Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 11 de marzo de 2002
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Mundo

1.8 millones de dólares, promedio de indemnizaciones

Seis meses después de los atentados, lenta cicatrización de la herida en NY

AFP

Nueva York, 10 de marzo. Día tras día, la vida va recuperando su normalidad en el sur de Manhattan, seis meses después de la destrucción de las Torres Gemelas del World Trade Center. Pero todos saben que la herida cicatrizará lentamente.

La zona prohibida, que el 11 de septiembre comprendía todo el sector sur de la isla, está reducida a una manzana bordeada de empalizadas azules, detrás de las cuales continúan amontonados hombres y máquinas. El lugar se ha convertido en un destino turístico, y a diario muchas personas hacen fila para ingresar a la plataforma de madera levantada en los límites del lugar.

Alrededor de la obra se desmantelan los memoriales improvisados en los días que siguieron al atentado. En algunos lugares, camisetas con la inscripción "I love New York" y gorros colgados de las rejas se lavan bajo la lluvia. Los comercios reabren sus puertas paulatinamente, gracias a ayudas municipales, estatales y federales.

Pero los locales linderos de lo que muchos se obstinan en seguir llamando World Trade Center sufren, pues en las ciudades verticales que eran las torres de 110 pisos, con sus 50 mil habitantes, estaba su clientela.

En el centro residencial de Battery Park City, erigido en la ribera del Hudson gracias a los terraplenes extraídos de las fundaciones de las torres gemelas, se reinstalan los residentes. Sin embargo, de algunos inmuebles se fue definitivamente la cuarta parte de sus ocupantes anteriores, a veces remplazados por parejas sin hijos o solteros, atraídos por las considerables rebajas de los precios en el lugar.

Lentamente, comercios, viviendas, transportes de la zona se normalizan. Pero quedan otros asuntos por zanjar: nada menos que el costo de una vida humana.

El número de muertos por los atentados habrían podido llevar a las familias de las víctimas a interminables juicios para obtener indemnizaciones y amenazar con la quiebra a las compañías aéreas cuyos aviones fueron utilizados para cometer los atentados, y a todos quienes podrían haber sido considerados responsables.

Para evitar esto, Washington adoptó rápidamente una legislación que promete a los parientes de los desaparecidos una indemnización a cambio de que renuncien a toda demanda judicial.

El 20 de diciembre pasado, el gobierno federal presentó una primera versión de su informe sobre la distribución de los fondos federales, según la cual el monto que los parientes recibieran por eventuales seguros de vida de las víctimas, sería deducidos de las indemnizaciones federales.

Esto fue criticado por muchas familias, lo que llevó a que el jueves pasado se presentará otra versión. De acuerdo con ésta, el promedio de las indemnizaciones ascenderá a 1.8 millones de dólares para cada familia que haya perdido a un pariente en la catástrofe, es decir, alrededor de 200 mil dólares más de lo previsto en el plan inicial.

Las indemnizaciones serán calculadas en función del salario y la edad de la víctima en el momento de su muerte, para alcanzar una suma equivalente a la que podría haber ganado durante su vida.

En el caso de los heridos, si bien el plan inicial preveía indemnizar a las personas que recibieron cuidados en las 24 horas siguientes a los atentados, la nueva versión del programa extendió este plazo a 72 horas, y a un tiempo no determinado para los rescatistas.

El gobierno también prometió que las personas que residen ilegalmente en Estados Unidos y fueron víctimas de los atentados serán tomadas en cuenta, "como cualquier estadunidense", y pueden iniciar sin temor los trámites necesarios ante la administración.

Quienes quedaron fuera de este plan, según destacó el fiscal general del Estado de Nueva York, Eliot Spitzer, fueron los concubinos no declarados o los novios o novias de víctimas, que no pueden aspirar a indemnización alguna.

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