CIUDAD PERDIDA

Miguel Angel Velázquez

Castañeda: filias y fobias

JORGE CASTAÑEDA debe renunciar.

NO. POR favor, no confunda esta frase con un simple deseo o con un golpe de audacia o prepotencia. En este caso es apremiante para el país deshacerse de un canciller incómodo que se ha vuelto un lastre para la política exterior de Vicente Fox.

MAS ALLA de Cuba y las fobias histéricas del secretario de Relaciones Exteriores, se ha empezado a formar en muchos ámbitos de la política estadunidense la opinión de que Vicente Fox ya cumplió con su tarea: sacar de Los Pinos al PRI. Y es tiempo de pasar a la siguiente fase: convertir a México en el aliado incondicional de Bush.

POR ESO, mientras Vicente Fox escribe para algún periódico en nuestro país, Castañeda hace lo mismo, pero en las páginas de otro cotidiano con peso internacional y antes o después, para el caso es lo mismo, la prensa de Bush, tan silenciada en su libertad, propone al canciller como su candidato a la Presidencia mexicana.

AL OTRO lado del río, donde Castañeda ha pasado buena parte de su vida, donde ha aprendido a hablar como ellos, a sentir como ellos y a pensar como ellos, hay una opinión generalizada: "es como nosotros".

Y A partir de eso, hoy se le considera indispensable, porque para ellos Fox es ahora un mandatario débil y con una popularidad a la baja, lo que le hace susceptible a desviar el rumbo trazado desde Washington o bien a poner, por la política estadunidense, en manos de alguien "menos preparado" el rumbo de México.

EL PLAN entonces sería ir restando presencia y fuerza a Fox para incrustar a Castañeda en la toma de decisiones. De esa manera, aseguran algunos analistas, "el timón no perderá la brújula".

YA NO es necesario disparar, encarcelar o reprimir para imponer. Los métodos se han sofisticado. Lo que no cambia es el resultado. Bush lo ha dicho, México es prioridad y no debe existir obstáculo en el camino.

POR ELLO a estas alturas podría ser posible que Fox ya no fuera la prioridad de Bush, cuando menos la duda está sembrada de aquel lado del río y, por lo pronto, ya se muestran las filias del gobierno estadunidense hacia el canciller mexicano.

CUBA, ENTONCES, no es principio ni final, aunque significa la prueba más clara, por el momento, de cómo Castañeda y quienes lo respaldan se pueden apoderar de la política nacional, con o sin el consentimiento de Vicente Fox, a quien se obliga, aparentemente, a la tarea no muy aseada de ponerle velos a la realidad.

Y EN este contexto los senadores citan a Castañeda para que explique lo sucedido y con ello parece que quieren escuchar, otra vez, un catálogo de palabras que no llevan a ninguna parte, sin entender que ellos no tienen cura para ese mal.

CASTAÑEDA SOLO obedece a quienes hablan como él, sienten como él y piensan como él, y el único remedio hasta ahora conocido es la dignidad nacional, o como dice la vieja receta contra la injerencia: el respeto al derecho ajeno es la paz. Así de sencillo.

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