Los productores de software, únicos a los que se puede perseguir ante la justicia
Prospera el intercambio de música por Internet con formato MP3, pese a la ausencia de Napster
DPA
Hannover. Puede que Napster haya sido congelado, pero las cosas marchan mejor que nunca para Gnutella. Aunque el gigante mediático Bertelsmann pondere la resurrección comercial del sitio, el abuelo de los todas las páginas de intercambio de música en Internet, los aficionados se deshacen en elogios para sus descendientes.
La tecnología peer-to-peer (de PC a PC), que permitió a cientos de miles de usuarios de Napster intercambiar fichas de música en formato MP3, ha seguido floreciendo en ausencia de ese sitio.
Cuando un juez ordenó el año pasado el cierre del sistema de índice centralizado de Napster, los sucesores de ese servicio, como Gnutella y FastTrack, se organizaron de forma descentralizada. El catálogo de discos disponible depende completamente del número de usuarios en línea en un momento dado.
En términos prácticos, los únicos a quienes la industria discográfica puede perseguir ante la justicia son los fabricantes del software de búsqueda gratuita. Se encuentra en trámite una queja inicial de la asociación de la industria discográfica estadunidense contra la tecnología FastTrack.
Sin embargo, en opinión de Volker Zota, editor de la revista c't de la industria de computación alemana, la acción legal emprendida contra Napster no tiene por ahora esperanzas de detener la ola de intercambio de fichas MP3.
"No basta con prohibir la fabricación del software en cuestión. La comunidad de Internet ha tenido tiempo de sobra para copiar esta tecnología y difundirla en Internet", dice Zota. Los tiempos se presentan malos en los próximos años para los proveedores de música comercial que esperan acabar con el intercambio ilegal de fichas de música.
Para los cibernautas, los resultados del proceso judicial contra Napster tienen la misma conclusión: toma una PC con un quemador de discos compactos, agrega un poco de tiempo, y cualquier usuario puede reunir una respetable colección de música de calidad, todo con discos transferidos desde Internet.
Para tener una idea de qué es lo que pone loca a la industria discográfica, basta dar un vistazo a dos proveedores de software: Bearshare y Grokster.
El software de Bearshare trabaja dentro de la red de Gnutella y fue premiado tras un test por la revista alemana de computación Chip; Grokster usa el de una firma llamada Consumer Empowerment BV, mejor conocida como FastTrack, que es idéntico a los programas de KaZaA y Morpheus, con los cuales comparte su catálogo de datos en Internet.
Empleando la red Gnutella, a las 9:30 de la mañana de un día miércoles cualquiera, la búsqueda del término Madonna dará entre 350 y 750 fichas MP3 en tres búsquedas. Por la noche, cerca de las 10, la misma búsqueda resulta en casi tres mil fichas. La dimensión del resultado depende de cuántos usuarios se encuentren en la red en un momento dado y de cuántas fichas tengan disponibles para otros.
La Internet del programa Grokster reporta cifras impresionantes: "483 mil 308 usuarios en línea, trocando 67 mil 512 K en fichas (376 mil 552 GB)".
Estas cifras, sin embargo, hay que tomarlas con cuidado: 50 millones de fichas MP3 corresponderían a unos 10 mil discos duros, cada uno de 40 gigabytes y llenos de materia musical. Dado que una búsqueda de la estrella Madonna sólo resultó en 51 hits, es fácil darse cuenta de que el número reportado por Grokster está inflado.
Grokster se comporta mejor en una prueba de música clásica: se hallaron 89 piezas diferentes de Beethoven, incluyendo sinfonías enteras de más de 50 megabytes cada una, en comparación con 167 de Bearshare.
La trampa está en el detalle, pues bajar fichas de música digital es tan apasionante como contemplar una máquina lavadora trabajando. Rara vez puede mejorarse la velocidad de transferencia, aun usando una conexión de alta velocidad como ADSL.
Las interrupciones, cosa de rutina
Las interrupciones de la transmisión mientras se transfieren fichas MP3 son cosa de rutina, al igual que misteriosos mensajes de error como lost route to server (perdida la conexión con el servidor), failure (falla), down (abajo) o refused (rechazado).
Que un disco figure en la lista de una de estas redes no significa siempre que llegue entero al disco duro. Muchas veces faltan en una ficha los últimos 20 segundos y hay que comenzar de nuevo.
También puede variar mucho la calidad de la música digital. No todos los programas de intercambio exhiben la llamada sampling rate del disco hallado. Según Tom Rathert, de la revista PC, el límite mínimo aceptable para la música grabada es de 128 kilobits por segundo (kBit/s). Para discos pop de longitud estándar, habría que desconfiar de toda ficha de menos de tres megabytes. Sampling rates más altas de 160, 192 y 156 kBit/s ofrecen -aunque no siempre- mejor calidad de sonido.
Más aún, usuarios, conscientes de su seguridad, que utilizan un firewall o muro de contención contra la intrusión de hackers tendrán que ocupar cierto tiempo en la configuración de su software. Si está activada la configuración strict, puede atascarse el flujo de datos.
Sin embargo, pese a todas estas deficiencias, el intercambio de fichas es más popular que nunca: obtener algo sin tener que pagar sigue siendo un cebo irresistible. Pese a los problemas, es perfectamente posible bajar tres cidís completos llenos de música durante una noche de duro trabajo.
Más de 42 por ciento de mil 213 usuarios encuestados dice: "ƑLa industria discográfica? ƑQuién la necesita mientras haya bazares P2P (peer to peer)?"