Polvo eres y en viento te convertirás
¿Qué hacía usted una tarde de invierno
de 1974? Quizá algunos de ustedes todavía no nacían,
pero los Rolling Stones acababan de grabar Angie; Genesis ya había
editado un disco en vivo y Kansas iniciaba su carrera discográfica.
El de los setenta no fue un decenio fácil, sobre
todo para quienes querían dedicarse al rock progresivo. No, cuando
Pink Floyd ya había dado a luz Dark side of the moon y Meddel.
No, cuando ya existía Tarkus, de Emerson, Lake and Palmer.
No, cuando King Crimson inició con In the court of the Crimson
King. Y no, cuando Yes hizo temblar al mundo con Fragile.
Esas vacas sagradas inglesas marcaron el camino, y Kansas
-los gabachos de Topeka?-aportaron su granito de arena.
No sería justo remitirnos a Kansas sólo
por Dust In The Wind, rola incluida en su quinta producción,
pues el grupo mostró sus alcances desde su primer trabajo, Kansas
(1974).
En México sus vinilos fueron bien valorados, preciadas
joyas entre los coleccionistas; la banda incluso llegó a pisar terrenos
exitosos como el de nuestras satánicas majestades. Song for America
(1975) y Masque (1975) fueron bases sólidas para abrir las
puertas de la inmortalidad con los álbumes Leftoverture (1976)
y Point of know return (1977). Dichoso aquel que tenía entre
sus manos estos discos, que si los giraban a 33 revoluciones por minuto
hacían vibrar la piel. La siguiente placa fue en vivo, Two for
the show live y así se cerró la rápida e intensa
creatividad del grupo.
Los números en su momento fueron escandalosos,
hoy bien podrían ser estrategias de marketing: ocho discos
de oro, dos de triple platino por Leftoverture y Point of know
return; uno de platino por Two for the show (en vivo), amén
de las millonarias ventas por el tema Dust in the wind, que se desprende
de Point of know return.
Después ya nada volvió a ser lo mismo. Se
acabó la magia. Monolith (1979) y Audio-Visions (1980)
son prueba de ello. Steve Walsh, voz y teclados, siente la necesidad de
zambullirse en otros mares; de solista tampoco le va bien.
John Elefante entró en su lugar y no le dio brillo
al ya prescindible Kansas. Vinyl confessions (1982) y Drastic
measures, (1983) son discos que no merecen estar en una fonoteca decente.
Llega el fin. Kerry Livgren, teclados y guitarra, y Dave Hope, bajo, forman
un grupo de rock cristiano, llamado AD; ven la luz, olvidan a los viejos
amigos y vicios, probablemente sanaron su alma, pero no la música.
Los vientos no fueron favorables para nadie y en 1986
Walsh, Ehart y Williams reagrupan Kansas, se bañan en nuevos lodos,
pero es aquel viejo polvo el que los mantiene. Sus siguientes trabajos,
como Power (1986), In the spirit of things (1988), pese a
tener al maestro Steve Morse en la guitarra, no revive viejas glorias.
Otro plato en vivo, Live and the whiskey (1992);
Freaks of nature (1995) y Always never the same (1998), otros
descalabros. Su más reciente trabajo reunió al viejo Kansas,
quien desempolvó ideas y dio vida a Somewhere to elsewhere
(2000); rolas bañadas con el espíritu de esa rancia sangre
aún nombrada rocanrol.
Esta historia está a punto de llegar una vez más
a México. La primera fue cuando compartió escenario con Procol
Harum y Alan Parsons Project, en la fría noche del 20 de julio de
1995, en el Palacio de los Deportes. La anterior visita fue doble, participó
en el malogrado Festival Acapulco, en el que también estuvo UB40;
y en el Auditorio Nacional el 21 de mayo de 1999.
¿Qué hará usted la noche del 20 de
febrero?