José Blanco
El cianuro
El PRI decidió apurar el cianuro; aunque también confía en que las graves faltas y fallas del gobierno foxista alcancen como contraveneno efectivo. Pero si no alcanzan, el cianuro hará inevitablemente su corrosión mortal, y este bicho prehistórico pasará finalmente de pesadilla nacional a la muerte definitiva, que tanto requiere el futuro de México.
Mientras el aguijón letal del escorpión político más poderoso fue encajado en la espalda de los otros, el PRI pudo vivir de ello, pero ahora se lo ha encajado con saña en su propia espalda. Deberán ser muy grandes los errores y los desatinos del gobierno en turno para que el PRI pueda sobrevivir a la dosis de ponzoña que se ha inoculado a sí mismo con sus elecciones democráticas.
La índole esencial trapacera de este partido se mostró como nunca porque ahora los fraudes viles se los cometió a sí mismo. La inmensa vergüenza que nos causa a tantos mexicanos el PRI con sus estafas elementales, no produce el menor rubor a priístas como Madrazo, Murat y otros especímenes similares absolutamente increíbles que pueblan aún la política mexicana, y eso debe acarrearles un costo muy alto. Es difícil creer que exista una base social significativa con la cachaza necesaria para voltear hacia otro lado y no mirar lo que en ese instituto político ocurre. Es, simplemente, intolerable. Ver en conferencia de prensa al señor Rocha Díaz decir un día que las trampas si son decentes se valen, pero que las de Madrazo fueron demasiado indecentes, que si se cortaran los "picos" de la elección de Tabasco y Oaxaca, Beatriz Paredes hubiera ganado claramente, y -a pregunta expresa- que si Madrazo y Beatriz estuvieran negociando él -Rocha- simplemente no estaría ahí, para decir al día siguiente que Roberto y Elba Esther en realidad hicieron bien su trabajo político, que lo que pasó es que se asociaron con gente que no entendió y que se fue "manotas", es creer, como patoso de mercado pueblerino, que los ciudadanos en su totalidad somos suficientemente estúpidos para tragarnos tan desmesuradas ruedas de molino. Es de una memez realmente sofocante.
La comisión, presidida por el inefable Roque, ha dado su veredicto, coincidiendo con lo que casi todo mundo -incluida Beatriz Paredes, entre renglones en su desplegado sabatino- daba por hecho: que el señor Madrazo sería el próximo señor presidente del Revolucionario Institucional. El cianuro estuvo a punto y ayer lunes lo apuraron sin mayores gestos.
Beatriz y Guerrero publicaron ese desplegado el sábado pasado, en el que uno avanza con algún confort por cierta defensa inicial de la dignidad (palabra extranjera en territorios priístas), pero el aterrizaje forzoso y abrupto del último párrafo cancela todo lo previo, pese a las frases de un diagnóstico certero que ahí se contienen (y a pesar de sus fallas de sintaxis): "Si las circunstancias y las felonías nos arrebatan el triunfo, si pueden más categorías abstractas a las que ahora aluden, como las de preservar la unidad, cuando son los excesos y abusos los que la ponen en riesgo; o, pueden más los temores a la presión rupturista, estamos seguros de que en la conciencia militante y en la ciudadanía hay claridad sobre los verdaderos resultados".
En ese párrafo Beatriz rinde sus armas. A todo el mundo le consta, en efecto, la sucia ratería que le fue cometida. Pero para Beatriz es suficiente con que la conciencia del hecho quede clara para todos. Y hasta ahí las cosas; perdí por las malas: ni modo. Esto significa, creo, que si las felonías madracistas atentan contra la unidad, la perspectiva de los beatricistas de ir nuevamente tras el poder, juega a favor de la misma, con mayor peso, según el balance de la propia Paredes. Me ganaron por las malas, pero yo aquí me quedo porque juntos podemos hacernos nuevamente del poder. Y eso cuenta más que cualesquiera felonías, aun las de Madrazo.
La cuenta beatricista, sin embargo, puede ser mala. Puede quedarse en un partido que ya no sirve para recuperar el poder presidencial, justamente porque las felonías sin nombre pudieron darle la puntilla frente a los electores, a pesar de las graves insuficiencias del gobierno de Fox. El escenario contrario también es de considerarse: en las elecciones intermedias el PRI -supongamos- avanza a costa del espacio panista. Eso no cambia un ápice la índole del ex partidazo, ahora más envilecido. Sólo significa que a la República le llevará más tiempo generar los partidos que necesita como el oxígeno, con la fuerza necesaria para competir con el bicho prehistórico agónico. Ya veremos. Por supuesto, tal consideración al PRI le importa menos que un comino: sólo quiere el poder por el poder, no el bienestar de la República.
En 2003 y en 2006 debiéramos dar los ciudadanos merecida sepultura a la infamia en que terminó el partido de la "revolución".