Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 5 de marzo de 2002
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Editorial
 
EL PRI DE MADRAZO

SOLEn el proceso de elección de nueva directiva, que vivió entre el 24 de febrero y ayer, 4 de marzo, el Partido Revolucionario Institucional pareció darse una oportunidad mayor para renovarse, democratizarse, superar sus lacras históricas y convertirse en una formación moderna. Fue, sin embargo, un ejercicio de simulación, un margen de maniobra para la negociación cupular a espaldas de la militancia y, a fin de cuentas, una ratificación de la vigencia de los aspectos más turbios y atrasados de la subcultura política.

En el proceso comicial en el que contendieron las fórmulas de Roberto Madrazo y Beatriz Paredes lo determinante no fue la aptitud de cada uno para convencer a los votantes, sino su capacidad de cometer trapacerías, desaseos y manipulaciones del sufragio; la Comisión para del Desarrollo de Proceso Interno (CDPI), en vez de garantizar la limpieza de la consulta, se limitó a convalidar las notorias irregularidades practicadas en ella; los ganadores, más priístas que nunca, recurrieron al albazo y el madruguete, mientras los perdedores, también más priístas que nunca, doblaron la cerviz en nombre de la unidad y la disciplina partidista, y se dispusieron a negociar, en lo oscurito, posiciones de poder y canonjías en la estructura partidaria.

Tal vez el PRI contemporáneo se encuentre huérfano de brújula y dedo presidenciales --es sólo una suposición--, pero en todo caso no ha perdido su verticalismo ni su sentido de la disciplina cercano a la abyección. Marginado del poder público federal, el tricolor en manos de Madrazo permanece tan insustancial en lo ideológico y en lo político como cuando era la agencia electoral del presidente en turno. El viejo partido de gobierno ha sido repudiado por el voto ciudadano, pero no por ello ha corregido sus vicios corporativos y clientelares; su proclividad al fraude --ahora practicado en sus propias filas-- ni sus excesos demagógicos, claramente ilustrados por los discursos de toma de posesión de los integrantes de la planilla triunfadora.

Erigido en una temible coalición nacional de cacicazgos estatales, feudos sindicales y agrarios, liderazgos de huestes urbanas, bancadas parlamentarias e infiltraciones y remanencias en la administración pública, el tricolor comandado por Roberto Madrazo ofrece a la sociedad mexicana el peor rostro que el partido haya tenido jamás en toda su historia: el de un grupo de presión ajeno a cualquier escrúpulo y empapado en el pragmatismo más rampante. Lo mejor que puede esperarse del PRI en esa, su configuración actual, es que no sea capaz de recuperar, ni siquiera por el desgaste del presente gobierno, la confianza ciudadana que perdió en los comicios federales del año antepasado.
 

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