Abrupto clima de tensión en las relaciones bilaterales
México pretende la desocupación pacífica de su embajada en Cuba
Declaraciones de Castañeda fueron manipuladas: La Habana
GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL
La Habana, 28 de febrero. Las relaciones entre México y Cuba entraron abruptamente en tensión, luego de que un grupo de cubanos irrumpió con violencia la noche del miércoles en la embajada mexicana, con la intención de emigrar, alentado por rumores que el gobierno de la isla señaló como originados en declaraciones del canciller Jorge G. Castañeda, ''manipuladas'' por la emisora gubernamental estadunidense Radio Martí.
El subsecretario de Relaciones Exteriores, Gustavo Iruegas, llegó esta tarde a La Habana para acordar con los ocupantes y el gobierno cubano la forma de desalojar la sede diplomática, de acuerdo con la línea fijada por la cancillería. El funcionario hizo contacto con las autoridades locales y permaneció poco más de dos horas en el inmueble ocupado, donde habría transmitido a los demandantes de salida la decisión del gobierno mexicano, que no considera otorgar asilo y en cambio pretende la desocupación pacífica y voluntaria del edificio.
Un autobús de transporte urbano se impactó contra la reja metálica de la embajada, en la calle 12, en el residencial barrio de Miramar, rompió la cerradura y abrió y torció la puerta de dos hojas, dijeron testigos. Un informe oficial cubano, emitido en la madrugada del jueves, dijo que el vehículo había sido previamente secuestrado y cerca de 20 de sus ocupantes penetraron en el edificio, mientras que la policía impidió el ingreso de más personas que se acercaban a pie.
Este jueves permanecían dentro de la legación 21 personas, en su mayoría jóvenes -incluso tres menores-, las cuales habían recibido asistencia médica y comida. Funcionarios de la misión diplomática remitieron las consultas de la prensa a la vocera de la cancillería, pero otras fuentes informaron que los ocupantes estaban en buen estado de salud.
No estaba claro si todos los ocupantes procedían del grupo del autobús o había alguno de los transeúntes que acecharon durante horas la embajada en espera de una oportunidad para colarse. Tampoco se conocían precisiones acerca de si la demanda mexicana de desalojo pacífico incluía medidas adicionales. En casos similares Cuba ha reclamado la desocupación incondicional de sedes diplomáticas.
A la crisis se suma la ausencia del embajador Ricardo Pascoe Pierce, que ha estado fuera del país toda la semana. Un funcionario mexicano informó el miércoles que el jefe de la misión estaba en un viaje privado, sin ofrecer precisiones. Otra fuente dijo que Pascoe estaba en Estados Unidos, pero no en Miami, como aseguró una versión periodística. De cualquier forma, era claro que el funcionario no estaba atendiendo ninguna tarea oficial.
Sin embargo, a las 11 de la noche, hora local, Pascoe se presentó en la sede diplomática acompañado por el subsecretario Iruegas y por Andrés Ordóñez, quien estaba a cargo de la sede diplomática en el momento de la ocupación. Los tres diplomáticos abandonaron el edificio 45 minutos después. Al poco tiempo, cuatro camiones policiacos se estacionaron frente a la embajada bloqueando la visibilidad hacia el edificio.
Los hechos de la invasión al inmueble ocurrieron alrededor de las diez y media de una noche de frío y viento invernal, poco común en esta isla caribeña. Los testigos dijeron que el autobús circuló a toda velocidad en sentido contrario por la Quinta Avenida, dobló a la izquierda en la calle 12 y enfiló directamente a la embajada, ubicada en el extremo contrario de la cuadra, en la esquina con Séptima.
Los dos únicos periodistas que atestiguaron la irrupción del autobús, el camarógrafo Alfredo Tedeschi y el reportero Andrew Cawthorne, de la agencia Reuters, fueron golpeados e insultados por civiles y al menos tres policías uniformados. Algunos de los agresores arrebataron la cámara con la filmación que había hecho Tedeschi, quien recibió bastonazos tirado en el suelo y dijo que ha pedido a las autoridades cubanas la devolución de su material, así como una explicación.
