ROBINSON: GOLPE A DERECHOS HUMANOS
Ayer,
en el inicio de la 58 sesión de la Comisión de Derechos Humanos
de la Organización de Naciones Unidas, la alta comisionada de la
ONU para Derechos Humanos anunció su retiro del cargo a partir de
septiembre próximo. De acuerdo con afirmaciones de organismos humanitarios
independientes, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch,
la dimisión de la ex presidenta de Irlanda obedece a las presiones
de Estados Unidos y Rusia, cuyos gobiernos, ambos miembros permanentes
del Consejo de Seguridad de la ONU, están descontentos con el desempeño
de Robinson, quien ha criticado tanto a Washington como a Moscú;
al primero, por las violaciones cometidas contra los prisioneros de guerra
capturados en Afganistán y por las disposiciones excepcionales que
el gobierno de George W. Bush adoptó en el marco de su "lucha contra
el terrorismo"; al segundo, por las atroces operaciones de "limpieza" realizadas
por el ejército ruso en Chechenia. La inconformidad incluye, al
parecer, a China, violador sistemático de derechos humanos también
criticado por la ahora dimitente.
Además de sus señalamientos críticos,
el Departamento de Estado no le perdona a Robinson que haya organizado,
en septiembre del año pasado, la Conferencia Mundial contra el Racismo,
en la cual el gobierno israelí, protegido de Washington, fue severamente
cuestionado por sus actos y actitudes discriminatorias contra los palestinos.
En el mismo discurso en el que anunció su retiro
del cargo, la funcionaria internacional prosiguió sus críticas
a Estados Unidos, al señalar que el gobierno de ese país
afecta, con sus reacciones a los atentados del 11 de septiembre, "los pilares
del sistema internacional", los cuales, a diferencia de los edificios atacados,
"no serán fáciles de remplazar".
A contrapelo de los rencores de Washington, Moscú
y Pekín, los destacados esfuerzos de Robinson en defensa de los
derechos humanos, desde que fue nombrada alta comisionada de la ONU en
la materia, en 1997, han sido reconocidos por la comunidad de organismos
independientes y de activistas por las libertades y garantías individuales
de todo el mundo. Desde esa perspectiva, cabe reconocer que su dimisión
representa un golpe de grandes consecuencias para la causa de la vigencia
de la legalidad internacional y de los propios derechos fundamentales en
todo el mundo.
Finalmente, el hecho comentado constituye un recordatorio
por demás preocupante: Estados Unidos, Rusia y China, tres de los
cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, el órgano
de mayor poder real en esa organización y en el planeta, son regularmente
señalados como violadores regulares y sistemáticos de los
derechos humanos. En tal circunstancia, resulta obligado concluir que la
legalidad en el mundo es, en gran medida, una mera aspiración. Es
oportuno hacer votos por que los esfuerzos de Mary Robinson por construir
esa legalidad sean más fructíferos una vez que los desarrolle
fuera de la ONU, la cual le significó, como ella misma lo ha sugerido,
una camisa de fuerza.