Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 4 de marzo de 2002
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Cultura

La presencia del grupo Kiss Kiss Balafons, de Camerún, clímax del primer concierto

Se inició segundo Concierto Internacional de Marimbistas

ANGEL VARGAS ENVIADO

Tuxtla Gutierrez, Chis., 3 de marzo. Después de casi tres horas había sido demasiado contenerse las ganas y no pocos fueron los espectadores que se levantaron de sus butacas y dieron rienda suelta a la zona del aguayón poniéndose a bailar. El grupo Kiss Kiss Balafons, de Camerún, había invitado minutos antes a sus colegas mexicanos que los antecedieron en el programa y, juntos, dieron vida a una improvisada big band de casi 30 músicos para interpretar una guapachosa versión de Guantanamera.

Así, con el influjo contagioso de esa popular pieza cubana y en un ambiente festivo y de fraternidad al interior del Teatro de la Ciudad Emilio Rabasa, concluyó el concierto con el que se inauguró anoche el segundo Festival Internacional de Marimbistas, en esta calurosa capital.

Fue una velada en la que pudo apreciarse una amplio mosaico de diferentes vertientes que existen de ese instrumento, tanto en el género popular como en el académico, merced a la participación de esa solista y tres conjuntos nacionales, así como el ya mencionado grupo africano.

La ceremonia protocolaria fue breve, no alcanzó siquiera los 10 minutos, y en ella el director del consejo Estatal para la Cultura y las Artes (Coneculta), el poeta Oscar Oliva, enfatizó la importancia que la marimba tiene para la cultura chiapaneca, al grado de que se ha convertido en símbolo.

Se trata de un arte ancestral, aseguró, cuyo desarrollo y evolución han sido posibles gracias a las familias de marimbistas, como los Nandayapa, los Domínguez y los Aquino, que han heredado el oficio de generación en generación. Sin embargo, subrayó que la realización de este festival es, ante todo, un "homenaje a aquellos marimbistas anónimos que van de pueblo en pueblo y de ranchería en ranchería", y que permiten que los chiapanecos traigan "esta música en la sangre cuando nacemos y nos la llevemos con nuestra muerte".

La parte musical fue abierta por la marimba infantil Copaonalá, de Chiapas, integrada por niños y niñas entre 6 y 12 años, que despertó la ovación del público por su destreza y virtuosismo con la que interpretó la Rapsodia chiapaneca y una versión de El vuelo del abejorro.

El mismo reconocimiento fue propinado al también representativo infantil del municipio de Venustiano Carranza, por su ejecución de una pieza original intitulada Padrecito Rubén y un arreglo de La calle 12.

Ambas agrupaciones ejemplificaron e desarrollo de la vertiente de la marimba tradicional en Chiapas. Fueron seguidas en el programa por la solista Gabriela Jiménez, a quien correspondió mostrar la faceta del instrumento en el ámbito de la música de concierto, mediante las transcripciones del Coral número 7 de Bach y del preludio Leyenda de la obra Asturias, de Isacc Albéniz.

A la intérprete le tocó vivir el momento más bochornoso e incómodo del concierto, definido por el incesante timbrar de algunos celulares y los llantos y gritos de niños que irrumpieron de entre el público. Este, por cierto, rebasó la capacidad de aforo del teatro de mil 200 lugares y se podía ver a mucha gente de pie en las partes laterales del inmueble.

Salvo esas situaciones, la velada transcurrió sin más incidentes y llegó su turno al grupo local Na'rimbo, que con sus versiones en jazz latino de La Sandunga y Nereidas, entre otras obras, puso a los concurrente a punto de turrón, es decir, en el umbral de no poder contenerse y transformar el teatro en un gran salón de baile.

Esto fue aprovechado por los cameruneses de Kiss Kiss Balafons, cuya música es tan mágica y colorida como sus vestimentas. Con un programa integrado por piezas tradicionales de su país y de Cuba, los africanos desataron el paroxismo entre los asistentes.

El baile, como la noche, alcanzó su esplendor, más aun por la presencia en el escenario de un espigado bailarín de más de dos metros de estatura que acompañó a los músicos. Su extravagancia no sólo estribaba en lo carnavalesco de su atuendo, un híbrido entre rumbera de película mexicana de los 50 y un apache de wenster gringo, a veces cadenciosos y muy femeninos y, otras, frenéticos, como si sus músculos recibieran descargas eléctricas o sufriera de ataques epilépticos.

Los tres balafons (especie de xilófono originario del Africa Central) demostraron con su sonido, así como el ritmo impreso por sus ejecutantes, que las distancias culturales no siempre corresponden necesariamente a las geográficas, pues si uno en ese momento cerraba los ojos, no encontraba gran diferencia con la música tradicional de marimba que, por ejemplo, se escucha en Chiapas.

Así fue el concierto inaugural del Segundo Festival Internacional de Marimbistas, cuyas actividades concluirán el próximo 8, con la participación de más de 200 músicos de diversas entidades de la República y de otros ocho países, entre ellos Japón, Bélgica, Nicaragua, Francia, Guatemala, Estados Unidos y Puerto Rico.

De manera paralela al programa artístico, se desarrollan el segundo Concurso Nacional de la especialidad y el 18 estatal.

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