Los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebran en Salt Lake City quedarán marcados para siempre con el estigma de los Juegos del Escándalo, desde que los estadunidenses ganaron la sede en la justa de 1994 en Lillehammer, Francia, mediante la compra de votos y regalos a 13 miembros de la familia olímpica, quienes más tarde serían expulsados por corrupción.

En 1998 el suizo Marck Holder destapó la cloaca, al denunciar el tráfico de influencias con la compra de votos por millones de dólares entre miembros olímpicos para favorecer a las ciudades que albergarían las futuras competencias veraniegas o invernales.

La denuncia propició la integración de varias comisiones de ética e investigación en el interior del organismo olímpico, la FBI y el congreso estadunidense.

El escándalo de Salt Lake City generó varias aristas en las que el entonces presidente del Comité Olímpico Internacional, Juan Antonio Samaranch, prohibió la visita de los delegados a las ciudades postuladas, tras confirmarse que el comité organizador de la justa invernal en Salt Lake City había entregado dinero y regalos con valor de 70 mil dólares.

El 8 de enero de 1999 renunciaron Thomas Welch, Frank Joklik y Dave Johnson, responsables del citado organismo. Posteriormente el comité olímpico estadunidense, el COI y la FBI revelaron que éstos habían otorgado becas para 13 personas por un costo cercano a los 400 mil dólares.

Los principales beneficiarios fueron dirigentes de Latinoamérica, Africa y Asia, entre ellos el africano Jean Claude Ganga, originario del Congo y miembro del COI.

Ganga fue expulsado del COI cuando dirigía los comités olímpicos de Africa y era vicepresidente de ACNO, organismo que dirige el mexicano Mario Vázquez Raña.

Las pesquisas revelaron que los dirigentes recibieron tarjetas de crédito para contratar mujeres y tener relaciones sexuales, viajes, becas académicas para sus hijos en universidades de EU, atención médica gratuita, regalos y viáticos.

Lo anterior propició la renuncia del presidente del COEU, Robert Helmick.