Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 4 de marzo de 2002
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Política

Con nosotros sabrá qué sí y qué no, afirma

El PRI no va a apostar a los errores del gobierno: Gordillo

Prevé hacer alianzas con todos los partidos, incluido el PAN

ARTURO CANO

Una y otra vez, la chiapaneca Elba Esther Gordillo Morales -en adelante La Maestra- se ha definido como ''una mujer llena de coquetería''. De profesora en Nezahualodo a habitante de Lomas Virreyes, con departamento de lujo en Polanco (''no porque yo sea una dirigente sindical debo vivir en condiciones inferiores a las de mis posibilidades''), La Maestra verá hoy coronado su anhelo de dirigir al PRI, su partido, aunque no sea desde la presidencia, que también ha acariciado.

La campaña recién concluida y las heridas que deja el cochinero -como llamaron algunos priístas a su elección interna- parecen haber dado a La Maestra nuevos bríos para emprender otra etapa de su carrera, que ella misma daba por concluida al alcanzar su ''sueño'' de ser secretaria general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación: ''Este cargo es algo que quise toda mi vida. Estoy donde quería estar'' (1989).

-ƑY después, maestra?

-Después... después sueño con hacer cosas para Elba.

Pero la amistad o la ''enfermedad'' de la política se impusieron a los sueños. Y Gordillo, la amiga del secretario Jorge G. Castañeda y del presidente Vicente Fox va, de la mano de Roberto Madrazo, a dirigir al nuevo, al PRI que ambos han definido como ''socialdemócrata'', quizá nomás para echarles a perder la ideología a Gilberto Rincón Gallardo y anexas.

Para Fox somos los mejores

''Me gusta gustar'', ha dicho muchas veces La Maestra. Y por lo menos a Roberto Madrazo le gustó como compañera de fórmula, pese a la resistencia de muchos miembros de su equipo: ''Elba Esther es a Madrazo lo que Francisco Labastida a Beatriz Paredes'', decía en corto durante la campaña un destacado madracista que veía a La Maestra como un lastre para la imagen de su candidato (Ƒpor su cercanía al foxismo?, Ƒpor qué muchos priístas la consideran desleal?)

Pero más que resultado del gusto o la simpatía (La Maestra reconoce que sólo hace muy poco comenzó a hablarle de ''tú'' a su compañero de fórmula), Madrazo y Gordillo parecen haber hecho una alianza pragmática que se tradujo en un amarre con el presidente Fox, realizado con la intermediación de su secretario particular, Alfonso Durazo, y Jorge Castañeda, a fin de lanzar el mensaje de que sólo la fórmula encabezada por el tabasqueño garantizaría la gobernabilidad.

ƑHubo el pacto Madrazo-Fox? Que lo diga la fórmula ganadora:

''Es muy probable que el gobierno piense que podríamos ser mejores nosotros que la otra fórmula, pero por una razón elemental, para no confundirnos mucho; es sencillo. Una de las cosas de que estamos convencidos en el PRI es que hay que reivindicar la buena política, hay que hacer política... Segunda, hay claridad que el PRI no va apostar a los errores del gobierno, no, vamos a apostar a nuestra propia inteligencia. Lo primero que mostró la fórmula es capacidad de organización, de propuesta, pocos votos, como sea, pero es evidente... para enfrentarnos al aparato que nos enfrentamos tuvimos que tener buena organización, y pudimos llegar a la gente y utilizar adecuadamente lo mediático, que hoy sabemos es prioritario en cualquier campaña.'' Todo lo anterior dijo Elba Esther Gordillo en encuentro con la prensa extranjera, el pasado jueves, poco después de que Beatriz Paredes pidiera a sus simpatizantes dar ''vuelta a la hoja''.

ƑQué ofreció ahí La Maestra? ''Yo creo que ellos (el gobierno) ven la posibilidad de gente seria con la que sabrán qué sí y qué no, y ese es un partido responsable.''

