"ESTE MUNDO NO ES VUESTRO"
El
destacado escritor español Juan Goytisolo sintetizó con esa
contundente frase la impresión que deja el creciente y masivo repudio
a la política del capital financiero que se expresó ayer
en la manifestación de medio millón de personas en Barcelona.
Esta es la mayor realizada desde que nació el movimiento de rebelión
contra el modelo neoliberal. Con ella también quedan anuladas dudas
y advertencias sobre la vigencia de este movimiento ante los acontecimientos
del 11 de septiembre pasado.
Esta manifestación marca pues el fin del estupor
y miedo causados por el feroz terrorismo de Estado y la guerra en escala
mundial utilizados como respuesta al terrorismo ciego del atentado contra
las Torres Gemelas. También es la mayor de la estación de
luchas masivas iniciada en Seattle y que había culminado en Génova
y en Porto Alegre; lo cual demuestra que cada vez más personas repudian
la mundialización dirigida por el gran capital y le oponen otra
basada en las necesidades humanas y la justicia social, ideas que hace
dos días movilizaron a 150 mil obreros contra el plan de "flexibilidad
laboral" (léase desregulación del mercado de mano de obra
y anulación de conquistas).
El espectáculo oficial en Barcelona mostraba el
eje constituido entre el gobierno derechista-fascista italiano, el gobierno
del ex falangista Aznar y el del más ardiente partidario de Washington
en Europa, Tony Blair. Es decir, por el magnate Silvio Berlusconi, cuyo
vicepresidente es líder del partido fascista (prófugo de
la justicia italiana y de varios países); por el ex franquista José
María Aznar, el mismo "demócrata" que mantiene una policía
racista que persigue y hasta mata inmigrantes, la cual aplica métodos
como la tortura más salvaje a los presos políticos, evidenciada
en las terribles deformaciones provocadas por la brutalidad policial al
vasco Unai Romano.
La enorme manifestación en Barcelona repudió
a esa gente y respondió con valor y fuerza a las amenazas, la represión
y la transformación de la ciudad en un bunker. También fue
estimulada por el horror mundial provocado por las matanzas continuas de
palestinos y por el colonialismo y racismo que guían la acción
del dúo Ariel Sharon-George W. Bush, así como por el rechazo
a la amenaza de guerra nuclear formulada por este último; por los
criminales bombardeos en Afganistán, por el saqueo y destrucción
de Argentina a causa del capital financiero internacional y las empresas
españolas.
Por lo tanto no fue sólo una manifestación
contra la política económica neoliberal, sino también
y, sobre todo, una gigantesca marcha por la defensa de las conquistas laborales
y de civilización, contra la opresión, la tortura, las mentiras
organizadas desde el Pentágono y la destrucción paulatina
de las bases de la democracia por una oligarquía mundial que, como
Berlusconi o Bush, gobierna en nombre de sus pequeños grupos de
interés.
Fue también una protesta por conservar los servicios
públicos estatales como derechos civiles, mantener separado al Estado
de los intereses de las trasnacionales, reconquistar el espacio público
ocupando la ciudad, por llevar la política a las calles y al campo
de la economía moral y de la ética cuando la misma había
sido expropiada en las instituciones de la democracia formal.
Algunos, sin embargo, seguirán llamando globalifóbicos
--portadores de una fobia, de una reacción insana-- a quienes luchan
por la democracia y la civilización en nombre de otra mundialización.
Pero cada vez es más evidente la verdad contenida en las palabras
de Goytisolo: "Señores financieros, ¡el mundo no es vuestro!"