penal de las Islas Marías se informó
a la CNDH que hay 700 menores conviviendo con sus padres. En otros reclusorios
el número puede ir de decenas a cientos. La mayoría de las
cárceles carecen de áreas de separación entre procesadas
y sentenciadas. En algunos centros los internos han construido cuartos
y viven en compañía de su familia, lo que, subraya la CNDH,
constituye una situación absolutamente irregular y violatoria de
la Constitución y de leyes y reglamentos vigentes.
Al igual que en el caso de los varones, algunas reclusas
también tienen privilegios. Hay cárceles en las que una interna
ocupa una celda, mientras que varias viven en una. También hay casos
en los que algunas obligan a sus compañeras a realizar la limpieza
y a lavar la ropa. Hay custodios que a cambio de favores sexuales les permiten
ciertos privilegios, como recibir visita en días no específicos
para ello. En otros, los guardias les exigen dinero para permitir el ingreso
de hombres.
La CNDH subraya que "hay una evidente falta de consideración
hacia la población femenina, pues todas las carencias y deficiencias
no sólo les impiden recibir atención médica adecuada,
sino que tampoco tienen espacios idóneos para efectuar sus actividades,
estar con sus hijos o estudiar. Hay una violación constante a sus
derechos humanos".
Por ello, la CNDH recomienda a los gobernadores y al secretario
de Seguridad Pública federal crear instalaciones y programas para
la atención de niños, planes de salud especializados para
la mujer y, sobre todo, dar a éstas un trato digno. Pide además
que 30 días después de que se emitió la recomendación,
le hagan llegar las pruebas del cumplimiento.