Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 17 de febrero de 2002
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Sociedad y Justicia
"Por razones de género" las internas viven en peores condiciones que los hombres

Recomienda la CNDH a gobernadores y a la SSP mejorar la situación de reclusas

Carecen de servicios de salud, áreas ventiladas y algunas son víctimas de explotación sexual

Sólo 11 de los 446 penales del país fueron construidos para albergar a mujeres

VICTOR BALLINAS

En las prisiones del país las mujeres son discriminadas. Viven en peores condiciones que los hombres, y conviven en áreas reducidas y hacinadas. Carecen de servicios de salud, áreas ventiladas y, en algunos casos, padecen explotación sexual. Sus condiciones de vida violan los derechos humanos y los artículos 4, 18 y 29 de la Constitución.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) sostiene lo anterior en la recomendación general tres, sobre mujeres reclusas, que emitió ayer a gobernadores, al jefe de Gobierno del Distrito Federal y al titular de la Secretaría de Seguridad Pública federal. José Luis Soberanes, presidente de la comisión, sostiene que además de violarse la Constitución se trasgreden ordenamientos internacionales, entre ellos la Convención Americana sobre Derechos Humanos, la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, los Derechos de los Niños y la Ley de Normas Mínimas sobre Readaptación Social.

La comisión señala que en el país existen 446 centros de readaptación social, pero sólo 11 fueron construidos ex profeso para mujeres. Durante 2000 y 2001 la tercera visitaduría general acudió a 311 centros, donde detectó que en 124 conviven hombres y mujeres presos. Estas penitenciarías están en 24 estados:

Aguascalientes, Baja California, Baja California Sur, Campeche, Coahuila, Chiapas, Chihuahua, Distrito Federal, Guerrero, Hidalgo, Jalisco, estado de México, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz y Yucatán.

En las 446 cárceles del país, hasta el 31 de diciembre de 2001, había 165 mil 687 internos, de los cuales 7 mil 207 eran mujeres. De éstas, 3 mil 572 están recluidas por delitos del fuero federal y 3 mil 335 por ilícitos del orden común.

Las condiciones de vida de las mujeres "son preocupantes por las desigualdades de que son víctimas, sólo por razón de género". La CNDH asegura que las presas no cuentan con las mismas oportunidades que los hombres, para acceder a determinados derechos. Es necesario, subraya, llamar la atención sobre estas distintas condiciones de vida a que son expuestas, porque se violan sus derechos humanos y constitucionales.

La comisión afirma que entre los derechos humanos que se violan están: de igualdad, trato digno, separación entre procesados y sentenciados, salud, readaptación social y derechos de niñas y niños.

El diagnóstico en el que la CNDH se basó para emitir la recomendación, mediante la cual se solicita a los gobernadores y al secretario de Seguridad Pública federal terminar con la discriminación y dar a las internas un trato digno y respetuoso, plantea que se constató que las reclusas tienen espacios reducidos para dormir, cocinar y desarrollar sus actividades diarias.

Sólo se "adaptan" estancias

En las cárceles municipales y distritales, así como en algunos centros estatales, las autoridades penitenciarias sólo "adaptan" una o más estancias del centro de varones para recluir a las mujeres. Dichas áreas pueden ser: gobierno, aduana de vehículos, consultorios, estancia de visita conyugal, habitación que se utiliza para la revisión de la visita femenina o la zona de sanciones administrativas. En su mayoría, las estancias que ocupan tienen poca ventilación e iluminación natural, carecen de agua y, en general, las condiciones de habitabilidad en comparación con la de los internos son peores.

En muchas cárceles las reclusas no tienen servicio sanitario, por lo que deben compartirlo con hombres. En algunos casos las regaderas no funcionan y las mujeres deben bañarse en el área de varones. En otros, la estancia para ellas se improvisó en bodegas, por lo que deben soportar olores a cloro, pino y detergente.

