Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 25 de marzo de 2002
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Economía

MEXICO, SA

Carlos Fernández-Vega

LAS ARCAS NACIONALES presentan preocupantes síntomas de angustia y desesperación, a pesar de que para México el de la deuda externa "ya no es un problema" (Fox dixit). Es tal el grado de ansiedad y nerviosismo que ni los complacientes y generosos psicólogos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial han podido serenarlas.

NO ES PARA MENOS, toda vez que a lo largo de las últimas dos décadas -por ubicar cronológicamente los traumas más recientes- de ellas ha salido cualquier cantidad de recursos para atender un sinnúmero de errores públicos y de urgencias y excesos privados.

NADIE HA PODIDO convencer a las sensibles e históricamente violentadas arcas nacionales de que el pasado, pasado es, y de que los errores y excesos de los superados gobiernos tricolores no se repetirán, de acuerdo con el diagnóstico elaborado por el doctor del cambio. Sin embargo, traumatizadas, sólo ven Ficorcas, Fobaproas, bancos públicos al servicio del capital privado, dulces expropiaciones, rescates por aquí, salvamentos por allá.

OJEROSAS, AGOTADAS, las arcas nacionales no se dejan convencer por nadie, porque saben que el peligro está latente, sobre todo ahora que fueron enteradas de que la deuda externa del sector privado y bancario -ese que algún día fue mexicano- del país ascendió, al cierre de 2001, a 65 mil 195 millones de dólares -monto equivalente a poco más de 11 por ciento del producto interno bruto o similar a la captación, vía impuestos, del gobierno federal- y que en 2002, por ese concepto, las amortizaciones e intereses que deberán cubrirse sumarán 16 mil 378 millones de dólares, volumen de recursos que triplica los pagos realizados, por los mismos renglones, durante el año pasado, que sumaron 5 mil 448 millones de dólares (La Jornada, Israel Rodríguez).

AL CONOCER ESTA noticia, las sensibles arcas nacionales recordaron, de inmediato, aquel verano de 1981 cuando el popular presidente José López Portillo decidió -con la ley en la mano, desde luego- utilizar los recursos de un banco del Estado, Banobras, para rescatar al poderoso Grupo Industrial Alfa, con Bernardo Garza Sada a la cabeza, y evitar así su quiebra y la respectiva moratoria. Alrededor de 17 mil millones de pesos de aquella época se destinaron para sacar a flote al consorcio y cubrir su deuda. Una década después, el empresario Garza Sada aparecía en la revista Forbes como miembro de número de la selecta familia de multimillonarios mexicanos.

(EN 1982, DESPUÉS del generoso rescate, con el país hundido, el propio López Portillo reconoció que "las cuentas bancarias recientes de mexicanos en el exterior ascienden a 14 mil millones de dólares; los inmuebles urbanos y rurales en Estados Unidos, propiedad de mexicanos, se estiman en 30 mil millones; enganches y primeros abonos, 8 mil 500 millones...", y en 1988 Fernando Solana, entonces presidente de la Asociación Mexicana de Bancos y director general de Banamex, advertía: "La banca extranjera maneja más recursos de mexicanos -alrededor de 40 mil millones de dólares- que el propio sistema bancario mexicano''. En 2002 la situación no es distinta).

PERO ESE RESCATE fue en aquel lejano 1981, aunque hay que reconocer que la situación financiera de los grandes consorcios mexicanos suele ser recurrente. En 2001, dos décadas después de aquella generosa intervención presidencial, con recursos del Estado, el Grupo Industrial Alfa es uno de los corporativos más endeudados del país y de nueva cuenta presenta delicados problemas para salir del hoyo financiero.

LA HISTORIA SE repite no sólo en el caso del Grupo Industrial Alfa. De acuerdo con la información publicada por La Jornada (Israel Rodríguez), entre las empresas privadas más endeudadas y que cotizan en la Bolsa Mexicana de Valores destacan: Altos Hornos de México (AHMSA), Grupo Industrial Durango, Hojalata y Lámina (Hylsamex), Corporación Industrial San Luis, Cemex y Vitro, cuyo apalancamiento medido por su deuda neta contra su capital supera por mucho al valor del corporativo. La deuda colocada por los consorcios en el mercado bursátil asciende a 15 mil 94 millones de dólares, mientras los pasivos del sector privado con el mercado bancario son por 24 mil 191 millones de dólares, además de otros 6 mil 376 millones con proveedores.

LA HISTORIA NO ACABA ahí: las principales empresas exportadoras tienen adeudos con Bancomext por 16 mil 307 millones de dólares. Con otros bancos internacionales de apoyo a la exportación (Eximbank) los adeudos son por 274 millones de dólares; en tanto que con bancos comerciales los adeudos ascienden a 9 mil 956 millones de dólares. Así, la deuda privada del sector no bancario llega a 55 mil 593.2 millones de dólares (9.5 por ciento del PIB) y la del bancario privado a 9 mil 602 millones de dólares (1.6 por ciento del PIB).

CON ESA NOTICIA las arcas nacionales, histéricas, se remontaron a 1983, en pleno arranque del sexenio de Miguel de la Madrid y con la huella de la expropiación bancaria marcada en el centro del ego de los dueños del capital en México. Al presidente entrante se le ocurrió la brillante idea de instituir, también en el Banco de México, el Fideicomiso para la Cobertura de Riesgos Cambiarios (Ficorca), el más claro antecedente del Fobaproa, para subsidiar con recursos públicos a los grandes consorcios empresariales -entre los que se contaban los citados líneas arriba- del país, mediante un tipo de cambio más que generoso y pagar así deuda e importaciones privadas. Las arcas nacionales tardaron poco más de una década en salir del trauma.

LA GENEROSIDAD DEL gobierno de la renovación moral -calculada en 15 mil millones de dólares- permitió a dichos corporativos refrendar su derecho a gozar de los favores y dineros públicos y, desde luego, salir del hoyo, aunque temporalmente. Para atender las urgencias del gran capital, Miguel de la Madrid puso a su disposición al ínclito Ernesto Zedillo Ponce de León, como director del Ficorca. Años después hizo lo mismo, pero despachando en Los Pinos. Actualmente este personaje -entre otras muchas cosas- defiende a los pobres de todo aquel que argumente no tener cash para atenderlos, aunque en este renglón su grado de efectividad ha sido más que limitado.

FICORCA, PUES, le costó al erario poco más de diez años de insomnio y su término se dio justo en el momento de dar la bienvenida a la nomenklatura financiera mexicana -la aristocrática y la surgida, con el sello de Miguel de la Madrid estampado en el corazón, de las jornadas bursátiles de mediados de la década de los ochenta- que celebraba su más reciente triunfo: controlar, de nueva cuenta, el sistema bancario -en ese entonces- mexicano.

Las rebanadas del pastel:


FAVOR DE NO CONFUNDIR: El Fobaproa (80 mil millones de dólares), el rescate carretero (13 mil millones), la deuda azucarera (3 mil millones), los Pidiregas (61 mil millones) no son traumas, son delitos de lesa progenitora en contra de las arcas nacionales.

[email protected] / Fax: 55 45 12 53

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