Leonardo García Tsao
Solos contra el (tercer) mundo
No debe extrañar que el estreno de La caída
del halcón negro se haya adelantado a su fecha original. Pues
el clima patriotero imperante en Estados Unidos proporciona un gancho de
taquilla ideal para una película que describe, en términos
heroicos, la intervención de fuerzas armadas en un país extranjero.
Basada en un hecho histórico documentado con minuciosidad
en el libro del periodista Mark Bowden, la nueva realización de
Ridley Scott reconstruye lo ocurrido en Mogadiscio, Somalia, el 3 de octubre
de 1993, cuando varias unidades del ejército estadunidense se encuentran
atrapadas por una abrumadora multitud de milicianos somalíes, en
su intento por capturar a subalternos del cabecilla Mohamed Farrah Aidid,
supuesto responsable de la hambruna que azota al país.
Si bien Scott y el guionista Ken Nolan han invertido
casi una hora del excesivo metraje a establecer personajes y situaciones,
no es suficiente para diferenciar a los soldados que participarán
en las acciones. Una vez desatadas las hostilidades, La caída
del halcón negro se convierte en un impersonal aunque intenso
espectáculo bélico a medio camino entre el juego de video
de realidad virtual y la violencia descarnada pero estética de Rescatando
al soldado Ryan (Spielberg, 1998).
Ejerciendo su conocido virtuosismo formal, Scott coloca
al espectador en medio de una caótica y fragmentada sucesión
de balaceras, explosiones repentinas, objetos ?o partes orgánicas?
que vuelan por los aires e incontables muertes de seres humanos. Para cuando
aparece la secuencia de créditos finales, uno siente auténtica
fatiga de combate... y una impresión de futilidad. Lo que ha hecho
el cineasta es darle un cariz artístico a otra típica producción
de Jerry Bruckheimer, explosiva y ruidosa, simplista en su heroísmo.
A lo largo de su desigual filmografía, Scott ha
expresado su admiración por el don de mando y el desempeño
valeroso en situaciones marciales. Recuérdese su mirada enaltecedora
a la disciplina formativa en La tormenta (1996), el triunfo de la
voluntad femenina dentro de un contexto militar en Hasta el límite
(1997) y, claro, la lealtad y la fortaleza castrenses de Gladiador
(2000). Así se explica la ausencia de una postura crítica
en La caída del halcón negro. "Cuando te zumba el
primer balazo por el oído, la política se sale por la ventana",
dice un soldado, y el realizador parece estar de acuerdo. (El único
elemento de reflexión se da cuando un miliciano le informa a un
piloto capturado que la muerte de Aidid no devolverá el orden a
Somalia.)
El embellecido vuelo de los helicópteros titulares
bajo las notas emblemáticas del requinto de Hendrix remiten a la
guerra de Vietnam y, por vía asociativa, a Apocalipsis. Sin
embargo, a Scott no le interesa retratar la demencia bélica al estilo
gringo ?esa mezcla de prepotencia, geocentrismo y megalomanía que
Coppola capturó con tanto acierto?, sino mostrar la entrega de los
soldados, jóvenes apuestos en su mayoría, en términos
perfectamente convencionales. Ese momento en el que un par de sacrificados
rangers diezman al enemigo hasta la última bala remite al
western, a la imagen del general Custer manteniéndose en
pie a pesar de estar rodeado de indios sioux.
Y es que nunca se pretende darle rostro a los somalíes;
a diferencia de lo que ocurre con las bajas gringas, Scott no se detiene
para reflexionar que quienes mueren por docenas en las acciones son también
seres humanos. Para los fines dramáticos, son otro enemigo anónimo
e inferior en la misma categoría de apaches, nipones, serbios o
afganos. Un letrero final informa que 19 estadunidenses murieron en la
operación, mientras las bajas africanas rebasaron el millar. Dado
el tono de La caída del halcón negro, eso parece más
una presunción de la eficacia gringa, que un intento por poner las
cosas en perspectiva. No obstante, sus elocuentes imágenes de una
masa enardecida de ciudadanos tercermundistas, dispuestos a despedazar
a los invasores, explican por qué los hechos del 11 de septiembre
causaron júbilo en muchas partes del mundo.
LA CAIDA DEL HALCON NEGRO
(Black Hawk Down)
D: Ridley Scott/ G: Ken Nolan, basado en el libro de
Mark Bowden, a su vez basado en una serie de reportajes publicados en The
Philadelphia Inquirer/ F. en C: Slawomir Idziak/ M: Hans Zimmer/ Ed: Pietro
Scalia/ I: Josh Hartnett, Ewan McGregor, Tom Sizemore, Eric Bana, William
Fichtner, Sam Shepard/ P: Revolution Studios, Jerry Bruckheimer Films,
Scott Free. EU, 2001.