Iván Restrepo
Impedir que los niños se acerquen
En este espacio analizo asuntos relacionados con el medio ambiente. Para unirnos al fervor con que los católicos celebran la Semana Santa, hoy me ocuparé de otros problemas igualmente relativos a los vínculos entre cielo y tierra, aunque en este caso con énfasis judicial en lo terrenal.
Acaba de terminar en Berlín el décimo encuentro del organismo encargado de proteger a los niños de la explotación sexual en el turismo. En dicha reunión, el arzobispo Piero Monni presentó el libro El archipiélago de la vergüenza. Turismo sexual y pederastia, en el que sostiene que "la raíz de este indecoroso comercio y de todas las formas de explotación es siempre y en todas partes la misma: una percepción desviada del otro como ser inferior", y explica que "donde hay miseria y falta de respeto de la dignidad de la persona, aumentan las formas de explotación".
Mientra tanto, el arzobispo John Foley, presidente del Consejo Pontificio del Vaticano para Comunicaciones Sociales, definió como "un día negro en la historia de la Iglesia en Estados Unidos" los numerosos casos de abusos sexuales contra menores por parte de algunos miembros del clero, "pues son una grave ofensa a Dios y una grave ofensa a los niños de Dios".
Lo dicho por Foley es la punta del iceberg que tiene en grave crisis a la Iglesia católica del vecino país, luego de que 30 sacerdotes han sido llevados ante los tribunales, acusados de abuso sexual comprobado contra niños y jóvenes.
El "día negro" comenzó oficialmente meses atrás, cuando un anciano sacerdote de la diócesis de Boston, John Geoghan, fue juzgado y condenado a nueve años de prisión por abusar de un niño de diez años. Lo acusan, además, de haber "molestado" a otros 130 infantes. La arquidiócesis de Boston ya aceptó pagar 30 millones de dólares a 86 víctimas. En el juicio se comprobó que recibió oportunamente todo tipo de quejas sobre ese y otros abusos del sacerdote, pero en vez de llevarlo ante la justicia lo trasladó de parroquia en parroquia para evitar el escándalo.
Desde enero decenas de casos han salido a relucir en distintas diócesis y mucha gente piensa que tanto la justicia como la Iglesia pusieron oídos sordos a las demandas de los afectados. Así lo prueba la renuncia, en febrero, del obispo de Palm Beach, Florida, Anthony O'Connell, quien reconoció haber abusado de un niño en un seminario. O'Connell fue enviado a Palm Beach en remplazo de otro prelado que renunció, acusado de abuso sexual. Al mismo tiempo se dejaron venir acusaciones de connivencia contra los cardenales de Boston y Nueva York, Bernard Law y Edward Egan, muy amigos del actual pontífice. Egan es señalado de encubrir y defender en tribunales a varios sacerdotes responsabilizados de abuso sexual contra niños cuando era obispo de Bridgeport, Connecticut.
Luego de un silencio inexplicable, por fin, en su carta anual a los sacerdotes, el Papa se pronunció el jueves pasado sobre éstos y muchos otros escándalos sexuales ocurridos en diversos países, a los que calificó de "la forma más grave del mal". Se rumora que pronto harán exámenes sicológicos a los aspirantes al sacerdocio con el fin de determinar las inclinaciones sexuales de los candidatos y evitar la ordenación de homosexuales o pederastas.
Por lo que toca a México, cabe recordar que hace tres años Canal 40 transmitió un estrujante reportaje sobre los abusos sexuales cometidos por el padre Marcial Maciel, fundador de los Legionarios de Cristo y con gran influencia en El Vaticano. La Iglesia guardó silencio mientras los seguidores de Maciel sostienen que algún día será elevado a los altares, a semejanza del fundador del Opus Dei, el español Escrivá de Balaguer.
Para terminar, grupos católicos progresistas critican la miopía moral del Vaticano, que prohibió en 1999 realizar trabajo pastoral con homosexuales. Se preguntan también cuántos años más la Iglesia seguirá negando oficialmente el ministerio a los homosexuales, mientras ignora el impacto de la homosexualidad en sus propias filas.
También se refieren a la condena de la jerarquía católica de países como Estados Unidos, Canadá, Kenia, Sudáfrica y Zimbabwe contra la campaña internacional de la organización Católicos por el Derecho a Decidir, la cual critica a la Iglesia por su oposición al uso del condón. La organización sostiene que esta actitud ha causado la muerte de miles de personas al minar los esfuerzos por detener el contagio del sida.
Dichas jerarquías dicen no ser asesinas y que les importa el problema del sida, pero abogan por el único estilo de vida que protege contra dicho mal: la abstinencia fuera del matrimonio, pues, dicen, los condones sólo tienen éxito parcial en la prevención de las enfermedades de transmisión sexual.