MONTERREY: ¿WATERLOO DEL MODELO?
En
vísperas de la Conferencia Internacional sobre la Financiación
para el Desarrollo, que se realizará la semana entrante en Monterrey,
Nuevo León, convocada por la Organización de Naciones Unidas
(ONU) y a la cual asistirá más de medio centenar de jefes
de Estado, se ha hecho evidente que no se escucharán en ese cónclave
ideas nuevas para eliminar, contrarrestar o siquiera aliviar la creciente
miseria que ha dejado, en la mayor parte de los países del mundo,
el modelo económico neoliberal impuesto por Estados Unidos y varios
de sus aliados --Gran Bretaña, principalmente-- a las naciones pobres,
con la complicidad de una generación de gobernantes tecnócratas.
Por el contrario, la reunión buscará, como
han advertido numerosas organizaciones no guber- namentales y grupos antiglobalizadores,
insuflar nuevos aires a esa llamada "ortodoxia", caracterizada por la apertura
desventajosa de los mercados de los países menos desarrollados,
la privatización --casi siempre corrupta-- de todo lo imaginable,
el desmantelamiento de los sectores y programas sociales, la reducción
al absurdo de las políticas de bienestar y el sacrificio, en aras
de los intereses de la especulación financiera, de todos los otros
sectores y actores de la economía.
Debe considerarse, sin embargo, que el modelo no da más
de sí, que las recetas neoliberales se encuentran prácticamente
agotadas y que sus saldos de catástrofe se han hecho sentir en economías
tan distintas y distantes como la estadunidense, la argentina, la mexicana,
la brasileña y las de los llamados "tigres" del sudeste asiático.
En términos políticos, resultan ya impresentables
los tecnócratas que han mantenido en la bancarrota a la mayor parte
de la población de América Latina. El Fondo Monetario Internacional
(FMI) y el Banco Mundial (BM), instrumentos centrales de imposición
de las tácticas neoliberales, han cultivado el repudio social en
casi todos los países a los que han llevado al despeñadero
económico.
En tales circunstancias, cabe preguntarse si los neoliberales
encontrarán algún margen para reivindicar y mantener sus
propuestas en el encuentro de Monterrey o si, por el contrario, se abrirán
paso, en esa reunión, propuestas económicas con sensibilidad
social, política y humana, y si prosperarán alternativas
para diseñar términos más sensatos y menos depredadores
para regular los intercambios internacionales en los ámbitos comercial,
financiero, migratorio, ecológico, social y cultural. En otros términos,
para dar contenidos positivos y progresistas a una globalización
ciertamente inevitable, pero que hasta ahora se ha traducido en devastación
de las sociedades, en una concentración obscena de la riqueza mundial
y en una depauperación exasperante para millones de seres humanos.