Cerca de la medianoche, cuando ya se había dispersado la gente que aún intentaba entrar a la embajada, el presidente Fidel Castro pasó a unos metros del edificio y bromeó con partidarios suyos que, a su vez, habían llegado poco antes al lugar. El mandatario, que iba acompañado por el canciller Felipe Pérez Roque y el vicepresidente Carlos Lage, interrumpió una conversación que mantenía a esa hora con el alcalde de Santiago, Joaquín Lavín, según informó a la prensa el político chileno, quien hoy concluyó una visita de cuatro días a la isla.
La irrupción ocurrió después de que el gobierno cubano reforzó la vigilancia en torno a la embajada, en reacción a una insólita afluencia de gente que en automóviles, bicicletas y a pie se acercaban al edificio con la falsa creencia de que México estaba aceptando emigrantes cubanos sin trámites.
El cerco de seguridad incluyó policías uniformados, patrullas, oficiales del Ministerio del Interior y agentes de civil, que en varias cuadras a la redonda pedían identificación a los transeúntes y en algunos casos cerraban el paso. Sin embargo, el operativo no dispuso el corte de la circulación de vehículos por la zona. Poco después de la embestida contra el edificio, las Brigadas de Respuesta Rápida, grupos civiles pro gubernamentales, armados de palos y varillas, se sumaron a la vigilancia.
Testigos y vecinos indicaron que al menos tres ambulancias llegaron y salieron rápidamente de la zona. Los testimonios concuerdan en que, por los gritos que se escuchaban, al menos había un herido grave. Algunos de los ocupantes alcanzaron a subir a la azotea del inmueble y lanzaron gritos antigubernamentales como ''šabajo Fidel!'' El autobús blanco con franjas azules, de la empresa municipal de omnibuses, fue retirado posteriormente.
A las 2:55 de la madrugada, el gobierno cubano emitió su versión oficial, que llegó a los buzones electrónicos de la prensa extranjera pocos minutos después. A la rápida reacción siguió un despliegue informativo sólo reservado para grandes acontecimientos: Radio Reloj, que transmite noticias ininterrumpidamente, empezó a difundir el texto íntegro desde antes del amanecer. El comunicado apareció en los diarios Granma y Juventud Rebelde y fue reproducido también en su totalidad en los noticieros de la televisión del mediodía y de la noche. El rumor que agitó la segunda parte del miércoles se convirtió en el tema de conversación callejera en toda la ciudad, esta vez cobijado por la declaración.
La embajada amaneció bajo un cerco policial multiplicado. La calle 12, entre Quinta y Séptima avenidas, fue cerrada al tránsito. Decenas de uniformados y agentes de civil tomaron posiciones en ambas esquinas y en varias cuadras a la redonda. El acceso al lugar por Séptima y su prolongación, avenida Línea, fue cortado al tránsito de vehículos en al menos un kilómetro hacia el este y unos 500 metros hacia el oeste. El paso de peatones también fue desviado y se incrementó el registro de identidades.
Periodistas extranjeros pudieron ver el frente del edificio a unos cien metros de distancia, desde donde la reja de entrada parecía haber sido rápidamente reparada. La residencia del embajador, a dos cuadras de las oficinas, registraba también un reforzamiento de su seguridad, a cargo del personal especializado en sedes diplomáticas y de policías uniformados, pero sus alrededores parecían tranquilos y la circulación era normal.
Elizardo Sánchez Santacruz, presidente de la ilegal pero tolerada Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN), dijo que ningún activista conocido de la oposición local estaba entre los ocupantes de la embajada y atribuyó la irrupción a un movimiento ''espontáneo y desesperado'', que explicó por la ''situación de creciente crisis'' en la isla.