Además, la CNDH constató que en muchas cárceles no hay custodia femenina. Esta actividad la realizan varones, y las reclusas manifiestan que "son más autoritarios con ellas que con los hombres". Los servicios de salud son prácticamente inexistentes. En pocos reclusorios existen programas permanentes de detección oportuna de cáncer cérvico-uterino y mamario, así como educación para la salud reproductiva y la prevención de enfermedades. La atención médica se reduce a tratar padecimientos y escasean las medicinas, incluso aquellas para tratar los males más comunes, como gastrointestinales, respiratorios y de la piel.

Las internas manifestaron que se les hacen exámenes para detectar el sida sin su consentimiento, no se respeta la confidencialidad y se les aísla en forma discriminatoria, además de que no se les proporcionan los medicamentos necesarios para prevenir tuberculosis, neumonía o micosis. En varios centros penitenciarios visitados, las internas con padecimientos mentales "no reciben atención siquiátrica ni medicamentos". Se corroboró, dice la CNDH, que es práctica común mantenerlas aisladas del resto de la población.

La comisión resalta que la separación de los hijos, el abandono familiar, los problemas económicos y la nula existencia de actividades educativas y laborales originan alteraciones emocionales y de salud; sin embargo, son obligadas a acudir al servicio médico ubicado en las aéreas varoniles, sin tomar en cuenta su condición de mujeres.

No hay cifras de cuántos niños viven en las cárceles con sus madres

En el diagnóstico, la CNDH destaca que es práctica cotidiana la permanencia de niños y niñas en las cárceles, ya que las madres prefieren tenerlos a su lado. Otras más no tienen otra opción por falta de familiares que puedan o quieran cuidarlos y mantenerlos.

Lo cierto es que, subraya Soberones, no se sabe a ciencia cierta cuántos menores conviven con sus madres en las cárceles. En algunos centros la edad límite para que los menores permanezcan con sus madres es el periodo de lactancia. En otros, al cumplir 15 años. Se pudo constatar que no hay criterios definidos, por parte de las autoridades, sobre qué edad es la conveniente. Es común ver a niños y niñas de todas las edades deambular sin restricciones por los penales. Solamente tres de los 446 centros penitenciarios cuentan con espacios suficientes para que las internas con bebés coloquen cunas. En los demás, la mayoría, los niños duermen en el mismo colchón con su madre.

En el penal de las Islas Marías se informó a la CNDH que hay 700 menores conviviendo con sus padres. En otros reclusorios el número puede ir de decenas a cientos. La mayoría de las cárceles carecen de áreas de separación entre procesadas y sentenciadas. En algunos centros los internos han construido cuartos y viven en compañía de su familia, lo que, subraya la CNDH, constituye una situación absolutamente irregular y violatoria de la Constitución y de leyes y reglamentos vigentes.

Al igual que en el caso de los varones, algunas reclusas también tienen privilegios. Hay cárceles en las que una interna ocupa una celda, mientras que varias viven en una. También hay casos en los que algunas obligan a sus compañeras a realizar la limpieza y a lavar la ropa. Hay custodios que a cambio de favores sexuales les permiten ciertos privilegios, como recibir visita en días no específicos para ello. En otros, los guardias les exigen dinero para permitir el ingreso de hombres.

La CNDH subraya que "hay una evidente falta de consideración hacia la población femenina, pues todas las carencias y deficiencias no sólo les impiden recibir atención médica adecuada, sino que tampoco tienen espacios idóneos para efectuar sus actividades, estar con sus hijos o estudiar. Hay una violación constante a sus derechos humanos".

Por ello, la CNDH recomienda a los gobernadores y al secretario de Seguridad Pública federal crear instalaciones y programas para la atención de niños, planes de salud especializados para la mujer y, sobre todo, dar a éstas un trato digno. Pide además que 30 días después de que se emitió la recomendación, le hagan llegar las pruebas del cumplimiento.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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