Danielle Mitterrand
Impostergable, que Fox se defina sobre el conflicto en Chiapas
Carta abierta dirigida al presidente
Vicente Fox
París, 7 de marzo de 2002.
Señor Presidente:
El momento ha llegado para usted, señor Presidente, de definirse en la relación de fuerza que opone el mundo de hoy al mundo de mañana. Aunque el silencio de los indígenas de Chiapas significa que ellos ya no creen en sus declaraciones de paz, una vez más me dirijo a usted, aferrada a la parte de humanidad que puede existir en cada persona.
Me imagino que sigue con curiosidad, si no es que con atención, los adelantos en la construcción del otro mundo posible definido en el Foro Social Mundial, que se desarrolló a principios de febrero de 2002. "Actuar localmente, pensar mundialmente", es para cada uno un lema.
Hace un año nos encontrábamos en su residencia de Los Pinos. Hace un año la marcha zapatista por la dignidad indígena hacía su entrada triunfal en México DF y reunía a cerca de 200 mil personas en el Zócalo. Usted se había comprometido con la sociedad mexicana y conmigo a ejecutar un verdadero cambio en el gobierno, y particularmente en el tema del conflicto armado. Se hablaba de honrar la firma de los acuerdos de San Andrés, que reconocían los derechos de los indígenas, para así crear las condiciones adecuadas para una paz justa y digna.
Desde entonces nos hemos dado cuenta que la voluntad del gobierno no se manifestaba, ya que las tropas militares fueron de nuevo instaladas en los campamentos cercanos al conflicto, que puestos de "observación" fueron asignados, que los prisioneros zapatistas no han sido liberados en su totalidad, y que la ley adoptada referente a los indígenas es contraria a lo expresado en los acuerdos de San Andrés.
Esa reforma no toma en cuenta lo expresado por los pueblos indios, motivo por el cual no garantiza la paz en Chiapas y en las regiones indígenas.
Esa reforma no ha sido sometida a consulta con los pueblos indios. Así, pues, constituye una violación de la Convención 169 de la OIT. El proceso de discusión de esta reforma no se ha hecho en el marco previsto por la Constitución para ello. Por lo tanto, los legisladores han violado las reglas constitucionales y el estado de derecho.
Es esta la ocasión, para usted, de determinarse políticamente y de hacernos saber dónde ubica el interés general.
En México, el aliento que podría inspirarlo proviene de su Cámara de Diputados, de los cuales 168 proponen revisar la votación de la ley Bartlett-Cevallos-Ortega.
Es éste un paso democrático, a nuestro parecer: los representantes del pueblo proponen al Poder Ejecutivo redactar una ley según las aspiraciones de sus mandatarios.
Ha llegado el momento, para usted, de decir claramente si la paz a la cual aspira le es dictada por la necesidad de llevar a bien el Plan Puebla-Panamá, según la vía económica y política diseñada por la OMC, el Banco Mundial, por intermedio de políticas de ajuste estructural, y las grandes multinacionales. O si esa paz tiene suerte alguna de realizarse bajo su gobierno, mediante el intercambio y la participación de los pueblos indios que viven en esas zonas, en la gestión del territorio que les concierne.
Es, por parte mía, un intento entre tantos otros, el de diligenciar la búsqueda de una solución que traiga consigo un Estado-nación que reconozca el carácter multicutural y pluriétnico de México. Esta experiencia será luego un enriquecimiento para el resto del planeta.
"Hemos inventado lo que no existe en la naturaleza: la crueldad, la tortura, el desprecio", escribía François Mitterrand; "por una aplicación perversa de la razón, hemos dividido la humanidad en categorías inconciliables, los ricos y los pobres, los amos y los esclavos, los poderosos y los débiles, los sabios y los ignorantes".
ƑSabría una aplicación solidaria de la razón cambiar lo que unos malos instintos habrían desarrollado?
Le ruego crea, señor Presidente, en mi preocupación por participar en la construcción de un mundo pacífico.
Danielle Mitterrand, presidenta de la Fundación France-Libertés