Luego, La Maestra se preguntó y se respondió: ''ƑQué es lo que quiere el PRI? Coesther_gordillo_i76nducir la transición democrática. Para conducir esa transición tenemos que hablar con el gobierno federal, pero desde lo que somos, una oposición responsable, que sabrá decir al gobierno qué sí en aquello que le convenga al país y qué no. Pero algo que aprendieron en este año ellos (el gobierno) es que muchos les decían que sí... hubo una reunión en Gobernación, firman un acuerdo nacional, va un listado de buenas intenciones, lo firma el PRI, y al calce pone: 'sujeto a consultar, sujeto a la aprobación del consejo'."

Y, enseguida, la oferta al gobierno de su amigo Fox: ''Eso no lo vamos a hacer nosotros. Si a eso se refieren, y eso les da confiabilidad en esta fórmula, eso no lo vamos a hacer... Porque nosotros nos iremos a sentar a la mesa de negociación previamente construida una propuesta...''

Poco antes de la intervención de Gordillo, Madrazo había criticado la reforma fiscal ''trabada'', según él, no por el PRI, sino por los grupos de poder que eran sus dueños. Y se había referido a las reformas que vienen, la del Estado, la energética y la laboral: ''Si el PRI no se abre, esos temas se van a detener, va a pasar lo mismo de la reforma fiscal''.

El gobierno foxista tendrá, por lo menos, un PRI abierto.

Difícil escenario para 2003

Otrora crítica de la ''derecha'', sobre todo en materia educativa, La Maestra sabe, como siempre, adaptarse a los vientos que soplan. Ella ve un escenario difícil para las elecciones de 2003 y quizá por ello habla de la necesidad de su partido de hacer alianzas electorales con movimientos sociales y ONG, al tiempo que valora que en los estatutos de su organización ya se consideren las alianzas políticas. Pero La Maestra ve un punto ''incongruente''. La asamblea nacional priísta, dice a la prensa extranjera, decidió que las alianzas eran sólo factibles con ''el PRD y otros partidos, con el PAN no''. Y entonces le sale su hablar retador: ''šPerdón, el PAN es el partido del gobierno! Puede ser con el que más distantes ideológicamente podamos estar, pero pragmáticamente visto hay cuestiones en las que tendremos que hacer alguna alianza con Acción Nacional, y en la asamblea se acordó que no. Son de las cuestiones que confunden''.

A ver qué dicen, pragmáticamente, los panistas.

La resurrección imposible

Algunos pasajes ilustran el talante de La Maestra que hoy asume la segunda posición en importancia en el nuevo PRI.

En 1989, la víspera del congreso nacional del SNTE, se reunieron los conspiradores: bautizaron su grupo con el nombre del maestro zapatista Otilio Montaño, redactaron su manifiesto y fijaron una fecha para publicarlo. Entre las firmas destacaba la de Elba Esther Gordillo. El adversario tenía un nombre: Carlos Jonguitud Barrios. Las condiciones no se dieron. Vino el movimiento magisterial y Jonguitud cayó sin necesidad de que los conspiradores metieran las manos.

Cuatro años después, algunos de los conspiradores trataron de repetir la historia. La Maestra fue más rápida.

Juan Nicolás Callejas, ''jefe político'' del magisterio veracruzano, se sumió en su asiento. En la reunión del CEN del SNTE, Elba Esther Gordillo lo miró directamente: ''Hay una conspiración en mi contra; El señor anda moviendo las cosas''.

Eran los primeros días de octubre de 1993. La dirigente dijo que la conspiración organizada por El señor, pues nunca se refería a Carlos Jonguitud -''A Elba yo la hice'', presumía el viejo cacique sindical- por su nombre, era alentada por un presidenciable. ''Esto es política a lo grande'', agregó antes de señalar a otros ''conspiradores''.

Los acusados tomaron la palabra: ''Vanguardia está muerta, estamos con usted'', le juraron.

Callejas, el Jonguitud veracruzano, ofreció lealtad, pero también pintó su raya: ''Estoy convencido del proyecto, maestra, pero no sucede lo mismo con los cuadros medios y, la verdad sea dicha, el proyecto no ha llegado a la base''.

