MONTERREY 2002
No marca plazos ni estrategias contra la pobreza,
asegura delegada de Tanzania
El Consenso de Monterrey, más amenaza que esperanza
de apoyo para Africa
No se negociará en bloque, sino país por
país, señala el secretario del Tesoro de EU
ROBERTO GONZALEZ AMADOR ENVIADO
Monterrey, NL, 20 de marzo. Africa, un continente
marcado por la exclusión de los procesos de globalización
económica, tiene un objetivo común en la Conferencia Internacional
sobre la Financiación para el Desarrollo convocada en esta ciudad
por la Organización de Naciones Unidas. Los países de ese
continente, profundamente diferentes entre sí, intentan en esta
cumbre colocarse en el centro de la discusión sobre el incremento
de las ayudas para combatir la pobreza, en un reclamo que es atendido con
tenues ofertas de mayor asistencia.
"Hasta ahora las naciones africanas sólo hemos
escuchado en esta cumbre vagas promesas de mayor ayuda en asistencia para
el desarrollo", señala Rehema Tarefu, dirigente de la organización
no gubernamental Social Watch en Tanzania, quien asiste a este encuentro
que reúne a casi 60 jefes de Estado y de gobierno.
Para las naciones africanas, señala, el Consenso
de Monterrey, documento que será adoptado por los países
miembros de la ONU, es más una amenaza que una esperanza de mayor
ayuda.
El documento plantea que los países más
pobres recibirán mayor asistencia oficial para el desarrollo a cambio
de profundizar las reformas económicas y establecer sistemas legales
que garanticen la inversión, una ecuación que suena más
que complicada para los representantes sociales africanos que están
en Monterrey.
"Para nosotros, el Consenso de Monterrey es un retroceso
porque cuando se asumieron los compromisos de la Cumbre del Milenio (en
la cual la ONU lanzó la meta de reducir a la mitad la pobreza en
el mundo en 2015) ya se marcaban plazos para cumplir objetivos concretos.
Y en este caso, el Consenso de Monterrey no marca plazos ni estrategias
precisas para combatir la pobreza y sólo hay compromisos vagos",
dice Tarefu.
Aunque nada novedosas, las cifras sobre la situación
social en los países africanos ubicados al sur del Sahara son estremecedoras:
con una población de 642 millones de habitantes, por lo menos 240
millones sobreviven con un ingreso que no supera un dólar al día.
La expectativa de vida disminuyó de 49.2 años en 1995 a 46.8
en 1999, en gran medida por la pandemia de sida, enfermedad que mata lentamente
a 24 millones de africanos y tiene en la orfandad a 10.7 millones de niños.
El producto interno bruto (PIB) de la región subsahariana
se mantiene estancado en 320 mil millones de dólares desde 1995,
y el PIB per cápita es de sólo 490 dólares al año.
La asistencia a naciones africanas es un tema central
de la cumbre, pero las acciones no se corresponden con el deseo de ayuda
expresado en los discursos.
"El presidente George Bush (de Estados Unidos) tiene un
gran interés en el tema de la asistencia oficial a los países
en desarrollo, pero en especial en lo referente a los países africanos",
sostuvo hoy el secretario del Tesoro, Paul O'Neill.
Los problemas empiezan al momento de entrar en detalles.
O'Neill dijo que la asistencia para el desarrollo de los países
africanos no debe ser abordada como un solo tema, "sino que debe ser tratada
país por país, de manera soberana".
La política juega un papel. Fuente de recursos
naturales como petróleo, metales y piedras preciosas, el continente
es presa del juego de intereses de las potencias y la persistente corrupción
de algunos de los gobiernos.
El ministro de Asuntos Exteriores de España, Josep
Piqué, dijo hoy que el tema de la democracia y el respeto a los
derechos humanos no está separado del incremento en la asistencia
para los países africanos. Mencionó que asuntos como la posible
lapidación de una mujer nigeriana acusada de adulterio ?relatado
por La Jornada hace dos días? son inaceptables.
Países africanos han realizado progresos en materia
de reformas y democracia en los últimos años, y puede citarse
el caso del fin del régimen racista en Sudáfrica.
Pero los resultados para la población no han sido
alentadores. En un informe presentado en esta conferencia, Social Watch
dijo que el nacimiento de la democracia en Sudáfrica hace ocho años
marcó el fin de la "opresión colonial, el apartheid
y la explotación, pero estos fueron remplazados por un orden económico
neoliberal que hizo poco por poner fin a las relaciones de desigualdad
económica del pasado".
"A la pobreza ancestral, se suma ahora la pobreza causada
en Africa por las reformas económicas. Es un largo túnel
al que no vemos salidas", sintetiza Rehema Tarefu.