El descubrimiento podría cambiar la teoría
del poblamiento del continente
Hallan en BCS restos fosilizados con 40 mil años
de antigüedad
RENATO RAVELO
En la isla del Espíritu Santo se hallaron restos
que sientan las bases para modificar las explicaciones del poblamiento
del continente. A la fecha los estudiosos, sobre todo de Estados Unidos,
han tratado de que prevalezca su teoría con restos que datan de
11 mil 500 millones de años. Los que se encontraron en la isla surcaliforniana
serían de hace 40 mil.
La
investigadora japonesa Harumi Fujita desconfía. El último
tramo del viaje de hora y media a la parte de la isla donde está
"la cobacha", como la llama familiarmente, se hace a pie, porque el nivel
del agua es bajo; "luego pasan mantarrayas" dice.
En realidad su desconfianza no es a estos animales sino
a la mala publicidad que se le haga al hallazgo: siete muestras en concha
que dan testimonio de artefactos líticos, raspadores y un tajador.
Porque los "estadunidenses siempre tratan de desacreditar hallazgos de
este tipo, con argumentos como contaminación de la muestra o del
terreno. De hecho, por esa razón en algunos sitios de la isla no
se plantean investigaciones".
En esos momentos ella quizás preferiría
estar en su estudio, donde trabaja, laboriosa como hormiga, en la argumentación
técnica, revisando las pruebas de carbono 14 de dos laboratorios
(el del INAH y el Beta Analytic de Estados Unidos), que confirmaron la
antigüedad, o en el artículo para la revista Scientist
en el que difundirá el hallazgo.
El resultado del fechamiento, explica en un texto que
elabora para que no haya confusión, "de las siete muestras de concha
(seis glycyneris gigantea y una dosinia ponderosa) obtenidas
de la capa inferior de este pozo corresponde a la antigüedad alrededor
de 40 mil años antes del presente. Esta fecha significa la evidencia
más temprana de la ocupación humana en México y una
de las más antiguas para todo el continente americano".
El pozo referido no se observa, porque ha sido tapado
de nuevo para evitar a los curiosos. Lo ayudaron a tapar los propios pescadores
quienes cerca, desde hace tres décadas, aprovechan la riqueza marítima
peninsular. La isla de 19 kilómetros de largo por 5 en su parte
más ancha, tiene en esa pequeña cueva de poco más
de dos metros de frente por metro y medio de profundidad, desde 1996, cuando
se iniciaron los trabajos, su sitió más célebre y
oculto.
La arqueóloga explica al ingeniero Joaquín
García Bárcenas, presidente del Consejo de Arqueología
y quien fue su profesor durante sus estudios en la Escuela Nacional de
Antropología e Historia, lo que se hizo en las distintas temporadas.
Es minuciosa sobre los estudios de apoyo al hallazgo.
En otras dos cuevas a unos metros del sitio han sido estudiadas también
por Harumi Fujita "la presencia de estas conchas es el resultado de la
actividad humana en el pasado y no son restos de terraza marina", ya que
no se detectó presencia de la misma en ninguna. Tampoco es posible
que se cuestione su trabajo con el argumento de una antigüedad falsa,
porque la covacha está a 10 metros sobre el nivel del mar y esta
terraza aparece normalmente a un metro de la costa.
Existe una variante posible, señala la investigadora,
y es que el estudio de carbono 14 se realiza normalmente a seres vivos.
En ese momento interviene García Bárcenas y explica: "esa
prueba se basa en la utilización de carbono 14 por parte de los
seres vivos, ya que al morirse se empieza a reintegrar el material radiactivo.
Pero en el caso del fechamiento por moluscos, por absorción cercana,
la variación no rebasa los 900 años, que es mucho si se piensa
en 11 mil 500 años pero que no afecta nada si se habla de 40 mil
años".
Al
escuchar la explicación Jorge Amao, director del centro INAH Baja
California Sur; Rubén Reignier, de comunicación social del
instituto, y el redactor coinciden en soltar una especie de suspiro, ya
entusiasmados con el hallazgo que al llegar parecía solamente una
cueva en frente de la playa.
La arqueóloga japonesa lleva 20 años en
el país, por lo que ya sabe como manejar los temperamentos nacionales;
ríe y explica que con esto no se modifica de raíz la más
aceptada de las teorías de ocupación del continente, la del
estrecho de Bering, pero sí habría elementos para suponer
una migración que no solamente se compuso de cazadores de megafauna,
sino que al haber indicios de utensilios de procesamiento de alimentos,
una parte pudo llegar a lo largo de la costa del océano Pacífico.
La explicación es interrumpida por la llegada de
Guadalupe Bohorquez, trabajador de la Comisión Nacional de Areas
Naturales, que se encarga de vigilar a las 35 empresas relacionadas con
la isla, de las cuales 15 realizan campamentos con cayac y buceo en la
zona de los lobos marinos, en paquetes de 5 días que no rebasan
los mil dólares. Su labor consiste en evitar daño a la parte
natural, así como realización de fogatas y "fecalismo", en
las cinco islas cercanas que los turistas visitan.
Esta parte casi no es visitada, confirma Bohorquez, junto
con la noticia de la próxima expropiación de los ejidos en
que se divide la propiedad de Espíritu Santo, a excepción
de 90 hectáreas, para ratificar el carácter de "área
en protección" que tiene a Baja California Sur, con 40 por ciento
de su territorio, como el estado más limitado al desarrollo.
En el transcurso de la hipnosis, que rompió la
llegada del representante del organismo desconcentrado de Semarnap, la
arqueóloga había prometido que una vez aprobada la temporada
de este año, en jornadas que llegan a las 12 horas en el mejor espíritu
nipón, esperaría encontrar fogones o "restos humanos", aunque
esto último fue más producto de sus dos décadas conviviendo
con el relajo nacional, como lo confirmó la mirada traviesa dirigida
a García Bárcenas que es el encargado de aprobar todo lo
que se hace en arqueología en el país.
Creo que el sitio da trabajo para dos años más,
le contestó el ingeniero, entendiendo la broma de la arqueóloga
que en poco menos de diez años, además de este hallazgo ha
trabajado en el registro de 127 sitios arqueológicos en la isla
que completa el paisaje de la ciudad de La Paz y ahora podría ser
el punto de fuga para desacompletar la explicación única
de los primeros pobladores de América.