Ese 1993 el fantasma estuvo a punto de materializarse, cuando Carlos Jonguitud Barrios volvió a las andadas en el gremio, a pesar de su miastenia gravis. Primero, dio entrevistas a diestra y siniestra y en noviembre asistió a una reunión antielbista en el Salón Riviera de la ciudad de México.

Un día después, los jonguitudistas publicaron un desplegado en el que demandaron la renuncia de Elba Esther Gordillo, a quien acusaron de corrupta y autócrata.

El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación contratacó en la prensa: ''Personajes, grupos y fracciones gubernamentales o partidarias... alientan la esperanza de la resurrección de los muertos''.

Pero lo definitivo fue una reunión de Gordillo con el presidente Carlos Salinas. Carlos Jonguitud volvió a perder: el 26 de noviembre solicitó licencia en el Senado y desapareció de la escena pública.

El señor ya no pudo volver.

La nueva lideresa moral

Parecía cosa de un grupito, pero al cabo de unos segundos más de la mitad del auditorio coreaba: ''šFuera, fuera, fuera!'' Elba Esther hizo a un lado el discurso que había preparado, acortó sus frases, aguantó. Había soportado, en los jaloneos de 1989, que los maestros ''democráticos''' le gritaran ''šasesina!'' Había aguantado a los cetemistas que en la 17 Asamblea Nacional del PRI le cobraron a gritos su cercanía con el Grupo San Angel. Tenía con qué.

Esta vez era diferente. Los gritones no eran -solamente- los maestros de la coordinadora, sino varios centenares de institucionales; su gente, pues.

El episodio fue a fines de noviembre de 1997, durante el acto educativo realizado por el SNTE en Veracruz, y para los seguidores de Humberto Dávila Esquivel, quien sucedió a La Maestra en la secretaría general del SNTE, significó la orden de arranque: ''Elba Esther ya no puede controlar un congreso'', decían.

Bajo la consigna de ''Di no a los líderes vitalicios'', los davilistas acariciaron la posibilidad de acabar con La Maestra. Creyeron haber ganado el aparato sindical y se confiaban porque en el comité nacional cada vez eran menos quienes se declaraban elbistas abiertamente. El entonces presidente nacional del PRI, José Antonio González Fernández, alentaba sus aspiraciones. Y algunos de ellos decían contar con el apoyo de Liébano Sáenz, secretario particular del presidente Ernesto Zedillo. La mano de varios gobernadores en secciones del sindicato, y la posibilidad de pactar con ellos, los encandilaba todavía más.

Pero en diciembre de 1996 llegó una invitación al comité nacional reunido en pleno: Elba Esther quería que la acompañaran a su toma de posesión como secretaria general de la CNOP.

Fue un balde de agua fría para los davilistas. Los ya muy pocos elbistas lanzaron un suspiro. ''Ahora sí se van a componer las cosas'', dijo uno de ellos.

Y se compusieron. En el congreso nacional del SNTE de 1997, Elba Esther operó la elección de uno de sus hombres de confianza, Tomás Vázquez Vigil. Hoy ya nadie recuerda que fue líder del gremio.

Del voto del Presidente al voto de La Maestra

La maestra al fin decidió no buscar la relección como secretaria general del SNTE (un artilugio legal le hubiera permitido hacerlo). ''No tengo vocación de cacique'', se ufanó en el congreso nacional del SNTE en 1998. Pero en ese mismo acto tomó abiertamente la estafeta de su mentor Carlos Jonguitud Barrios y se asumió abiertamente como ''lideresa moral'' de los maestros.

Antes de ser electo secretario general, en 1995, el coahuilense Humberto Dávila Esquivel decía en corto: ''Yo sólo necesito un voto, el del Presidente de la República''. Para el siguiente relevo las cosas habían cambiado. El único voto que requirió Tomás Vázquez Vigil fue el de la profesora Gordillo.

La suerte de los tres cochinitos

Elba Esther es ''La Loba magisterial'', decía José Escobedo, en su oficina del SNTE, con los teléfonos cortados (''Ƒeso es pluralidad?''), donde se quejaba de acoso y persecución por parte de los elbistas. ''Elba Esther envenenó el proyecto. Se engolosinó con la conducción, con lo que eso significa en recursos financieros, políticos y humanos'', decía.

