Fueron 180 minutos de música en el Auditorio Nacional
Costó trabajo a Dream Theater convencer a puristas metaleros del DF
El grupo estadunidense de vanguardia metálica Dream Theater se presentó la noche del domingo sin pena ni gloria en el Auditorio Nacional, donde ofreció su concierto Worl Tourbulence 2002 y no logró convencer a los metaleros capitalinos, quienes, por cierto, no agotaron las localidades.
En tres horas de música, sólo cientos de jóvenes, y uno que otro forever young, ubicados en la parte baja del recinto, se mantuvieron al ritmo de los decibeles del grupo; no así el público de palcos y la parte alta del auditorio, que optó por permanecer sentado la mayor parte del concierto.
La arritmia de la estructura del concierto no impidió que las emociones florecieran en el respetable, que no hizo patente el por qué gusta del metal pesado que ofrece la banda Dream Theater, así como sus solos acústicos y el retumbante percutir de la batuca.
Con contadas excepciones las estruendosas liras de Dream Theater no lograron que el respetable se levantara de sus asiento. Fueron esporádicas las manifestaciones de éxtasis colectiva, pero, pese a ello, el público no se quedó con las ganas de tomarse unos tragos a la salud del grupo.
En contadas ocasiones, parte del auditorio se volcó a hacer llamadas telefónicas por el celular con el propósito de presumir que en ese instante se era parte de la historia musical del país. Hubo quienes llamaron a sus familiares para justificar retardos en sus citas y aprovechando, maliciosamente, los exponían por el auricular a la agresividad metálica de la banda.
En 180 minutos de potencia decibélica, el genio creativo de la quinteta osciló de lo clásico a lo vanguardista del género, con rolas de metal progresivo que rayaron en el new age y el pop típicamente sajón.
En este tour que emprendió la banda, para complacencia de sus seguidores, Dream Theater presentó también rolas de su reciente álbum, Six degrees of inner turbulence, que "para los conocedores" explora ritmos: los pintamos en colores, que van del black al pink.
A DT le costó trabajo convencer a los metaleros puros de la riqueza de sus sonidos debido a que lo más prendido fue la segunda parte del concierto, que se dio cumplidas las dos primeras horas.
Los últimos 60 minutos del encuentro fueron fantasías lúdicas de cientos de púberes que se dieron cita para recordar rolas conocidas de la banda y un cover de la clásica Metallica.
GABRIEL LEON ZARAGOZA