Arnoldo Kraus
De la agnosia a la ética
No recuerdo con exactitud las palabras de Bertrand Russell, pero poco importa. Russell afirmó que Aristóteles cometió un error cuando aseveró que las mujeres te-nían más dientes que los hombres. Su yerro fue no hacer lo que debía: contar los dientes de unas y de otros.
A James Petras ("Israel y Estados Unidos -respuesta a mis críticos-", La Jornada, 15 de febrero) le sucede algo peor: escribe un artículo en el cual afirma que se le acusa de haber escrito cosas que nunca dijo.
En el artículo del 15 de febrero señala que se "falsificó -refiriéndose a Guillermo Almeyra- mi discusión al acusarme de escribir que Estados Unidos es un agente de Israel". Algunas de las afirmaciones de la entrega anterior ("Israel y Estados Unidos: una relación única", 26 de enero) contradicen la sentencia previa. Extraigo las siguientes: "Es pues el imperio -EU- el que rinde tributo al poder regional -Israel- y no al revés"; "el imperio colonizado -EU- maniobra para encubrir su servilismo ante su supuesto aliado que es, en realidad, un poder hegemónico. De hecho la relación entre Israel y Estados Unidos es la primera en la historia moderna en la que un país imperial sufre y esconde un ataque militar"; "el poder de Israel se manifiesta en las numerosas peregrinaciones que políticos estadunidenses realizan anualmente a ese país para declarar su lealtad al Estado hebreo"; "la instancia más reciente e importante del servilismo estadunidense ocurrió en los meses que precedieron y sucedieron al 11 de septiembre"; "nada ejemplifica mejor el poder que Israel tiene sobre Washington como el caso del espionaje israelí"; "la relación entre Estados Unidos e Israel proporciona un modelo único de relaciones interestatales... Más aún, Israel impone límites a la política estadunidense e internacional hacia Medio Oriente". Salvo que el artículo actual y algunos párrafos del previo estén mal traducidos, me parece que Petras se equivoca.
Líneas adelante, al referirse "al buen doctor Kraus", dice: "prefiere predicar la ética de la difamación y, lo que aún es peor, la 'ética' de la censura política de aquellos que documentan la historia de la influencia israelí sobre la política estadunidense en Medio Oriente", y agrega: "yo doy la bienvenida al debate y a la crítica en torno a lo que escribo, pero cuando se fundan en los hechos y teorías que presento, no con base en calumnias encaminadas a silenciar la voz de los argumentos razonados y mesurados".
En mi texto, publicado el 30 de enero, ni difamé ni censuré ni calumnié, sólo refuté lo que distorsiona la realidad. Sigo sosteniendo que buena parte de las aseveraciones de Petras requieren comprobación para ser transformadas en verdad. Cito dos ejemplos. Primero, cuando afirma que "algunos investigadores federales tienen razones para creer que los operativos israelíes sabían de los ataques del 11 de septiembre con anterioridad", y, segundo, cuando comenta que "los documentos clasificados detallan 'cientos de incidentes en ciudades y distritos en el país' que las agencias de investigación afirman pueden tratarse de actividades de inteligencia organizadas por Israel".
Su autoapología acerca de "silenciar la voz de los argumentos razonados y mesurados" es sesgada cuando me acusa a mí y a otros miembros de La Jornada: "En cambio, se enfrascaron en horribles y perniciosas calumnias al comparar mi análisis empírico con los Protocolos de los sabios de Sion". ƑPuede Petras comprobar que los operativos israelíes no sólo son responsables de "cientos de incidentes" en EU, sino que las agencias de investigación de ese país lo saben?
El meollo central de la discusión va mucho más allá del intercambio de palabras y se refiere a la tragedia que viven israelíes y palestinos. Tragedia que ha cobrado demasiadas vidas inocentes y cuya espiral de odio ha rebasado lo imaginable y superado lo inimaginable. Tragedia en la que debe implicarse no sólo a Israel y a Estados Unidos, sino a la Rusia de antaño y a no pocos países árabes. Estoy convencido de que la única solución al problema radica en la creación del Estado Palestino y no concuerdo con la política de Sharon, tal como sucede con la creciente disidencia israelí que ha tratado de incrementar los vínculos con grupos palestinos no radicales.
Petras tiene razón cuando afirma que la calumnia es el último recurso de la ignorancia. Su obligación ahora es sustentar todo lo dicho y no desdecirse. La "ética" de la censura política no es bienvenida en La Jornada. Por eso fue interpelado. Si bien las piedras (casi) no cambian, Petras debería releerse antes de invocar a la escuela estalinista de la falsificación.