Iván Restrepo
Sustancias tóxicas y peligrosas: que no gane la negligencia
En los primeros minutos del pasado miércoles, en el kilómetro 43 de la autopista México-Puebla, se volcó un tráiler cargado con 28 toneladas de cianuro de sodio. "Me ganó el peso de la carga y, como iba en la curva, pues se me volteó el camión", explicó el chofer, lo que desmintió versiones de que el accidente se debió a la ponchadura de una llanta. Parte del cianuro se regó en ambos sentidos de la autopista; afortunadamente, no hubo víctimas ni afectó corrientes de agua.
Y es que lo que se regó en 200 metros de extensión es una sustancia química altamente tóxica que se emplea en las labores de extracción de plata y oro. Su manejo en los fundos mineros se hace con sumo cuidado para evitar daños graves a la salud y hasta la muerte de los trabajadores o de quienes pueden entrar en contacto con el químico. Igualmente es grave lo que puede suceder si el cianuro de sodio entra en contacto con el agua debido a sus propiedades tóxicas.
Pero la noche en que se regó esa sustancia los actores de este accidente estaban de suerte, no como Rosita Alvírez, que de tres tiros que le dieron nomás uno era de muerte. Las condiciones climatológicas, la hora del percance, la cercanía con Puebla y la ciudad de México y hasta la luminosa luna de esa madrugada pusieron su granito de buena suerte.
La Policía Federal de Caminos, el ejército y los sistemas de protección civil hicieron su tarea y cerraron durante doce horas el tránsito por la autopista. De igual manera, empleados de la empresa propietaria del cargamento, la trasnacional Dupont, estuvieron atentos a que no se cometiera ningún error de fatales consecuencias al recoger la sustancia derramada.
También por "ganarle la carga", en julio de 1998, en el kilómetro 132 de la autopista Puebla-Orizaba se volcó y luego estalló un camión-cisterna cargado con 40 mil litros de cloruro de vinilo. En esa ocasión fue distinto: hubo cuatro muertos, seis personas con heridas graves, tres viviendas destruidas y más de 200 personas desalojadas de la zona del accidente (la colonia El Hornito) para proteger su salud, pues el cloruro de vinilo es altamente tóxico y cancerígeno.
Las familias de las víctimas no recibieron la indemnización requerida. Meses después, otro carro-tanque con 37 mil litros de gas isobutano se volcó en la misma autopista; por fortuna no hubo víctimas. El chofer de la unidad informó que "iba con cierta velocidad y el peso del tráiler me sacó de onda y ya no pude controlarlo". Y el conductor de otro carro-tanque, que se volcó hace dos años cerca de Perote con 44 mil litros de solvente xileno líquido, altamente peligroso, dijo: "agarré muy rápido una curva pronunciada y perdí el control de la unidad".
Por falta de espacio no refiero más accidentes de vehículos que transportan sustancias tóxicas y peligrosas por las carreteras de Puebla y Veracruz, pero el corredor industrial Córdoba-Orizaba es, según el capitán del cuerpo de bomberos de esta última ciudad, José Luis Martínez, "una auténtica bomba de tiempo".
Diariamente circulan por la zona 2 mil unidades cargadas con sustancias peligrosas y sin que haya la capacidad y el equipo necesarios para enfrentar los percances que se presenten, agregó Martínez.
En tanto, el secretario técnico del Sistema de Protección Civil de Puebla, Guillermo Melgarejo, afirmó que es un peligro constante la circulación de cientos de carros-tanques que transportan diariamente materiales químicos peligrosos por esa entidad. No existe, señaló, un registro o frecuencia del paso de esas unidades y se desconocen las medidas de seguridad que las empresas transportistas tienen para la selección de su planta laboral, principalmente de choferes.
Aunque existen normas oficiales relacionadas con las medidas de seguridad que deben observarse al trasladar sustancias tóxicas y peligrosas, no se cumplen estrictamente y a los choferes les "gana la carga" o la velocidad de las unidades que conducen, con resultados a veces fatales.
Lo ocurrido el miércoles pasado es excelente oportunidad para exigir de las autoridades, una vez más, vigilancia extrema sobre el transporte de dichas sustancias por las carreteras y áreas urbanas de México. De ninguna manera debe "ganarles" la incompetencia.