Eran los días en que se rumoraba que La Maestra negociaba su incorporación al gabinete de Vicente Fox: ''Está vendiendo al sindicato'', decía Escobedo, quien fuera presidente del Congreso potosino en épocas ''difíciles'' (''Yo di la cara por Fausto Zapata'', recuerda).

-ƑY qué pueden ustedes contra la profesora Elba Esther Gordillo, si ella controla la mayoría de las secciones?

-La estructura le pertenece, no la base.

A él y otros dos solitarios disidentes, los otros institucionales, les llamaban los tres cochinitos. Cuando publicaron un desplegado dirigido al presidente Fox, ya sólo quedaban dos: ''ƑYa no nos serán impuestos por el gobierno o por los caciques y líderes morales que aún padecemos?''

El documento fue firmado por José Escobedo Coronado y Alfonso Suárez Lara, ambos miembros del saliente CEN del SNTE. Ambos formaban parte de la disidencia interna. Tres años habían formado parte de un grupo más amplio que trató de oponerse al ''nuevo cacicazgo''. Otros miembros de la dirección nacional del SNTE, hasta sumar nueve, participaron en el bloque antielbista. Pero poco a poco los fueron disciplinando mediante la disminución de sus compensaciones salariales y viáticos. Los sobrevivientes, los tres cochinitos, nunca más fueron invitados a las reuniones.

Lejos, muy lejos habían quedado los tiempos en que Elba Esther Gordillo escuchaba al potosino Escobedo y decía orgullosa: ''Pero qué bien habla, Ƒno?'' Era uno de sus hallazgos y le debía no poca cosa: él le había ayudado a acabar con los restos del cacicazgo de Carlos Jonguitud en la mismísima tierra del profesor y licenciado, San Luis Potosí. En pago, lo hizo presidente del Comité Nacional de Vigilancia.

Luego se hizo su enemigo. Y la maestra lo borró del mapa.

La dueña del SNTE

ƑPara qué sirve un secretario general del SNTE?

Para lo que disponga La Maestra. Piense el lector en la escena. A pesar de que desde 1995 no forma parte de ninguna de las estructuras formales del sindicato, Elba Esther Gordillo apareció en primera fila cuando se dio a conocer el aumento salarial anual de los maestros. Las notas periodísticas del 15 de mayo de 2001 informaron que tras una reunión privada de 15 minutos entre el jefe del Ejecutivo, Elba Esther Gordillo y Rafael Ochoa (este último, para su información, secretario general del sindicato), se arregló la negociación. Las declaraciones recogidas fueron las de La Maestra: ''En media hora sale la negociación''.

Y salió.

El antecesor de Ochoa, Tomás Vázquez Vigil, tampoco podía resolver nada. Todo el poder, incluso en asuntos menores, estaba en manos de Elba Esther y sus colaboradores más cercanos, ya no se diga los asuntos mayores, como el trato con la Presidencia de la República y la Secretaría de Educación Pública.

Durante las campañas electorales de 2000 -recordaba Emilio Mejía, entonces integrante del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del SNTE- el magisterio sostuvo reuniones con los candidatos presidenciales. El profesor Vázquez Vigil ni siquiera tenía control de las invitaciones. Los perredistas querían algunas acreditaciones extras para la reunión con Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. ''El no me las pudo dar, tuve que llamar a Elba Esther.''

''Tráiganme a esa güereja''

Nacida en Comitán, en 1943, Elba Esther Gordillo comenzó su carrera cuando en un congreso seccional el todopoderoso Carlos Jonguitud ordenó: ''Tráiganme a esa güereja''. Esa ''güereja'' era una profesora de Ciudad Nezahualcóyotl, que después fue todo en la política y pudo ver realizados sus sueños. Y aunque en 1995 se declaraba servida y soñaba con ''hacer cosas para Elba'', hoy se dedica a soñar un PRI socialdemócrata que haga alianzas ''políticas'' con el PAN.

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