Sánchez condenó el empleo de la violencia en cualquier caso, pero se manifestó a favor de que la situación de los ocupantes sea resuelta mediante una negociación bilateral, que excluya su entrega incondicional a las autoridades cubanas, pues casos precedentes han desembocado en ''condenas desproporcionadas y un régimen carcelario de excesos''. Dijo asimismo que había recibido reportes de ''unas 500 personas detenidas'' por la policía en el municipio de Playa, donde está el barrio de Miramar.
El comunicado oficial cubano dijo que los ocupantes de la embajada y los que intentaron penetrar infructuosamente eran ''un grupo de elementos lumpen y antisociales''. Al explicar la ''causa inmediata y directa de los hechos'', el texto oficial citó declaraciones de Castañeda, realizadas el martes por la noche en Miami, donde el canciller mexicano inauguró la sede del Instituto Cultural de México.
La frase de Castañeda (''las puertas de la embajada de México en La Habana están abiertas a todos los ciudadanos cubanos, del mismo modo que lo está México''), reproducida por varios medios de prensa, fue ''tomada de inmediato por la mal llamada Radio Martí y cínicamente manipulada'', agregó el comunicado cubano. Dijo que la emisora de onda corta del gobierno estadunidense, que transmite en español hacia la isla, ''divulgó espectacularmente'' la versión en ocho ocasiones durante sus transmisiones del miércoles y atribuyó al secretario de Relaciones Exteriores haber reiterado un comentario que hizo en La Habana a principios de febrero, durante la visita del presidente Vicente Fox: ''Dejaron de existir las relaciones de México con la Revolución Cubana y han comenzado con la República de Cuba''.
Esta frase ''fue enmarcada de forma tal que fuera interpretada como que las relaciones diplomáticas entre México y Cuba acababan de romperse'', dijo la declaración cubana. ''Era una llamada abierta a ocupar la embajada de México en Cuba'', por lo que, según la versión oficial, ''delincuentes comunes y lumpen'' vieron ''la posibilidad de acogerse a la invitación de Castañeda, tal como fue interpretado por ellos''. Se trata, concluyó la declaración, ''de una grosera provocación organizada abiertamente desde una emisora oficial del gobierno de Estados Unidos''.
Una frase similar a la de Castañeda (''las puertas de la embajada de España están abiertas a la disidencia''), pronunciada en una entrevista de prensa por el embajador español designado, José Coderch, provocó en 1996 un amago de asalto a la sede diplomática de ese país en La Habana. La ocupación no se consumó, pero hubo una intensa movilización policial para disuadir a los ríos de gente que deambulaban por la misión, en el casco antiguo de la capital. Coderch no llegó a tomar posesión de su cargo y las relaciones bilaterales estuvieron congeladas casi un año.
Esta es la quinta ocupación violenta de una embajada en La Habana desde el asalto masivo a la sede del Perú, en 1980, que precipitó el éxodo desde el puerto de Mariel a Estados Unidos, en el que salieron unos 120 mil cubanos a ese país. Este caso se inició también con un autobús chocado contra el edificio diplomático, que causó la muerte de un policía. Cuba retiró el resguardo y unas 10 mil personas ocuparon el inmueble.
La misma embajada de México fue invadida el 9 de septiembre de 1993 por 11 personas que lograron colarse por su propio pie. Al cabo de intensas negociaciones, todas fueron trasladadas a ese país en ruta hacia Estados Unidos, que extendió visados a instancias de la anticastrista Fundación Nacional Cubano-Americana. En el verano de 1990, unas 50 personas ocuparon las embajadas de España, Checoslovaquia, Bélgica, Italia, Canadá y Suiza. No hubo negociaciones con los ocupantes. Entre mayo y junio de 1994, más de 150 personas entraron en la residencia del embajador belga, la embajada alemana y el consulado chileno. Ninguno de los ocupantes logró salir del país.