Debate de 14 mujeres cineastas en la versión 17 de la Muestra de Guadalajara

Marta Rodríguez recurre al ''cine invisible'' para abordar la violencia que vive Colombia

ERICKA MONTAÑO GARFIAS ENVIADA

Guadalajara, Jal., 6 de marzo. Colombia vive una situación de guerra en la que las víctimas son los indígenas y los campesinos, hombres y mujeres desplazados que, además de ser expulsados de sus comunidades, deben enfrentar el rechazo de la sociedad, y a ellos es a quienes hay que darles espacios para contar su historia, afirma la directora Marta Rodríguez, quien participa en el encuentro internacional Mujeres y cine en América Latina, que se inició el martes en las instalaciones de la Universidad de Guadalajara.

El encuentro, al que asisten 14 directoras de México, Brasil, Colombia, Perú y Venezuela, se realiza en el marco de la decimoséptima Muestra Internacional de Cine Mexicano de Guadalajara y tiene como objetivo analizar y reconocer la contribución de las mujeres al séptimo arte.

Colombia: etnocidio sin nombre

Marta Rodríguez, cineasta colombiana, quien presentará en el encuentro su primer documental, Chircales, filmado entre 1966 y 1972, define sus trabajos como de denuncia, en los que ha querido mostrar ''el sufrimiento de su pueblo. Quizá las personas saben lo que es la espectacularidad de la guerra, pero no saben lo que son las madres a quienes les asesinan al esposo o al hijo, o que los sacan de su territorio para meterlos en estadios".

Comprometida con el cine de corte político, la realizadora explica que en sus filmes muestra ''cómo es Colombia, porque el escándalo del etnocidio de los pueblos indígenas no tiene nombre, no lo tienen las matanzas, los desplazamientos, el asesinato o la desaparición de líderes".

Fuera de ese país latinoamericano, agrega, se habla de la guerrilla, de los paramilitares o de los políticos, pero existe un vacío de información:

''Guerrillas hay muchas -no sólo las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia o el Ejército de Liberación Nacional-, también paramilitares que nacen para luchar contra la guerrilla, pero quien está en medio de ellos es la población. Hay un asesinato sistemático de investigadores, de sacerdotes; hay secuestro y desaparición de legisladores y lo que hemos hecho es guardar la memoria de los miles de muertos."

Para filmar, la directora recurre al ''cine invisible"; con su equipo entra a las zonas en conflicto con una cámara pequeña oculta, en compañía de miembros de organismos internacionales para evitar los ataques de los rebeldes o de los paramilitares que, asegura, ''no quieren que filmemos lo que hacen".

Nuestra función ''es dar voz a quienes no la tienen. Por eso hacemos películas directamente con los involucrados", explica la cineasta, para quien ser mujer no ha sido obstáculo; al contrario, ''me ha ayudado mucho por el método que aprendí de la antropología, el de la observación, de la convivencia.

''Cada película me toma mucho tiempo porque creo lazos de confianza, de comunicación, de respeto con las personas; logro niveles de gran intimidad al estar con ellos y eso a un hombre no le queda tan fácil."

De la crónica al poema

En el primer día de actividades, cuyo tema fue De la crónica al poema, participaron también la realizadora venezolana Margot Benacerraf (1926), quien dirigió el documental titulado Reverón, en el que retrató al pintor venezolano Armando Reverón y Araya, lo que le valió compartir el premio de la Crítica de Cannes con Hiroshima mon amour en 1959; y las directoras mexicanas Maricarmen de Lara y Sonia Fritz, ésta radicada en Puerto Rico.

Este miércoles el tema del encuentro fue Los relatos de la historia y las historias de la ficción, y el jueves serán Rupturas, encuentros y diversidad de lenguajes y narrativas, y Aquelarre, la magia experimental.