Cuatro estrenos cuatro
Los Cuatro Estrenos era una de las tradiciones de los campechanos y está íntimamente ligada a la historia del vestido. A finales del siglo XVIII y principios del XIX la costumbre para realizar las tareas domésticas fue recibir a jovencitas a quienes se les llamaba crianzas; a éstas no se les pagaba con dinero, sino con protección familiar, alimentación y ropa.
A estas crianzas se les dotaba de sus ropas y calzado en cuatro fechas de conmemoración popular solemne o profana y religiosa:
1. Carnaval de febrero: estreno de prendas, rosario ochavado, terminado en escudo o medalla; rosario de coral rematado en cruz o filigrana (se habla del rosario denominado de cocoyol, lo que dependía de las posibilidades económicas o del desprendimiento de las familias donde se servía); cadena salomónica de doble vuelta con guardapelo de filigrana, a veces contaba hasta con 20 escudos o monedas, dependiendo de la situación económica de los patrones; seis anillos, tres para cada mano; aretes de monedas de oro de cinco dólares y coral y pendientes con la piedra venturina, que en muchos casos también se engarzaba en las sortijas, y una peineta de hueso o material parecido, rematada con un filo de oro y con tres piedras brillantes incrustadas.
2. San Juan, en junio, El Voltejeo: estreno del rebozo: se les daban tres: uno de seda para salir, otro de abrigo y uno más que servía para cubrir hombros y pecho durante la realización de las tareas domésticas.
3. San Román, en septiembre, La Feria: estreno de ajuares, daban tres juegos completos de vestido, uno de gala y dos de trabajo.
4. La Purísima Concepción en diciembre, Nochebuena Chiquita: estreno de zapatos y chancletas, se les daban tres juegos.
A finales del siglo XIX y principios del XX la costumbre sólo se cumplía una vez al año, y esto ocurría en la fiesta del Cristo Negro de San Román, icono que arribó a Campeche con actos milagrosos el 14 de septiembre de 1565. Es patrón del barrio y de los pescadores, así como la imagen más venerada del estado.
La Feria y Fiesta de San Román fue y sigue siendo motivo para lucir hermosos atuendos y en la que el deseo de estrenar es común entre los asistentes.
(Información tomada de El baile y el vestido en el folklore campechano, de Manuel Pino, y de La feria de San Román, de Gaspar A. Cahuich y Mayra Aguayo Mena.)
ROSARIO JAUREGUI NIETO