TOROS
Fracasó la importación de sangre ibérica
para "enriquecer" la fiesta brava
Histórico: un toro español fue muerto
a balazos por manso en la México
El juez Gamero anunció que lo iban a "acuchillar"
Ortega cortó tres orejas
LUMBRERA CHICO
Clavellero
era un toro tan pero tan manso que no sólo rehuía los capotes
sino que se paralizaba de pánico al acercarse a la puerta de toriles
y a todos los otros accesos al callejón por donde tenía que
irse vergonzosamente expulsado. Después de 40 minutos, en que los
corraleros demostraron su absoluta ineficiencia (y los bueyes del hato
de cabestros confirmaron que sólo están ahí como asesores
del "empresario" Rafael Herrerías), el bicho se fue por la ancha
puerta de picadores, y en medio del caos, y en una acción que marca
un hito en los 46 años de la Monumental Plaza Muerta (antes México),
fue ejecutado de dos balazos en el patio del rastro.
Dos horas después -porque el festejo de ayer duró
cuatro y media debido al fracaso de la debutante ganadería española
de Barralva-, un segundo ejemplar del mismo hierro, llamado Cubatono,
correría con idéntica suerte: fue desterrado por su escandalosa
falta de bravura, pero tampoco salió por la puerta de toriles sino
por la de caballos, tras la cual anoche habría sido igualmente liquidado
a tiros.
De tal suerte, la última corrida de la temporada
menos chica 2001-2002, anunciada por la propaganda como "histórica"
por la presentación de ocho reses ibéricas que llegaron a
México en el vientre de sus madres, fue en verdad histórica
mas no por ello, sino porque uno de los astados se convirtió en
el primer toro de lidia asesinado con dos golpes de pistola a causa de
la patente, y a estas alturas ya insoportable, incompetencia de una "empresa"
que ni siquiera cuenta con bueyes entrenados para sacar a un manso del
redondel.
Consagración de Ortega
Por contraste, la tarde de ayer auspició la consagración
del tlaxcalteca Rafael Ortega, que ante Gironcillo, el menos peor
del encierro, clavó tres inolvidables pares de banderillas asomándose
al balcón en los imponentes cuernos de la res, y lo muleteó
con inmensa transmisión por la derecha para matarlo de una estocada
delantera pero fulminante, para que la plaza, con diez mil espectadores
frenéticos, le otorgara las dos orejas.
Antes, con Clavellino, un toro burraco y gargantillo,
de 483 kilos, pero áspero y resabioso, Ortega cortó otra
meritoria oreja, para salir triunfante rumbo a su confirmación de
alternativa en Las Ventas de Madrid. El murciano Pepín Liria, a
su vez, cosechó palmas en sus dos actuaciones frente a sendos marrajos
intragables, y el veterano Antonio Urrutia completó la tercia, sobreviviendo
al maromón que le pegó Carasucia (sustituto de Clavellero),
su primer enemigo.
Irresponsabilidad compartida
En México existen 300 ganaderías de toros
bravos, pero el cacique de la México (hoy tan muerta) sólo
da juego a 10. Las 290 restantes están vetadas, por sus pistolas,
en el coso más "importante" de América Latina. Debido a esta
dictadura, muchos criadores se han retirado del negocio y de los cuatro
encastes (o líneas de sangre brava que había en el país)
queda sólo uno, que fabrica los toretes babosos que permiten los
"éxitos" de las figuras nativas, pero sobre todo de importación.
Para estimular la diversificación de líneas
de sangre brava en México, una familia de nuevos ricos avecindados
en Querétaro, importó hace pocos años 100 vacas y
algunos sementales del encaste español de Atanasio Fernández
(mezcla de Parladé y Conde de la Corte). Sin tener ningún
otro mérito que su origen gachupín, saltaron ayer al embudo
de Insurgentes y propiciaron a sus criadores el ridículo de su vida,
en una pachanga a la que contribuyó el "juez" Manuel Gameros (desde
ayer Rameros, por corrupto), al tomar el micrófono y pedir al público
?después de una hora de fallidos intentos por echar a Clavellero
al corral? "unos minutos más de paciencia en lo que acuclillan al
toro".
Mentiroso, además de lamebotas de Herrerías,
porque la bestia no fue acuchillada sino balaceada como en una plaza de
trancas, Rameros "ordenó" que en remplazo del mansísimo saliera
un toro de Vistahermosa y no el reserva de Barralva, lo que hubiera violado
el reglamento. Pero habituado a no obedecer a nadie, el "empresario" no
le hizo caso y el representante de la ley se tragó el desacato con
la aquiescencia de una monja mariana. La pregunta que cierra la temporada
es: ¿cómo reaccionará ante todo esto la decorativa
Comisión Taurina del Distrito Federal? ¿Con el mismo silencio
de siempre? ¿Por qué no?